27/10/2025
El Evangelio de hoy (Lc 18, 9-14) nos presenta una oración que Dios escucha... y otra que no.
El fariseo ora consigo mismo. Su plegaria es un catálogo de sus méritos: "No soy como los demás... ayuno, pago..." Es una oración vacía, porque está llena de sí mismo.
El publicano, en cambio, no se atreve ni a alzar los ojos. Su oración es breve, humilde y verdadera: “¡Oh Dios, ten compasión de este pecador!”
Y Jesús nos da la clave del corazón que agrada a Dios:
“Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
Dios no mira la perfección que proclamamos, sino la sinceridad con que reconocemos nuestra necesidad. La verdadera oración nace de un corazón que sabe que lo necesita todo de Él.
Reflexión:
¿Cuándo fue la última vez que tu oración fue, simplemente, un grito humilde de confianza y necesidad?
➡️ Si esta verdad te llegó al corazón, compártela. Recordemos juntos el poder de la humildad. 🔄