08/11/2024
LA HIPOCRESÍA POLITICA EN COSTA RICA ANTE LA VISITA DE NAYIB BUKELE
Editorial Actualidad Digital. Mx del 8 de noviembre del 2024
Las políticas de seguridad en El Salvador, impulsadas por el presidente Nayib Bukele, nacen del fracaso de las estrategias de seguridad en la mayoría de los países de América Latina.
Mientras la región sufre crisis de legitimidad y crecimiento de la criminalidad, Bukele ha logrado un respaldo del 90% en su país, una aprobación sin precedentes en la historia reciente de la región. Su enfoque en la seguridad ha llevado a El Salvador a reducir drásticamente las tasas de homicidio, transformando al país de uno de los más violentos a uno de los más seguros del continente.
Este “modelo Bukele” ha resonado en toda América Latina y ha despertado tanto apoyos como críticas.
En contraste, la respuesta de la Asamblea Legislativa y el Poder Judicial a la visita de Bukele es un acto de hipocresía y miopía política. Estos poderes han anunciado que no recibirán al mandatario salvadoreño de manera oficial, a pesar de la relevancia de su experiencia en la lucha contra el crimen organizado y la violencia. Y es que estamos hablando aquí de un presidente electo democráticamente y con un triunfo arrollador. Es decir, que Nayib Bukele, goza del aprecio y el respeto de la población salvadoreña. Resulta paradójico, y hasta insultante, que la misma Asamblea Legislativa que rechaza a Bukele no dude en recibir con honores a dictadores y líderes que violan sistemáticamente los derechos humanos, siempre y cuando sean afines a sus ideologías.
En particular, los diputados del Frente Amplio y otros sectores de la izquierda costarricense han manifestado su negativa hacia Bukele, mientras cierran filas y rinden pleitesía a regímenes como el de Nicolás Maduro o Daniel Ortega. Incluso, muchos de estos diputados que hoy se rasgan las vestiduras por la visita de Bukele, han asistido a “las tomas de posesión de gobierno”, de los antes señalados.
Así de grande es la hipocresía de estos.
La política costarricense parece atrapada en una red de mezquindad y sesgo ideológico, poniendo los intereses partidistas por encima del bienestar y la seguridad de sus ciudadanos.
Mientras el presidente Rodrigo Chaves y su ministro de Seguridad, Mario Zamora, mantienen una lucha constante por restablecer el orden, combatir el narcotráfico y el crimen organizado, algo que hacen con la colaboración de los Estados Unidos, la clase política se empeña en bloquear cualquier oportunidad de colaboración efectiva en materia de seguridad, simplemente porque los logros de Bukele no encajan en su narrativa.
Y porque para estos, todo lo que provenga del gobierno de Chaves, debe de ser rechazado, aún y a sabiendas, de que es el pueblo el beneficiado, como de igual manera saben, que, con su negativa, es el mismo pueblo que ellos dicen defender y representar, el perjudicado.
Así de grande es su miopía política y su bajeza moral.
Ante este insólito panorama, es de entender que, informado por su embajador en dicho país, sobre el ambiente hostil en el ámbito legislativo y judicial costarricense, el presidente Bukele ha comunicado a su homólogo Rodrigo Chaves que no realizará visita alguna a los otros poderes de la República.
Su reunión será exclusivamente un intercambio entre jefes de Estado para tratar temas de seguridad, que incluye una visita al Centro Penitenciario La Reforma.
Con este paso, Bukele, en lugar de exponerse a la hipocresía y el desprecio de quienes representan la agenda política costarricense, se enfocará en lo que realmente importa: la colaboración en temas que afectan directamente a la seguridad de la región.
Costa Rica no necesita más mezquindad en sus instituciones; necesita pragmatismo, apertura y un enfoque serio en la seguridad de sus ciudadanos. Mientras la Asamblea Legislativa y otros poderes de la República se encierran en su burbuja ideológica, el crimen organizado y el narcotráfico siguen avanzando en el país, sin detenerse ante los discursos vacíos ni las demostraciones de falsa moralidad.
Bukele llega con una invitación clara para intercambiar ideas sobre seguridad, y Costa Rica, de seguir este camino, está perdiendo una oportunidad invaluable.
En lugar de cerrarse ante la experiencia de un líder que ha conseguido avances tangibles en la reducción de la criminalidad, la clase política costarricense debería abrirse a escuchar, porque en este tema, las vidas y el bienestar de la ciudadanía son las que están en juego. Costa Rica merece gobernantes y líderes comprometidos con soluciones reales, no una élite, unos aprendices de políticos, que se conforman con obstruir y despreciar aquello que no coincide con su estrecha visión de la realidad.