29/09/2025
Les compartimos un artículo que secrealuzi hace unos años por el Día del Paracaidista Militar.
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Cada 29 de septiembre se festeja el Día del Paracaidista militar en México. En esta ocasión nos parece excelente oportunidad para dar a conocer la historia de un singular pionero e intrépido paracaidista, perteneciente a nuestra historia militar, Agustín Gutiérrez Peláez "El Gato".
En 1929, la entonces Secretaría de Guerra y Marina emitió la Convocatoria para reclutar a jóvenes aspirantes a formar parte de los voluntarios para integrar a los primeros Cuerpos de Paracaidismo del Ejército Mexicano.
Acudieron varios aspirantes, entre ellos el joven Agustín, quien durante la entrevista con el Oficial a cargo del proceso de admisión, fue rechazado, ya que padecía de un importante problema de visión, lamentablemente sufría de avanzada miopía.
Agustín, negándose a ser rechazado y perder la oportunidad de cumplir su sueño de poder alcanzar las alturas ofreció todo tipo de argumentos para ser aceptado. Con el paso de los minutos la conversación entre Agustín y el Oficial a cargo, subió de tono y el entonces Mayor Piloto Aviador, Eliseo Martín del Campo García, quien se encontraba en la oficina contigua, se percató de la discusión y acudió a ver que acontecía y quién era el responsable de tanto alboroto.
El Mayor Martín del Campo se encontró con un joven con enorme entusiasmo y convicción por ingresar, por lo que, después de pensarlo un momento, le ordenó al Oficial que lo admitiera, indicándole que él se haría responsable del insistente Agustín, y además él seguiría personalmente su desempeño durante el curso para comprobar que tuviera las habilidades, aptitudes y energía requeridos para convertirse en paracaidista. Por lo que, contra todo pronóstico, el joven Agustín fue admitido.
Durante el curso teórico, este entusiasta joven, se comportó a la altura de los requerimientos, teniendo una destacada actuación. En preparación para el primer salto, el Instructor le indicó a los aspirantes que siguiendo la tradición, para tal efecto trajeran un amuleto para el día siguiente.
Llegó el tan ansiado día del primer salto y al salir de casa, por los nervios al joven Agustín se le estaba olvidando llevar el amuleto requerido, y no teniendo nada a la mano que llevar en ese momento, de forma instintiva tomó lo primero que encontró a mano; un pequeño gato que tenía en su casa, el cual guardó dentro de su chamarra de cuero y se fue al lugar de la cita. Ahí el Instructor reunió a los aspirantes en formación de círculo, y después de darles las instrucciones previas al abordaje de los aviones que los llevarían a dar su primer salto, pidió a cada uno que mostrara el amuleto escogido. Hubo de todo; escapularios, imágenes y medallas religiosas, accesorios de vestir de familiares cercanos, etc.
Cuando tocó su turno a Agustín, sacó tímidamente de su chamarra al pequeño gato, lo que inmediatamente originó burlas y risas entre sus compañeros. El Instructor poniendo orden, preguntó el motivo de las burlas, ya que debía prevalecer el respeto y además remarcó que se trataba de un magnífico amuleto, ya que el gato tiene 9 vidas y siempre cae parado.
Afortunadamente el salto, realizado desde un biplano, culminó con éxito, Agustín con enorme alegría y orgullo pudo graduarse, y a partir de entonces, siempre se anotó el mote de "El Gato" apodo con el que se le conoció hasta el día de su muerte.
Su historia no acaba aquí, pues Agustín Gutiérrez Peláez, El Gato, no sólo fue Paracaidista, sino que también aprendió a volar, obteniendo su licencia de Piloto Aviador Privado, expedida por el entonces Departamento de Aeronáutica Civil (hoy Agencia Federal de Aviación Civil), habiéndose distinguido como un excelente aviador, aunque esa es historia para otra ocasión.
Interesantemente, El Gato y su familia, iniciaron un exitoso negocio familiar de venta y distribución de café, utilizando su propio avión monomotor en el que realizaba anuncios promocionales, durante los años 60. En dicho avión, tenía pintado en cada costado del fuselaje, un simpático gato con seis patas.
Como podrán adivinar, el Gato siempre tuvo una gran admiración, respeto y gratitud para con el General de División Piloto Aviador Diplomado de Estado Mayor Aéreo Eliseo Martín del Campo García, quien lo impulsó y apoyó a lo largo su carrera como Paracaidista militar y Aviador, y con quien fincó una profunda amistad.
La aviación mexicana, recuerda como un notable pionero de la misma al Gato y le hace homenaje con un busto, que se encuentra al interior de la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México, junto a los bustos de otros importantes pioneros del aire.
Agradecemos a los familiares de Agustín Gutiérrez Peláez, por la colaboración con la información histórica y material gráfico.
Fotografías: © Colección de la familia Gutiérrez.