Sustos Que Dan Gusto

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Bienvenidos a este espacio
en este vamos a hablar sobre temas paranormales, terror, suspenso, teorías conspirativas, esoterismo y más...
Y QUE ESTA NOCHE EL MIEDO ESTE CON USTEDES!!!

¡Un saludo a mis nuevos seguidores! ¡Estoy feliz de que me sigan! Elmira E Santiago Veitez, Campiño Jairo, Elizabeth Are...
20/08/2025

¡Un saludo a mis nuevos seguidores! ¡Estoy feliz de que me sigan! Elmira E Santiago Veitez, Campiño Jairo, Elizabeth Arenas Martinez, Cuervo Rivera, Antonia Fernández de los Reyes, Cesar Monterrosa, Fernando Marquez Elicea, Héctor Germán Villavicencio, Xochitl Soria, 라즈라울, Bloquera Garzon, Josue De Jesus, Berrnar Jeda

[Experiencia real] Me quedé en un hotel de carretera y creo que casi no salgo vivoUsuario: u/CaminoViejo23Subreddit: r/P...
14/08/2025

[Experiencia real] Me quedé en un hotel de carretera y creo que casi no salgo vivo
Usuario: u/CaminoViejo23
Subreddit: r/Paranormal

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Ok, no suelo postear en este tipo de foros, pero necesito saber si alguien más ha estado en este lugar o si solo me volví loco. Esto pasó hace dos noches en la carretera vieja rumbo a la sierra, cerca del kilómetro 45.

Era tarde, estaba lloviendo y no había señal en el celular. Vi un letrero viejo de neón que decía Hotel Mirador del Alba. El lugar parecía abandonado, pero las luces del lobby estaban encendidas. Entré para preguntar por una habitación.

El recepcionista, un señor canoso y con la piel como grisácea, me entregó la llave de la habitación 6 sin darme opciones. No me pidió identificación ni pago por adelantado. Solo dijo: "Es la más cómoda."

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[Foto 1: imagen borrosa del pasillo con alfombra roja y paredes amarillentas, al fondo se ve una sombra oscura al lado de la puerta 6]
(No recuerdo haber visto a nadie en ese momento, pero cuando revisé la foto más tarde… ahí estaba.)

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A la 1:00 a.m. me despertaron golpes en las paredes, como si alguien estuviera encerrado dentro. Luego escuché quejidos y susurros que venían de todos lados. Acerqué el oído a la pared y algo caliente me mojó la oreja… al tocarlo, mi mano estaba cubierta de un líquido oscuro.

A las 3:33, el espejo frente a la cama reflejó a alguien parado detrás de mí, alto, delgado, con la cabeza inclinada hacia un lado. Volteé y no había nada… pero cuando regresé la vista al espejo, ahora estaba más cerca.

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[Foto 2: espejo empañado con una silueta oscura muy marcada detrás del fotógrafo]
(Juro que estaba solo.)

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Intenté salir, pero la puerta daba al mismo pasillo una y otra vez, como si el hotel fuera un bucle. La alfombra estaba húmeda y olía a hierro. Desde abajo de la cama salió una mano huesuda que me agarró el tobillo. Pateé y corrí sin mirar atrás.

No sé cómo llegué al auto. Maneje sin parar hasta encontrar señal y dormir en una gasolinera. El problema es que, esta mañana, revisé el asiento trasero… y la tapicería está húmeda, con la misma mancha oscura.

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Edit:
Varias personas me han escrito diciendo que la habitación 6 no existe en la numeración normal del hotel, pero aparece en el registro como “ocupada” desde 1978.

"Nunca aceptes la habitación 6"No sé cuánto tiempo tengo antes de que me encuentren, pero necesito dejar esto escrito.Me...
13/08/2025

"Nunca aceptes la habitación 6"

No sé cuánto tiempo tengo antes de que me encuentren, pero necesito dejar esto escrito.
Me hospedé anoche en el Hotel Mirador del Alba, en medio de la carretera vieja. El recepcionista apenas me miró y me dio la habitación 6. Dijo que era la mejor… no me di cuenta de que sus manos estaban manchadas de algo oscuro.

Todo comenzó a la 1:00 a.m. Escuché golpes en las paredes, como si alguien estuviera atrapado dentro. Luego vinieron los quejidos, ahogados, como de alguien con la boca llena de sangre. Me acerqué para escuchar y sentí algo caliente mojar mi oído… cuando me aparté, tenía la piel manchada de rojo.

El espejo me devolvía mi imagen, pero detrás de mí había una sombra alta, inmóvil, que parecía sonreír. Cuando volteé, no había nadie… pero el reflejo seguía ahí.

A las 3:33 las paredes comenzaron a latir como si fueran de carne. El piso se volvió blando, y entre las rendijas brotaba un líquido espeso. Algo empezó a arrastrarse debajo de la cama y cuando me incliné para mirar, vi un rostro pálido sin ojos que susurró:
—Ya eres mío.

Salí corriendo y logré abrir la puerta… pero el pasillo no llevaba a la salida. Solo se repetía una y otra vez, como un laberinto infinito, y cada vez las luces se apagaban más.

No sé cómo escapé, pero ahora estoy en mi auto escribiendo esto. El problema es que, en el espejo retrovisor, veo la sombra sentada en el asiento de atrás… y creo que sonríe.

"Hotel Mirador del Alba – Registro final"El Hotel Mirador del Alba se levantaba en medio de la nada, con su fachada desc...
12/08/2025

"Hotel Mirador del Alba – Registro final"

El Hotel Mirador del Alba se levantaba en medio de la nada, con su fachada descascarada y un letrero de neón rojo que chisporroteaba como una herida abierta. Los que vivían cerca nunca se acercaban, pero tampoco se atrevían a demolerlo. Decían que el lugar no quería morir.

Esa noche, Marcos y Laura, una pareja que viajaba desde la ciudad, decidió hospedarse ahí. El recepcionista —un hombre de piel ceniza y manos temblorosas— les ofreció la habitación 6, asegurando que era “la más cómoda”. No sabían que, en el registro del hotel, esa misma habitación tenía más de 80 nombres tachados, sin fecha de salida.

Apenas cruzaron el pasillo, sintieron algo extraño: las sombras en las paredes se movían, estirándose como si trataran de tocarlos. Marcos creyó ver una mano negra que salía del marco de un cuadro y se retraía al ser vista.

En la habitación, el aire era espeso, con un olor dulzón y metálico. Mientras Laura abría la ventana, oyó golpes secos dentro de la pared, seguidos de un susurro ronco:
—Aquí… sigue sangrando…

El piso crujía bajo sus pies, pero el sonido no era de madera… sino como el de carne hundiéndose bajo presión. Cuando Laura miró hacia abajo, juraría que por las rendijas del suelo se escurría un hilo rojo.

A medianoche, los objetos comenzaron a moverse solos: la lámpara se arrastró por el buró y se estrelló contra el piso, el ropero se abrió revelando ropa ensangrentada que no les pertenecía, y el espejo frente a la cama mostró algo imposible: Marcos y Laura estaban dentro del espejo… pero con la piel arrancada, colgando de ganchos oxidados.

Trataron de huir, pero la puerta se cerró con un golpe tan fuerte que las paredes temblaron. Y entonces empezaron los gritos. Venían de todas partes: del piso, de las paredes, del techo. Algunos eran alaridos desgarradores, otros risas infantiles cargadas de odio. Entre los ruidos, escucharon algo más… pasos húmedos, acercándose lentamente por el pasillo.

La cerradura comenzó a girar desde afuera. La puerta se abrió… pero no había nadie. Solo un olor nauseabundo y un frío que quemaba. Las sombras entraron como humo negro, rodeándolos. Laura sintió dedos helados cerrarse en su garganta. Marcos gritó, pero su voz fue absorbida por el mismo muro que empezó a abrirse como si fuera de carne, revelando un hueco palpitante.

Los dos fueron arrastrados dentro. Lo último que escucharon fue un coro de voces diciendo al unísono:
—Ahora son parte del hotel.

A la mañana siguiente, el recepcionista limpió unas gotas oscuras que manchaban el pasillo. Sonrió levemente y anotó en el registro:
"Pareja – Habitación 6. No regresaron."

Esa noche, dos sombras nuevas se sumaron a las que rondaban el pasillo… y una voz femenina comenzó a gritar desde las paredes, pidiendo que alguien le devuelva la piel.

"Habitación 6"En el corazón de la sierra, a la orilla de una carretera olvidada, se alzaba el Hotel Mirador del Alba. De...
12/08/2025

"Habitación 6"

En el corazón de la sierra, a la orilla de una carretera olvidada, se alzaba el Hotel Mirador del Alba. Desde lejos parecía un lugar encantador: fachada antigua, balcones de hierro forjado y un letrero de neón que parpadeaba como si estuviera cansado. Sin embargo, los lugareños advertían a todo viajero:
"Si la noche te alcanza ahí… no entres."

El hotel tenía una extraña costumbre: siempre ofrecía la habitación 6 sin importar cuántos cuartos libres hubiera. Decían que era la “más cómoda”, pero nadie que durmiera ahí volvía a salir… al menos, no vivo.

Ana y Rubén, una pareja que viajaba de madrugada, no creían en cuentos de pueblo. El cansancio los obligó a aceptar la oferta. Apenas cruzaron el pasillo principal, notaron algo inquietante: sombras que se deslizaban por las paredes aunque no hubiera nadie cerca. Eran figuras alargadas, deformes, que parecían observarlos y moverse más rápido cuando intentaban mirarlas de frente.

En la habitación, el aire estaba denso y frío, impregnado de un olor metálico. Mientras Ana desempacaba, escuchó un golpe seco dentro de la pared, como si algo se hubiera estrellado desde dentro. Luego, un quejido ahogado emergió de ahí, como si alguien murmurara pidiendo ayuda… o maldiciendo.

La noche empeoró. La lámpara de mesa se encendía y apagaba sola, las sábanas se deslizaban hacia el piso, y el espejo frente a la cama mostraba a tres personas: Ana, Rubén… y una figura oscura detrás de ellos, inmóvil.

Rubén, aterrado, quiso salir, pero la puerta no cedía. La cerradura giraba sin abrirse, como si algo del otro lado la sostuviera. De pronto, los gritos empezaron: docenas de voces desgarradas salían de las paredes, mezcladas con golpes, llantos y risas que parecían de niños.

El reloj marcó las 3:33 cuando la luz se apagó por completo. Ana encendió el celular… y alcanzó a ver que la figura del espejo ahora estaba dentro de la habitación, a un paso de ellos.

A la mañana siguiente, el recepcionista colocó dos llaves más en el mostrador. Sin decir palabra, apuntó algo en un viejo libro:
"Pareja, habitación 6. No regresaron."

Y esa noche, las sombras del pasillo parecían más numerosas que antes.

“El Pabellón 13”---Durante años, el Hospital General de San Remo fue considerado uno de los centros médicos más antiguos...
07/08/2025

“El Pabellón 13”

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Durante años, el Hospital General de San Remo fue considerado uno de los centros médicos más antiguos y respetados del país. Sin embargo, en sus entrañas, escondido al final de un pasillo que pocos recorrían, existía un lugar que nadie mencionaba: el Pabellón 13.

Este pabellón había sido clausurado tras un incendio ocurrido en 1989, en el que murieron inexplicablemente trece pacientes y una enfermera de nombre Clara, que quedó atrapada intentando salvarlos. Desde entonces, las puertas del pabellón fueron cerradas con cadenas y se prohibió el acceso. O al menos, eso se creía…

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Turno de noche

Lucía, una joven doctora en su primer año de residencia, fue asignada al turno nocturno. Esa noche, mientras revisaba expedientes, recibió una alerta en su radio interna:

> “Se escucha ruido en el Pabellón 13. ¿Algún residente cerca para verificar?”

Confundida, Lucía respondió que ese pabellón estaba fuera de servicio. Pero la voz en la radio, con un tono grave y extraño, insistió:

> “Ve sola. No tardes.”

Movida por el deber —y la curiosidad—, Lucía tomó su linterna y se dirigió al pasillo prohibido. A medida que se acercaba, las luces parpadeaban, y el ambiente se volvía más frío. Una sensación pesada se apoderó de su pecho.

Las cadenas de la puerta del pabellón estaban rotas. Dentro, todo parecía detenido en el tiempo: camas oxidadas, sábanas ennegrecidas, herramientas médicas cubiertas de polvo… y silencio. Un silencio tan profundo que se podía escuchar el latido del propio corazón.

De pronto, una camilla comenzó a rodar sola por el pasillo. Lucía la siguió, aterrada pero hipnotizada. La camilla se detuvo frente a una habitación con la placa oxidada: “Sala de cuidados intensivos - 1989”.

Adentro, encontró una figura borrosa frente a la ventana. Al acercarse, notó que era una mujer con uniforme antiguo de enfermera. Lucía apenas pudo susurrar:

—¿Está bien…?

La figura se giró. Su rostro estaba carbonizado, sus ojos vacíos, y su boca se abrió emitiendo un grito ensordecedor que no parecía humano. La habitación se cerró sola, y las luces explotaron una a una. Lucía gritó, pero nadie respondió.

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El informe final

Al día siguiente, el personal del hospital encontró a Lucía tirada en el pasillo frente al Pabellón 13, con la mirada perdida, murmurando una y otra vez:

> “Ella no los dejó ir… los tiene a todos… atrapados…”

Desde entonces, otros empleados han afirmado escuchar gritos y pasos en ese pabellón, ver luces encenderse solas, y oír voces pidiendo ayuda detrás de las paredes.

Pero nadie se atreve a entrar. Porque todos saben que la enfermera Clara aún sigue ahí, reviviendo la noche del incendio, cuidando a sus pacientes… aunque ya todos estén mu***os.

"La Anciana de la Luna Llena"En un pequeño pueblo olvidado por el tiempo, donde las noches eran más oscuras que en cualq...
01/08/2025

"La Anciana de la Luna Llena"

En un pequeño pueblo olvidado por el tiempo, donde las noches eran más oscuras que en cualquier otro lugar, existía una leyenda que los ancianos murmuraban entre dientes: "Nunca mires a la anciana del sendero cuando haya luna llena. Si la ves… ya no eres tú."

Nadie sabía su nombre verdadero. Algunos la llamaban Doña Luzbel, otros simplemente La Abuela. Vivía en una vieja choza al borde del bosque, en un camino que sólo aparecía bajo la luz plateada de la luna llena. Durante el día, no había rastro del sendero, ni de la choza, ni de ella.

Pero cada cierto tiempo, cuando la luna estaba en su punto más alto, alguien desaparecía. No el cuerpo. No del todo. Lo que desaparecía… era el alma.

Mateo era un joven curioso, aficionado a las historias de terror. Había escuchado la leyenda de la anciana y, como muchos otros, la consideraba solo un cuento más para asustar a los niños. La noche del 31 de octubre, con la luna llena colgando como un ojo blanco sobre el pueblo, decidió caminar hasta el bosque para comprobar si la historia era real.

Y lo era.

Apenas cruzó los primeros árboles, el sendero apareció como dibujado por la misma luna. Un aire frío lo envolvió. Caminó hasta que la vio: una anciana encorvada, con cabello largo y blanco como telaraña, sentada en un sillón de mimbre podrido, justo frente a su choza. Tenía los ojos completamente negros y una sonrisa que parecía tallada en un rostro arrugado como cuero seco.

Mateo intentó retroceder, pero fue demasiado tarde. Ella lo miró.

En ese instante, sintió cómo algo lo succionaba desde dentro. No era su cuerpo el que se movía, sino su alma la que se alejaba, absorbida por los ojos de la anciana. Su esencia, sus recuerdos, sus emociones, fueron arrancados uno a uno. Y al final, sólo quedó un cuerpo vacío, de pie, sonriendo como ella, imitando sus movimientos.

Desde entonces, Mateo aparece en el sendero junto a ella durante cada luna llena, esperando a la siguiente víctima que no crea en cuentos de viejas.

Y tú… si alguna vez ves una anciana mirándote bajo la luz de la luna, no la mires a los ojos. Corre. O ya no serás tú.

"La Mujer de la Pared"En un pueblo olvidado por el tiempo, cubierto por la niebla y los susurros, se encontraba una viej...
31/07/2025

"La Mujer de la Pared"

En un pueblo olvidado por el tiempo, cubierto por la niebla y los susurros, se encontraba una vieja casa de tejas podridas y ventanas selladas con tablas cruzadas. Nadie quería acercarse, ni siquiera los vagabundos que buscaban refugio del frío. Se decía que estaba maldita, que por las noches se escuchaban lamentos detrás de las paredes.

Años atrás, una mujer llamada Isela había desaparecido sin dejar rastro. Tenía 27 años, una sonrisa que iluminaba hasta los rincones más sombríos y una vida llena de sueños. Vivía sola, era reservada, pero todos en el pueblo la conocían y la querían. Una tarde cualquiera, simplemente ya no volvió. No hubo señales de lucha, ni cartas, ni huellas. Solo el silencio.

Durante meses, los vecinos organizaron búsquedas, pero fue inútil. La policía archivó el caso como una desaparición sin resolver. Los rumores crecieron como maleza: que Isela había huido, que había sido raptada por alguien del pueblo, o que la casa vieja, donde fue vista por última vez, tenía algo que ver.

Décadas después, un grupo de jóvenes aficionados a lo paranormal decidió grabar un documental en el pueblo. Se sentían atraídos por la leyenda de la mujer perdida. Querían grabar dentro de la casa abandonada, donde, según los lugareños, las paredes respiraban por la noche y los espejos se empañaban con mensajes escritos desde dentro.

La primera noche dentro de la casa, los jóvenes instalaron cámaras y sensores. Al principio, solo captaron sonidos sutiles: pasos arrastrados, susurros que no provenían de ningún lado, un murmullo que repetía: "Ayúdenme...".

Al segundo día, una de las cámaras cayó al suelo. Cuando revisaron la grabación, se veía claramente la figura de una mujer con cabello largo y sucio, piel grisácea y uñas como garras. Su rostro estaba deformado por el tiempo y el encierro, y sangraba por la boca como si hubiera gritado durante años. Se acercaba a la cámara y decía con voz quebrada:
“Estoy aquí… detrás de los muros…”

Los jóvenes, aterrados, buscaron entre las paredes. Golpearon con martillos, y de una de ellas salió un olor nauseabundo. Al romperla, encontraron un cuerpo momificado, con restos de un vestido azul aún adherido a los huesos. El rostro, aunque reducido a una calavera, todavía conservaba un rastro de tristeza infinita. Era Isela.

Había sido emparedada viva.

La investigación reveló que el antiguo dueño de la casa, un hombre de aspecto respetable y modales amables, había tenido una obsesión enfermiza con ella. Al ser rechazado, la encerró y la dejó morir lentamente en la oscuridad.

Pero Isela no encontró la paz al ser descubierta. Al contrario. Su espíritu se hizo más fuerte. Ahora camina por los corredores de la casa, llorando, gritando, y buscando venganza contra cualquiera que entre. A veces, se escucha cómo rasguña las paredes desde adentro, como si aún intentara salir.

Dicen que si estás en silencio frente a una pared vieja y escuchas con atención… puedes oírla susurrar tu nombre.

"El Rostro Prestado"En un pequeño pueblo rodeado de niebla y silencio, comenzaron a circular historias extrañas. Se decí...
30/07/2025

"El Rostro Prestado"

En un pequeño pueblo rodeado de niebla y silencio, comenzaron a circular historias extrañas. Se decía que algunas personas eran vistas en dos lugares al mismo tiempo. Otros afirmaban que sus familiares actuaban… distintos. No mal, solo vacíos.

Nadie prestó demasiada atención, hasta que desapareció Samuel, el carnicero del pueblo.

Una semana después, Samuel regresó como si nada. Vestía igual, hablaba igual, conocía detalles íntimos de su vida… pero sus ojos parecían demasiado quietos, como si observaran desde una profundidad no humana. Su esposa fue la primera en notarlo. Lo confrontó una noche y Samuel simplemente sonrió. Dijo, con voz suave:
—Ahora sí soy el verdadero.

Días después, su esposa desapareció también.

No pasó mucho antes de que la historia se repitiera con otros: un niño fue visto dos veces en el mismo parque, una anciana respondió a su propia puerta y se vio a sí misma… gritando antes de que el silencio lo cubriera todo. Cada vez, el "duplicado" era más perfecto, más convincente. Y cada vez, el original desaparecía sin dejar rastro.

Las autoridades comenzaron a sospechar, pero todo intento de investigar acababa mal. El agente Ramírez fue uno de los últimos en intentarlo. Comenzó a seguir a uno de los supuestos duplicados: una joven llamada Clara que había vuelto después de haberse perdido en el bosque por dos días. Había algo inexacto en sus movimientos… como si imitara la forma humana pero aún no la entendiera del todo.

Una noche, el agente irrumpió en su casa, armado, decidido a acabar con la pesadilla. Pero lo que encontró no fue un monstruo. Fue él mismo, sentado en la mesa, tomando café con Clara. El otro Ramírez lo miró, sonrió y le dijo:

—Gracias por venir. Me faltaba tu parte para completar el alma.

Lo último que escuchó fue su propia voz diciendo:
—Ahora soy yo.

El pueblo terminó por desaparecer de los mapas. Las casas vacías, sin señales de violencia. Sin rastros de vida. Solo fotografías descoloridas de personas con rostros que parecían… demasiado parecidos entre sí.

Algunos dicen que los doppelgängers siguen ahí, vagando, probando cuerpos, aprendiendo gestos. Buscando almas completas para quedarse. Porque una vez que imitan a alguien a la perfección, pueden vivir.

Y una vez que viven… tú dejas de existir.

El Duende del MiedoEn un rincón olvidado del mundo, entre los pliegues de la realidad y el reino de los sueños, habita u...
29/07/2025

El Duende del Miedo

En un rincón olvidado del mundo, entre los pliegues de la realidad y el reino de los sueños, habita una criatura que no pertenece a ninguno de los dos. Nadie sabe cuándo apareció, ni de dónde vino, pero los ancianos del pueblo cuentan que cuando los niños empiezan a despertar llorando cada noche, cuando el miedo se adhiere a las paredes como moho, es porque el Duende del Miedo ha regresado.

Este duende no mide más de medio metro. Su piel es grisácea como la ceniza, y sus ojos son dos pozos negros que brillan en la oscuridad como carbones encendidos. Tiene dedos largos y nudosos, y una sonrisa cosida con hilos invisibles que nunca desaparece. Pero no lo verás en tu cuarto. No. Este ser solo se manifiesta dentro de los sueños.

Durante el día duerme, oculto entre los susurros del viento o bajo las camas más viejas, esperando la noche. Y cuando el primer niño cierra los ojos… comienza su cacería.

Se desliza como humo dentro de las mentes infantiles, deformando sus dulces sueños en pesadillas aterradoras: juguetes que cobran vida con dientes afilados, sombras que se arrastran por las paredes, risas que se convierten en gritos. Mientras el niño se retuerce en la cama, envuelto en sudor frío, el duende observa y ríe, alimentándose del miedo que emana como v***r de sus cuerpos temblorosos.

Cuanto más miedo siente un niño, más fuerte se vuelve. Algunas noches, cuando un sueño es especialmente aterrador, el duende logra arrastrar una parte del alma del niño a su mundo, atrapándolo en una pesadilla eterna. El niño entonces despierta, pero algo en él ha cambiado: se vuelve silencioso, sus ojos se apagan… como si una parte de sí hubiese quedado atrás.

Nadie ha logrado detenerlo. Las plegarias no lo alejan, la luz de noche no lo asusta, y los cuentos de hadas no lo vencen. Pero se dice que hay una forma de protegerse: dibujar con tiza blanca un círculo bajo la cama y colocar dentro una pluma de cuervo. Si el duende intenta acercarse, será incapaz de atravesarlo… al menos por esa noche.

Sin embargo, pocos creen en esas leyendas. Y mientras tanto, los niños siguen llorando por las noches, atrapados en pesadillas que no entienden, mientras en lo más profundo de sus mentes, una pequeña figura ríe y se alimenta en silencio.

Y tú… ¿cerrarás los ojos esta noche sin mirar debajo de tu cama?

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