19/11/2025
Voy a tratar de explicar de qué va exactamente el conflicto de Ricardo Salinas Pliego con el SAT, qué tiene que ver Mexicana de Aviación y porqué podemos afirmar que Ricardo no es una víctima del gobierno, sino de sus propias decisiones y estrategias.
Grupo Elektra intentó usar una estrategia fiscal para no pagar miles de millones en impuestos, y esa estrategia fue revisada a lo largo de más de una década, y simplemente no resistió el escrutinio judicial.
Y no se trató de un pequeño error contable, sino de una jugada diseñada para no pagar ISR. Que no salió bien.
Para entender cómo empezó todo hay que regresar al momento en que Grupo Elektra compró acciones de Mexicana de Aviación en 2010 por alrededor de 600 millones de pesos. Esa compra no tenía nada de ilegal. El problema empezó después, cuando dentro del propio Grupo Salinas reacomodaron esas acciones usando un valor nominal muchísimo mayor que su costo real. Eso generó una “pérdida” enorme, cercana a los 34 mil millones de pesos. Esa cifra no fue un "mal cálculo financiero del grupo" sino que fue el producto de una operación planeada deliberadamente para inflar pérdidas.
Esa operación estaba estructurada para producir pérdidas fiscales que luego Elektra utilizaría para compensar utilidades futuras.
Dicho de otra forma, lo que intentaron fue fabricar una pérdida artificial para pagar menos ISR. Y todas las empresas tienen estrategias para pagar menos impuestos, sí, pero los especialistas saben perfectamente distinguir entre una pérdida real derivada de actividad económica y una pérdida creada mediante una ingeniería contable que no tiene sustancia económica.
En el caso de grupo Salinas, se trató de lo segundo y el SAT lo detectó cuando revisó la transacción.
Salinas Pliego ha repetido que “lo que hizo no es ilegal”, pero la discusión nunca fue si podía comprar o vender acciones dentro de su propio conglomerado. La discusión fue si esa operación tenía sustancia económica real o si se diseñó exclusivamente para fabricar una pérdida ficticia.
Y eso precisamente fue lo que determinaron los tribunales. Porque claro que para una empresa, tener pérdidas legítimas no es delito. Pero lo que no se permite en la ley es simular pérdidas inexistentes para dejar de pagar impuestos. Y justamente eso fue lo que Elektra intentó hacer.
Hay que destacar que el litigio no nació con este gobierno, ni con el anterior. Los créditos fiscales se originaron en 2013. Es decir, ya han pasado once años de auditorías, recursos, amparos, revisiones, impugnaciones y resoluciones en diferentes sexenios.
Si esto fuera una persecución política, sería la persecución más lenta, torpe y contradictoria de la historia, atravesando gobiernos del PRI, del PAN y de Morena sin que ningún tribunal descartara el caso.
El cuento de que “le quieren cobrar doble” es completamente falso. Lo que Elektra llama “doble” es la suma de la omisión original más las actualizaciones y recargos acumulados por más de una década de no pagar. Eso no es doble cobro. Eso es exactamente lo que el SAT le cobra a cualquier persona física o moral que deja pasar años sin cumplir con sus obligaciones fiscales.
Es la consecuencia normal de no pagar a tiempo. Presentarlo como abuso o revancha política es, francamente, una mentira.
La pregunta para Salinas Pliego es que si su maniobra era legítima, ¿por qué perdió en todos los tribunales importantes que revisaron el asunto? Cuando una empresa tiene razón en un litigio fiscal, gana un amparo. Cuando no la tiene, pierde. Y grupo Salinas perdió. No una vez. Varias. Y no ante un solo juez. Ante magistrados y ministros distintos, en años y gobiernos distintos.
Lo que ocurrió fue que un conglomerado financiero quiso usar una operación contable para ahorrarse miles de millones de pesos en impuestos. Esa maniobra funcionó un tiempo, pero cuando el SAT revisó la operación, la consideró simulada.
Grupo Salinas litigó tanto como pudo, como cualquier gran corporativo que quiere ganar tiempo. Pero una y otra vez, la autoridad determinó que la pérdida fiscal era artificial.
Esa es la historia real. No hay complot. No hay persecución. No hay venganza.
Lo que le pasa hoy a Salinas no es un intento de “cobrarle dos veces”, ni un complot para “callarlo”, ni una cruzada personal para sacarlo de la contienda presidencial.
Lo que está pasando es mucho más sencillo: "se quiso pasar de vivo", pero la jugada no le salió.