10/10/2025
Solo el escritor sabe para quién escribe, mientras el lector lee a quien más extraña.”
Porque detrás de cada palabra hay una historia que el autor no siempre confiesa, un nombre que calla, una ausencia que inspira. El escritor escribe con el alma desnuda, aunque aparente hacerlo desde la razón. A veces convierte en poesía lo que le duele, en ficción lo que no se atreve a decir, o en metáfora aquello que el corazón aún no puede soltar. Nadie sabe a quién van dirigidas sus letras… solo él.
Y del otro lado, el lector. Ese que, sin saberlo, se encuentra reflejado en las líneas ajenas. Lee con nostalgia, buscando entre las palabras lo que su corazón necesita o lo que el tiempo le arrebató. Porque leer también es una forma de recordar. Cada frase que duele, que acaricia o que reconforta, tiene un eco de alguien que ya no está, de un amor que se fue, de un sentimiento que no ha podido morir.
El escritor escribe para sanar, y el lector lee para no sentirse tan solo. Uno libera lo que le pesa, el otro se abraza a lo que le falta. Y así, sin conocerse, se encuentran en un punto invisible donde las emociones se entienden sin explicación.
Quizás por eso los textos que más nos tocan son los que nacieron de una herid@. Porque el escritor s@ngró mientras escribía, y el lector, sin saberlo, s@ngr@ un poco al leerlo. Es un lazo silencioso entre dos almas que nunca se vieron, pero que se entendieron completamente.
Y al final, cada historia, cada verso, cada palabra… guarda un secreto compartido: el escritor escribe para quien ama, y el lector lee pensando en quien más extraña.
Leído en Me gustó mucho
