01/08/2025
La espera que unió a dos desconocidos
A la salida de una primaria en Tlalnepantla, Estado de México, una niña de siete años se quedó sola tras terminar su jornada escolar. Su madre, retenida por un imprevisto, no llegó a tiempo. Preocupado por la situación, el director del plantel solicitó ayuda a la policía municipal.
Minutos después, un oficial se presentó en la escuela. No hubo dramatismo, solo la firme decisión de acompañar. El policía se sentó junto a la niña, atento, respetuoso, brindándole seguridad sin palabras grandilocuentes. La escena, sencilla en apariencia, contenía lo que a menudo falta en los relatos cotidianos: humanidad.
Cuando finalmente llegó la madre, luego de verificar su identidad, el oficial se retiró con discreción. No hubo aplausos ni reconocimientos públicos, solo la certeza de haber cumplido con su deber de proteger.
Este gesto, breve pero contundente, se convirtió en una noticia que reconcilia. Porque también las buenas noticias son noticias. Y en ellas, la presencia de un policía no es símbolo de conflicto, sino de cuidado.