05/09/2025
La generación que exige respeto, pero lo olvida dar
Por Panorama Digital
Vivimos en tiempos donde cualquier llamado de atención se considera agresión, donde la disciplina se etiqueta como abuso y donde los límites parecen ser opcionales. A esta juventud se le apoda “la generación de Cristal”, porque todo les quiebra: una palabra más alta, una crítica, una corrección. Pero, ¿y el cristal de los demás? Porque cuando ellos insultan, golpean o humillan, exigen comprensión. Pero si alguien les llama la atención, ahí sí, el mundo se les viene abajo.
Antes, los profesores no solo enseñaban matemáticas o español, enseñaban respeto. Aquellos maestros severos que “enderezaban” a los alumnos que se torcían un poco son los más recordados con cariño, porque detrás de esa disciplina había formación. Hoy, en cambio, la escena es distinta: padres que corren a la escuela a reclamar porque “no le puede hablar así a mi hijo”, en lugar de corregirlo en casa.
La educación empieza en el hogar
La reflexión es inevitable: la escuela educa, pero la casa forma. Un maestro puede enseñar fórmulas y reglas gramaticales, pero los valores —el respeto, la empatía, la obediencia— nacen y se refuerzan en el hogar. Si no se les enseña a los niños a respetar la figura que los guía, ¿a quién respetarán mañana? ¿A la ley, al policía, al vecino, a sus propios padres?
Lo sucedido en la Secundaria 35 no es solo una noticia; es un llamado de atención. Porque mientras sigamos formando generaciones que exigen derechos, pero olvidan deberes, lo que se quiebra no es el cristal: es el futuro.
La mañana de este jueves, la comunidad educativa de la Secundaria Harold R. Pape, número 35, se estremeció no solo por el incidente de violencia que se registró dentro de sus aulas, sino por lo que este hecho refleja de una realidad que cada vez es más difícil de ignorar: la pérdida de respeto hacia la figura del maestro.
A las 8:30 de la mañana, los docentes colgaron una lona en el portón principal y comenzaron a trabajar bajo protesta. Su mensaje es claro: “No más agresiones, exigimos respeto”. La razón, un estudiante golpeó a uno de sus profesores, convirtiendo el salón de clases en escenario de lo que antes era impensable: la autoridad siendo violentada por quien debería recibir su guía.
Abraham Segundo González Ruíz, titular de Servicios Educativos en la Región Centro, confirmó la agresión y la calificó como un hecho grave que va más allá de la escuela. “La enseñanza de valores comienza en casa; el respeto no es opcional, es la base de la convivencia”, declaró.
El sindicato ya ha intervenido en defensa del docente, activando los protocolos correspondientes. Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen es: ¿hasta dónde hemos llegado como sociedad para que la mano que enseña reciba golpes, y no gratitud?