01/12/2025
El Gran Escape del Caminante de la Luna
Por Laura Saraí Ramírez
Diciembre 2017
Quizá no recuerde la hora exacta en que sucedió, lo que aún tengo muy presente es aquella sensación; el recorrer de una gota helada que empezaba desde mi coronilla y se deslizaba por toda mi espalda hasta el final de mis caderas. Era pasar del calor al frío y viceversa en un segundo. Ahí estaba yo, entre la incredulidad y el sentimiento de pérdida. Mi entonces pareja me leía una noticia que tal vez podríamos juzgar como banal, pero que, para mí, significaba mucho. Aquel 25 de junio de 2009, cuando el reloj marcaba las 12:26 pm, a la edad de 50 años, fallecía el Rey del Pop.
Para muchos de los lectores, Michael Jackson, aquella estrella en decadencia, es un interesante objeto de estudio que, en la práctica, causaba sentimientos encontrados. Esta vez, no me dejaran mentir y quizás estemos de acuerdo en que podrían escribirse postulados sobre su genio, su música, pero también sobre lo correcto o no, de su actuar. Para algunos el horror de su aspecto físico o sus extravagancias lo convertían en punto de crítica hasta odiarlo, lapidarlo o quemarlo, por medio de las letras electrónicas, mesas de debate en programas de televisión y por supuesto la prensa.
Para otros incluso hoy en día, resulta fascinante la complejidad de ese ser humano. Pasarían días enteros, no importando el estado del tiempo, bajo los balcones de algún hotel, que él que solía frecuentar, y esperar a que por sólo unos cuantos segundos, se asomara por la ventana, —no el rostro ni el cuerpo del cantante—, bastaba su mano con el símbolo de amor y paz para crear el mayor estruendo en varias cuadras a la redonda.
Michael, se había ganado un lugar muy especial en mi alma desde pequeña. Pocos meses antes del concierto que dio en la Ciudad de México en 1993, mis vecinos solían poner todos los días y a todo volumen el disco Dangerous. Apenas escuchaba las primeras notas de Will you be there, —canción famosa gracias a la película, Liberen a Willy— yo salía a la terraza del departamento donde vivía, e imaginaba un concierto sólo para mí.
Levantaba mis manitas y dejaba que danzaran en el aire al ritmo de la canción. En ese preciso momento, él estaba ahí, podía verlo. Por momentos bailaba y en otros me sonreía. Este último recuerdo estaba presente en mi memoria aquella tarde de junio.
A lo largo de nuestra historia han existido grandes personajes que se convirtieron en leyendas. Y que por supuesto no podemos negar —a pesar de los gustos personales— que, en la historia de la música popular, uno de ellos fue Michael Jackson, el showman y autoproclamado Rey del Pop quién a lo largo de
su vida y carrera, convirtió a la controversia en una constante. Se vuelve su sombra y le acompaña incluso a la tumba. Donde una leyenda da paso a otra.
Michael Jackson, en verdad, no ha mu**to.
La maleta de “emergencia” con 250 mil dólares en su interior se había minado poco a poco, hasta llegar a los 750. Mañana por la noche tomaría el vuelo a Londres, sería un viaje largo, ahí dormiría y se repondría de las horas en desvelo de esta semana. Pero su angustia crecía, no existía poder humano que lo salvara, estaba legalmente maniatado a cumplir el contrato de 50 conciertos, 5 funciones por semana con un promedio de 3 horas y media por noche. Pero a él no se le tenía permitido estar sentado, era el Rey.
Siempre exigirían más de él. Querían ver a su cuerpo poseído por el baile, él sería el sacrificio y ofrenda. También como en muchas otras ocasiones lo había hecho, no utilizaría el playback. Muy en su interior, sabía que los ensayos continuarían siendo extenuantes, más estresado de lo usual Michael caminaba de un lado a otro por el pasillo. —¿Qué debo hacer? — se preguntaba. Se detuvo en seco, a un costado en su mesa de noche se encontraba un frasco nuevo de Propofol. La única salida es la muerte.
Sí, puede parecernos sorprendente que se encuentre vivo, leyendo desde su laptop, todo material referente a él, viviendo como siempre había querido, una vida normal fuera de los reflectores. Imaginemos pues amigos míos, que a casi dos meses después de su fallecimiento y justo el día su funeral, el programa En Vivo con Larry King, presenta a un personaje especial. Dave-Dave un chico que a los 9 años fue torturado y quemado por su padre.
Sus cicatrices son visibles por todo su rostro y manos, lleva un traje negro, camisa blanca, una boina y lentes de pasta, a él se le nota cómodo. Entonces comienza a relatar cómo conoció a Michael, habla pausado, el tono de su voz es algo suave, adormecedor, algo nasal y cuando toca algún recuerdo sus ojos se abren mucho. Lo curioso es que aquella forma de narrar se escuchaba muy similar a la que ocupa Michael en algunas entrevistas.
Lo sé, podría parecer el título descabellado de un tabloide muy criticado pero lo cierto es que, incluso su muerte estuvo rodeada de misterio. Por más de un año, surgieron videos, encabezados, toda clase artículos que narraban teorías conspiracionistas, otros tantos comparaban el rostro del verdadero Dave con el que apareció en el programa. ¡oh Dios! ¡Está vivo y nos engañó a todos! El Rey del Pop, quizá ahora el doble del verdadero Dave-Dave, tan sólo se fue a casa como lo habrían hecho Elvis Presley, Tupac y en nuestro contexto el señor Pedro Infante.
Pero lo fantástico en esta historia, que aún pese a la muerte, legal y artística, Michael o gente muy cercana a él, juegue con nosotros, nos haga un guiño tras un pequeño disfraz como a él le gustaba y nos diga “Aquí estoy, no me he ido”. Por qué entonces, una celebridad del tamaño de Michael fingiría su muerte.
Amante de los disfraces y el escapismo, pudo tal vez huir de la farándula a una isla, a Dubai o a Irlanda. Pero el caminante de la luna, aquella figura que conocemos con un sombrero y lentejuelas, el poseedor del récord del disco más vendido del mundo desapareció aquel 25 de junio. Razones de peso existen para creer que en verdad murió: su adicción, su estrés, enfermedades, pero también puede existir otra más y muy poderosa para creer lo contrario, el dinero.
El showman más grande del mundo, estaba en bancarrota, la única manera de poder pagar sus excesivos gastos sería la gira This is it, pero la negociación del contrato se salió de sus manos, algunos artistas triplican sus ventas una vez que fallecen, como sucedió en esta ocasión, los boletos incluso se conservaban como el último recuerdo tangible de su artista favorito.
Tal vez lo necesario sea abrirnos a esta posibilidad, él deseaba una vida lejos de los reflectores, de los paparazzi, gracias a la muerte del personaje, lo consigue. A veces extraña aquella vida, pero no demasiado. Su salud mejora, ha terminado un tratamiento para el abuso de dr**as y también come mejor, subió un poco de peso.
Le gusta jugar mucho y en estos juegos se hace pasar por un tal Peter Midani que, en su cuenta de Facebook, constantemente publica audios, o transmisiones en vivo, Peter canta y habla como Michael, jamás muestra su rostro, pero es el mayor coleccionista de objetos autografiados por MJ, los envía por paquetería, gratuitamente.
También comparte algunos recuerdos de la familia Jackson, pero a pesar de todo, no se sabe su ubicación, ni quién es realmente. Sí Michael Joe Jackson murió el 25 de junio de 2009, existe un mausoleo sin nombre dentro del Cementerio Forest Lawn, cubierta de fotos, mensajes y flores dedicados al cantante. Pero quizá nos encontremos frente al acto de escapismo más grande del mundo.
El Gran Escape del Caminante de la Luna.
“Laura Saraí, es creadora literaria”.