27/11/2025
Naaman vivió el milagro de ser sanado de una enfermedad que no tenía cura en su época, sin embargo su obediencia a Dios y su fe lo
Llevó a recibir lo que pedía, a pesar de ser un hombre poderoso, la adversidad lo llevó a buscar ayudar y ser humildes, hay circunstancias donde creemos sentirnos poderosos o que podemos solucionarnos y Dios nos lleva a ser humildes, aceptar la ayuda que el envía , quizá has tenido logros, has tenido grandes victorias pero Dios permite que atravieses momentos que te permiten vivir en humildad y reconocer nuestra dependencia total de Dios. El orgullo se manifiesta de muchas maneras. Creernos mejores que los demás por cualquier razón. Pensar que ciertas tareas son inferiores a las nuestras. Pensar que todos deberían tratarnos como merecemos. Naamán no estaba contento con las instrucciones de Eliseo. No quería lavarse en el Jordán porque era el río más fangoso y sucio de la zona.Había opciones mucho mejores, No sabía que así es como Dios siempre obra. Casi nunca hace lo que creemos que va a hacer o lo que creemos que debería hacer.
Dios tiene una forma de desafiar nuestros pensamientos, nuestro orgullo, nuestra forma habitual de pensar en él. Con cada milagro, nos impulsa a cambiar, De maneras sorprendentemente extrañas, nuestros límites se ven traspasados.
A pesar de que se enojó por la instrucción, Naamán se sumergió en el agua sucia siete veces porque Eliseo se lo ordenó, demostrando su completa obediencia y sumisión a Dios en este acto y sabes algo ? Salió limpio, la Escritura dice que su piel fue restaurada, pareciendo la de un bebé, imagina eso en un hombre adulto que había sido un guerrero con tantas cicatrices que es imposible contarlas.
Pero hay más, Naamán no solo fue limpiado de la lepra, Su alma también fue lavada. Cuando nos sometemos en obediencia a Dios, todo lo que él hace por nosotros está completo y bien hecho. Dios nunca deja nada a medias. Si tú estás completamente comprometido, Dios también lo está.
¡Y por eso merece toda la gloria!