11/09/2025
KATMANDÚ, Nepal — El 4 de septiembre, el gobierno de Nepal bloqueó el acceso a plataformas como Facebook, YouTube, Instagram y WhatsApp, alegando que las compañías no se habían registrado oficialmente como exige una nueva ley de medios digitales. La medida fue recibida con rechazo inmediato por miles de jóvenes, en su mayoría estudiantes, que consideran estas plataformas no solo herramientas de comunicación, sino también esenciales para el acceso a oportunidades educativas, laborales y sociales. En cuestión de horas, comenzaron protestas en Katmandú y otras ciudades, marcando el inicio de una de las revueltas juveniles más intensas en la historia reciente del país.
Las manifestaciones, protagonizadas por adolescentes en uniforme escolar y jóvenes universitarios, rápidamente se transformaron en un movimiento nacional. Con una tasa de desempleo juvenil superior al 20 % y escándalos recientes que exponen el lujo de los hijos de políticos en un país donde el ingreso promedio ronda los $1,300 anuales, el enojo social se desbordó. Edificios gubernamentales fueron incendiados, incluyendo parte del complejo parlamentario Singha Durbar y la residencia oficial del entonces primer ministro, KP Sharma Oli. La respuesta estatal fue severa: fuerzas de seguridad emplearon gases lacrimógenos, cañones de agua e incluso munición real, resultando en al menos 19 muertes confirmadas y más de 500 heridos, según fuentes hospitalarias y organizaciones humanitarias.
El 9 de septiembre, cinco días después del inicio de las protestas, Oli presentó su renuncia en medio de una crisis política sin precedentes. Aunque algunos analistas sostienen que el detonante fue la censura digital, muchos coinciden en que el malestar de fondo tiene raíces profundas: corrupción endémica, nepotismo y una clase política percibida como desconectada de la realidad del país. Inspirados por movimientos similares en Sri Lanka y Bangladesh, los manifestantes nepalíes —gran parte de ellos pertenecientes a la Generación Z— han demostrado que, en la era digital, la represión informativa puede tener consecuencias explosivas. La transición de poder en Nepal deja abierto un interrogante crucial: ¿podrá el nuevo liderazgo responder a las demandas de una juventud cada vez más empoderada y menos dispuesta a callar?