
12/10/2025
Entre el lodo y el silencio: familias de Poza Rica regresan a lo que fue su hogar
Regresaron y no hallaron nada. La ayuda del gobierno, tampoco.
Las calles Pozo 174 y Manuel Capetillo ya no se parecen a lo que fueron. El agua bajó, sí, pero lo que dejó fue un paisaje de lodo, ruina y silencio.
En la colonia Morelos y la parte alta de Las Granjas, los vecinos regresaron esta mañana para enfrentar la realidad: paredes agrietadas, techos vencidos, colchones empapados y una esperanza sostenida solo por la fe.
—“No tenemos nada. Ni dónde sentarnos, ni dónde dormir. Hemos pasado dos noches en la silla”, cuenta un hombre mientras muestra el interior de lo que solía ser su sala.
Las paredes ennegrecidas por el lodo son ahora testigos mudos de lo perdido. “Esperamos ayuda del gobierno, aunque sea un colchón… todo se nos mojó”, añade.
El agua subió hasta nueve metros, aseguran los vecinos. Dos casas de madera con techo de zinc desaparecieron por completo.
—“No quedó nada, nada. A la vecina solo le quedó la caja de su camioneta, y al otro, el arroyo se llevó su carro nuevo”, relata Ángel Salvador Leiva, vecino de Las Granjas.
Su casa, construida con material, tampoco resistió.
—“Me tapó todo, reventó ventanas, tiró las puertas. Mi carro apareció en el patio de la vecina. Es pérdida total”, dice con voz quebrada. Luego respira hondo: “Pero tenemos vida, y con la bendición de Dios vamos a salir adelante.”
Hasta ahora, ninguna autoridad ha llegado con ayuda.
—“Solo vinieron unos policías a revisar si había mu***os, pero no para apoyar”, lamenta Leiva.
Más de 150 familias quedaron sin hogar. Algunas duermen en albergues improvisados o en casas de familiares, y regresan entre el fango para rescatar lo poco que quedó… o para cuidar que no se lo roben.
—“Se están llevando lo que encuentran. Nosotros no pudimos sacar nada y lo poquito que queda se lo están rapiñando”, denuncia un hombre mientras observa lo que fue su vivienda.
Las historias se repiten como un eco entre las ruinas:
—“No tenemos cepillo, ni pasta, ni ropa. Gracias a la gente que nos ha traído café y comida, porque del gobierno no hemos recibido nada”, dice otro damnificado, ahora refugiado en un albergue.
En estas colonias de Poza Rica, donde el agua alcanzó los techos y borró vidas enteras, lo que flota ahora no es el agua, sino el abandono.
Algunos recuerdan el desastre de 1999 y repiten resignados:
—“Veintiséis años después, volvió a pasar. Ya sabemos que cuando el río crece, lo primero es salir vivos.”
El agua se fue, pero dejó algo más profundo que la humedad: la certeza de que aquí, entre la colonia Morelos y Las Granjas, la gente perdió más que sus casas.
Perdió la confianza en que alguien los escuche.