
04/09/2025
URGENTE CAMBIO EN SINDICATO UNIVERSITARIO
† Coherencia y transparencia debe imperar en la UAEMéx
La Universidad Autónoma del Estado de México atraviesa una crisis institucional derivada de diversas denuncias del sector estudiantil que han puesto en entredicho la vida académica y la credibilidad institucional. Sin embargo, mientras la atención parece centrarse en resolver estos problemas, existe otro frente igual de delicado: el sector administrativo, que hoy vive un cambio trascendental a través del proceso electoral en el SUTESUAEM.
Ignorar lo que sucede en este ámbito sería un error que podría costar caro, pues se están gestando prácticas que contradicen de raíz la política de cero tolerancia al acoso y a la corrupción impulsada por la rectora Patricia Zarza.
El caso de Francisco Colín Conejo es un ejemplo claro de esta contradicción. Su planilla incluye a personajes señalados por acoso laboral y sexual, lo que va en sentido opuesto al compromiso de construir espacios libres de violencia. A ello se suman los beneficios personales de los que ha gozado: una compensación cercana a los doce mil pesos quincenales, el ingreso de sus hijos a plazas administrativas y pactos con directores del llamado Grupo de la Luz, como los de las preparatorias 2, 3 y 5, con quienes presume haber asegurado el voto administrativo. Su trayectoria está además marcada por su vínculo familiar con quien encabezaba la dirigencia sindical en los tiempos del desfalco de la caja de ahorro del SUTESUAEM, episodio que aún pesa sobre la memoria colectiva del sindicato.
Paralelamente, Pedro Rodríguez Magallanes ha sido señalado por coercionar el voto en favor de Luz María García Molina, heredera política de Eréndira Fierro y Barrera Díaz, quienes buscan perpetuarse en el poder sindical bajo nuevas formas. Su candidatura está rodeada de señalamientos por nepotismo, contrataciones sin transparencia y promesas de plazas como moneda de negociación política.
En este mismo escenario aparece Betsabé Hernández Cruz, ahora parte de la planilla de Saúl Trejo González, con el antecedente de haber demandado a la propia universidad y con vínculos con corrientes sindicales ya conocidas, lo que alimenta la percepción de que no existe un relevo genuino, sino un reciclaje de actores que han marcado los procesos anteriores.
El panorama no podría ser más claro: mientras la universidad enfrenta denuncias estudiantiles que reclaman atención y justicia, en el sindicato se gestan movimientos que, de consolidarse, minarían la credibilidad de la política de cero tolerancia que Patricia Zarza ha colocado como bandera institucional.
La pregunta se vuelve inevitable: ¿se atreverá la administración a mirar también hacia el sector administrativo y a sostener con hechos lo que predica, o permitirá que las viejas prácticas de acoso, clientelismo y privilegios marquen de nuevo el rumbo del SUTESUAEM?