19/09/2025
José María de Yermo y Parres
🙏🏻Introducción del santo
José María de Yermo y Parres nació en la Hacienda de Jalmolonga, municipio de Malinalco, Estado de México, el 10 de noviembre de 1851. Era hijo de Manuel de Yermo y Soviñas y de María Josefa Parres. Su madre murió cuando él tenía apenas 50 días de vida. Fue educado en la fe por su padre y su tía Carmen. Pronto descubrió su vocación al sacerdocio.
⚪Vida y vocación
A los 16 años dejó el hogar para ingresar en la congregación de la Misión (los Paúles) en Ciudad de México, aunque después de una crisis vocacional dejó esta comunidad.
Continuó su camino al sacerdocio en la Diócesis de León, Guanajuato, y fue ordenado sacerdote el 24 de agosto de 1879.
Fue un predicador eficaz, con gran celo apostólico; promovió la catequesis juvenil. Más adelante fue asignado a cuidar de iglesias pequeñas en la periferia de la ciudad —El Calvario y Santo Niño— un encargo que lo humilló pero que aceptó con obediencia.
En un momento decisivo, presenció una escena terrible: unos puercos comiéndose a dos niños recién nacidos, lo cual lo conmovió profundamente y lo impulsó a fundar una casa de acogida para abandonados necesitados. Así, el 13 de diciembre de 1885, junto con cuatro jóvenes, inauguró el Asilo del Sagrado Corazón, que sería el comienzo de su obra de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres.
🙌🏻 Legado y santidad
A lo largo de su vida, a pesar de no haber vivido muchos años (murió en 1904), fundó escuelas, hospitales, casas de descanso para ancianos, orfanatos, y organizó proyectos para la regeneración de mujeres.
Poco antes de morir, envió su congregación a una misión entre los indígenas tarahumaras del norte de México.
Su fama de santidad creció rápidamente; fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 6 de mayo de 1990 en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en Ciudad de México.
📍Cómo aplicarlo en mi vida
- Aceptar las humillaciones con humildad: José María tomó con obediencia tareas pequeñas, incluso si herían su orgullo, mostrando que el servicio humilde engrandece el espíritu.
- Convertir el dolor en acción concreta: el ver sufrimiento (como aquella escena impactante) lo movió a fundar una obra que protegiera vidas vulnerables. Nosotros también podemos responder al dolor con gestos de justicia y compasión.
- Persistir en la misión incluso en medio de tribulaciones: su vida fue de esfuerzo, dificultades, enfermedades y sacrificios, pero nunca abandonó su entrega a Cristo y al prójimo.
- Amar especialmente a los pobres y marginados: su caridad no fue genérica, sino concreta, extendiéndose a huérfanos, ancianos, mujeres necesitadas, indígenas. Podemos mirar hacia quienes más necesitan ayuda en nuestra comunidad.
- Orar y actuar juntos: su obra no fue solo social, también espiritual. Fundó una congregación religiosa y acompañó la catequesis y predicación. Vivir el equilibrio fe-servicio nos hace testigos más completos del amor de Dios.