06/07/2025
“Mami… ya no quiero que trabajes…”
Lo dijo despacito, con voz de niño triste y los ojitos a punto de llorar, mientras yo me recostaba cinco minutos en el sofá, sintiendo el cuerpo reventado y el alma exprimida después de otro día sin pausa.
—“Cuando tú te vas, yo todavía estoy dormido… y cuando regresas, a veces también ya estoy dormido. Y cuando no trabajas, ya no tienes ganas de jugar conmigo…”
Sentí un n**o en la garganta. No supe qué decir. El silencio se llenó de culpa.
Y entonces, remató:
—“Creo que es por tu trabajo, que te roba… y te roba mucho… hasta a mí me roba, mami.”
💔 Y ahí… me rompí.
Intenté explicarle, como pude, que mamá trabaja para que no falte la luz, la leche, los zapatos, los útiles… que todo eso cuesta, que nada se paga solo.
Pero él, con esa sabiduría inocente que tienen los niños, me miró y dijo:
—“Yo sería feliz solo contigo, mami. No importa si hay pan o arroz… si tú estás, yo soy feliz.”
Y ahí me di cuenta… que a veces damos todo con tanto sacrificio, pero no es lo que ellos más necesitan.
No era el refri lleno lo que él pedía… era a mí.
☁️ Así que busqué opciones. Cambié de trabajo. Me inventé una salida donde no la había. Porque cuando eres mamá, no siempre puedes… pero siempre lo intentas. Y si no hay camino, lo haces a machetazos.
🔺Mi respeto eterno a todas esas mujeres que cargan con dos papeles y un solo cuerpo. Que se parten en mil para llegar a todo, que lloran en silencio para no preocupar a sus hijos, que tienen el alma hecha pedazos, pero la sonrisa intacta.
Porque a veces, los niños no necesitan una casa perfecta…
Solo necesitan una mamá que esté.