
17/08/2025
Acabo de leer este escrito de mi amiga, hermana, comadre Verenice, ella fue la primer persona con la que me comuniqué cuando me enteré de lo que le había ocurrido a mi madre, recuerdo que le envié un mensaje y le dije: POR FAVOR ORA POR MI MADRE, ORA POR MIS HIJOS, EN ESPECIAL POR MI HIJA ANDREA.
Su acompañamiento aun cuando no vive en mi ciudad,ha sido clave en mi proceso. Es para mi más que una hermana, es una maestra de paciencia, de fe y de perdón. Hemos sido amigas por casi 20 años, ella conocía a mi madre, ella es parte de nuestra familia, ella sabe a detalle lo que hemos vivido en este año, lo ha vivido con nosotros paso a paso.
Bendita seas siempre Verenice de mi 💚💚
𝗔𝗤𝗨𝗜 𝗟𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗠𝗣𝗔𝗥𝗧𝗢 𝗟𝗢 𝗤𝗨𝗘 𝗘𝗦𝗖𝗥𝗜𝗕𝗢 🙏🏻
Mucha gente opina sin conocer lo que realmente vivió esta familia. Creen que, porque Ana Lidia compartió y sigue compartiendo su lucha por justicia, saben por lo que pasó… pero no, no lo saben.
La señora Amparo fue profundamente amada por sus vecinos, su comunidad y, sobre todo, por su familia. No era, ni fue jamás, una “viejita abandonada”. Sus nietos y su hija Ana Lidia la cuidaban y visitaban. Amparito fue una mujer independiente, que caminaba sin bastón ni ayuda, que disfrutaba de salir al parque como cualquier persona. Ser una persona de la tercera edad no te limita ni te quita el derecho de caminar libremente, de disfrutar la vida y de salir de tu casa con tranquilidad.
Me duele leer a quienes dicen que la “Ley Amparito” se aprobó “por capricho de una ciudadana”. No tienen idea de las horas de dolor, del horror de ver las imágenes de su madre despedazada, de las horas interminables en la fiscalía, de noches sin dormir, de lágrimas sin consuelo, de un duelo que nunca pudo vivirse en paz.
No saben las veces que Ana Lidia tuvo que revivir el dolor de perder a su madre de esa forma cada vez que había un nuevo obstáculo; no saben lo que costó conseguir incluso unas simples copias de un expediente.
Sumado a todo esto, el juicio contra las responsables de esta tragedia aún no ha terminado. Y, en medio de ese proceso, mi querida Ana Lidia ha sido un ejemplo de resiliencia y de amor profundo hacia su madre. Me siento profundamente orgullosa de este logro, pero sobre todo, anhelo que su corazón encuentre paz… que pueda tener, aunque sea por un momento, la oportunidad de respirar y vivir su duelo.
Como animalista, creo firmemente que todos tenemos la responsabilidad de ofrecer a nuestras mascotas un hogar con cuidados dignos. Nunca he estado, ni estaré, a favor del maltrato animal. Esta ley no busca dañar a los animales, sino crear conciencia y responsabilidad para que tragedias como esta no vuelvan a repetirse.
Esta ley no es un capricho: es el resultado de transformar una tragedia inmensa en algo que salve vidas. Es el fruto de usar el dolor como motor para construir algo bueno, algo que evite que otra familia viva lo mismo.
Verenice Flores.