10/07/2024
Como saben, escribo novelas de terror. La mayoría sabe que me encanta lo que hace Nostra morte. Por ello es que al ver una convocatoria en la cual se debía escribir una historia basada en una canción, elegí «Réquiem demort». Les comparto la historia.
*Nota: quedé como finalista.
😉🙃
𝐃𝐢𝐧𝐚́𝐦𝐢𝐜𝐚: Tintas y notas
𝐓𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨: "Sádica sinfonía"
𝐀𝐮𝐭𝐨𝐫: M Janet Avilés López Fénix
𝐈𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧: "Réquiem de mort" - Nostra Morte
𝐂𝐨𝐧𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧: Finalista
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Hace muchos años en Londres, existió Frederick, un músico que deseaba enamorar a una bella bailarina de nombre Dafne. Fred era un sujeto solitario que no solo amaba profundamente a Dafne, sino que se obsesionó con la idea de conquistarla. Máxime, porque ella jamás se había dignado ni a voltear a verlo.
Un día, Frederick fraguó un plan para declararle su amor. Todo sería mediante una melodía magnífica. y diferente a lo que se habituaba.
Durante una noche de octubre, Fred deambulaba con formalidad por las calles empedradas, acechando al último ejemplar de su orquesta.
La noche del espectáculo llegó.
El teatro se quedó en silencio. Los invitados presentían que algo terrible se ceñía sobre el sitio. No obstante, aguardaron para saber si se trataba de una mala broma. Instantes después, las cortinas se abrieron. Frederick portaba una media máscara en color ocre, que simulaba el rostro de un demonio. Empero eso no era lo que llamó la atención: diez chicos maniatados en camillas colocadas verticalmente, plañían. Salvo uno, que se encontraba hecho pedazos. Solo se reconocía porque Fred tuvo la sutileza de mantener intacto el rostro, el cual acomodó en la parte que le correspondía estar, para que Dafne pudiera identificarlos: los jóvenes eran sus pretendientes.
Fred se puso una bata, abrió un estuche y de él sacó un escalpelo. El público seguía pávido. Querían huir, pero las puertas estaban selladas. No les quedó de otra más que regresar a sus butacas. Dafne no tenía elección: se encontraba atada en un asiento de la primera fila.
Frederick se dirigió solo a la bailarina: anunció que una sádica sinfonía es arte, que no se asustara.
De repente, el réquiem comenzó. Los restos del mutilado tintineaban cuando Fred golpeaba con el fémur cualquier otro hueso. Los demás hombres, lanzaban alaridos que Frederick manipulaba para que sonaran como notas exactas, mientras vociferaba por un «re» más. Lo peor era cuando pedía ese «mi» que anunciaba el trágico fin de cada uno.
Dafne le suplicó a Fred que los dejara. Extasiado la amenazó: que si continuaba negándose a disfrutar el espectáculo, la haría cantar el réquiem; ya que faltaba una bella voz.
Las cortinas se cerraron tras una sonrisa macabra de Fred. Las luces se apagaron, quedando atrapados entre los muros, los lamentos de diez hombres torturados, y la locura de aquellos que presenciaron el más horripilante réquiem.