
11/06/2025
HABLAMOS DE MIGRACIÓN:
La violencia y la intimidación no son, ni deben ser jamás, herramientas legítimas para abordar el fenómeno migratorio. Mucho menos cuando se aplican contra una comunidad profundamente trabajadora, dedicada y comprometida con su entorno, que ha demostrado una y otra vez su deseo de contribuir y vivir con dignidad.
El fenómeno migratorio no es una amenaza, es una realidad humana. Millones de personas en el mundo migran no por gusto, sino por necesidad: huyendo de la violencia, la pobreza, la persecución o la falta de oportunidades. Migrar es un acto de valentía, no un crimen.
Tenemos una responsabilidad ética y legal: atender la migración desde una perspectiva de derechos humanos, garantizando siempre la dignidad de las personas, su integridad física, emocional y legal, y reconociendo su aporte social, económico y cultural tanto en sus países de origen como en los de destino.
El respeto no está en negociación. No puede depender de ideologías ni de coyunturas políticas. El respeto a los derechos humanos es un principio fundamental del Estado de derecho, y debe aplicarse a todas las personas, sin excepción.
Desde este espacio, expresamos nuestro total respaldo y solidaridad con las y los hermanos migrantes, que en su legítimo deseo de buscar una vida mejor cruzan fronteras, enfrentando riesgos enormes y, muchas veces, situaciones de abuso o discriminación.
Migrar no es un delito. La movilidad humana debe ser tratada con responsabilidad y humanidad. Cualquier proceso migratorio debe realizarse con estricto apego a la ley, y bajo protocolos que prioricen la protección de los derechos humanos, especialmente de quienes se encuentran en situaciones vulnerables.
Los migrantes no están solos. Hay voces, instituciones y personas que los acompañan, los defienden y creen en un mundo más justo, donde nadie tenga que huir para poder vivir con dignidad.