04/11/2025
𝗘𝗹 𝟯 𝗱𝗲 𝗻𝗼𝘃𝗶𝗲𝗺𝗯𝗿𝗲 𝗻𝗼 𝘀𝗲 𝗹𝗹𝗼𝗿𝗮… 𝘀𝗲 𝗮𝗴𝗿𝗮𝗱𝗲𝗰𝗲.
Porque los que amamos ya estuvieron aquí.
Caminaron entre los altares, respiraron el aroma del café recién hecho, y siguieron el camino dorado del cempasúchil hasta llegar, una vez más, a casa.
Esa casa donde siguen sus fotos, sus risas, sus voces atrapadas en los recuerdos.
Ahí donde el tiempo se detiene por un día, y el corazón entiende que la muerte no es ausencia, sino una forma distinta de presencia.
Damos gracias por su visita. Por el amor que nunca se apaga, por la promesa invisible de volver a encontrarnos algún día.
Por las lágrimas que ahora se vuelven sonrisas, y por cada historia que aún nos acompaña en silencio.
Porque mientras el viento se lleva el último pétalo de cempasúchil, el alma comprende su verdad más profunda:
la muerte no separa, solo enseña a amar distinto.
Y así, en cada vela encendida, en cada platillo ofrecido y en cada flor que cae, recordamos que los lazos del alma no entienden de distancia ni de tiempo.
Ellos siguen aquí, en la brisa que entra por la ventana, en la canción que escuchamos sin querer, en el perfume que aparece de repente sin explicación.
Por eso el 3 de noviembre no se llora… se agradece.
Porque el amor no se entierra, se transforma.
Porque los que se fueron, en realidad, solo cambiaron de lugar.
Y porque cada año, cuando llega noviembre, las puertas del cielo se abren un instante para recordarnos que el amor, el verdadero, nunca muere.
Hasta que noviembre nos junte de nuevo...🌺🕊️