27/11/2025
EL CASO DEL REPORTERO QUE NO SE QUISO ENSUCIAR
Crónicas de un reportero policiaco
Por: Rene Martinez
Ya habían avisado los medios del huracán Keith.
Tenía poco tiempo de haberme cambiado de empresa por lo cual enfrentaba al nuevo sistema de trabajo en el periódico.
El primer día de trabajo como reportero. El jefe de redacción no me dio orden alguna, me dijo simplemente: “Haz lo que quieras”
Tomé el maletín fotográfico y me fui a la calle, caminé durante algún tiempo y presenté un reportaje gráfico con breve texto y otro completo con entrevistas a especializados en el tema y todo. Luego de transcurrir el horario de trabajo me dirigí a casa, para lo cual tenía que tomar dos camiones urbanos, uno para ir al centro de la ciudad, ya que el edificio de la empresa estaba retirado y necesitaba estar ahí para abordar un camión que me acercara a casa.
Ya había empezado a llover, pero no me importaba, ya había terminado mi trabajo, además de que me encantaba estar en casa acompañado de mi familia, integrada por mi esposa y mis hijos.
Luego de comer en su compañía, me dispuse a compartir con ellos el televisor y ver sus caricaturas al igual que los programas infantiles que acostumbraban.
Cuando ellos ya dormían, pude cambiar el canal de televisión para poder ver algo más interesante a mi gusto. Alla, en el periódico, había varios reporteros, uno asignado a cada municipio del área metropolitana así que no tenía nada por qué preocuparme.
Al menos así lo pensé, pude notar al anochecer que la lluvia se intensificó; en aquellos años vivía a pocas cuadras del arroyo La Pastora, pero lo bastante retirado para que una crecida del mismo no afectara a mi casa. Estaba tan bien construida la colonia que ni siquiera las calles se inundaban cuando llovía mucho.
Casi a la media noche la luz de una torreta azul y rojo iluminó la ventana del frente de la casa, mi esposa murmuró “Creo que te buscan”
Sin pensarlo mucho, tomé el maletín que contenía el equipo fotográfico y al abrir la puerta, desde la patrulla un oficial de policía me hizo la seña de que me aproximase y abordara la unidad policiaca. Claro que lo hice.
Y para sorpresa mía, me llevó a poca distancia de la casa justo al arroyo la pastora que estaba bastante crecido y una de las calles que atravesaban la colonia llegaba hasta la orilla del lugar precisamente en espera a que fuera construido un puente para los autos.
El arroyo estaba muy crecido, parecía un verdadero río por su caudal ensanchado y a mitad del arroyo pude ver el motivo de la emergencia, un árbol fuerte pero aún joven, había sido parcialmente cubierto por el agua del arroyo y arriba del árbol, estaban dos jóvenes que no querían bajar atemorizados por la fuerza de la corriente del arroyo que apenas rebasaba el metro y medio de hondo pero que era fuerte por el caudal.
Era lógico, si intentaban bajar del árbol, serían arrastrados por la fuerza de la corriente sin duda alguna, me encaminé para acercarme al lugar, pues era de noche y la luz del flash aunque usaba uno potente no iluminaba más que unos cuantos metros así que requería acercarme para poder captar una buena imagen.
A poca distancia del margen del arroyo, pude ver estacionada una ambulancia de la Cruz Verde municipal con los tripulantes dentro.
No pude imaginar que esperaban, el rescate era unos metros delante de ellos. Peligraba la vida de dos jóvenes y ellos inmóviles arriba del vehículo de emergencia “No se vayan a mojar” pensé en el momento en que los rebasaba caminando para hacer mi trabajo, mientras sentía como mis pies se hundían hasta más arriba del tobillo, en el lodo.
Sabía que eran personal a sueldo del municipio, pero a luces se veía que no tenían capacitación alguna para una maniobra de rescate. Tal vez por eso preferían estar arriba del vehículo de emergencia observando cómo los jóvenes pedían ayuda.
Accioné la cámara varias veces para captar imágenes de lo que ocurría. Yo sabía nadar, pensaba que, si alguno de ellos caía, arrojaría la cámara a un lado y me lanzaría al agua, maniobra que ya había hecho antes con éxito, pero quería las fotos para el periódico primero. Pensaba que no era mucha la distancia que abarcaba el arroyo de lado a lado y el árbol se hallaba en mitad, eso reducía el espacio de rescate.
Medía mis posibilidades de hacerlo, y el sentido común me decía que esperase a que uno de ellos decidiera bajar para ayudarlo o todo sería inútil.
Pasó más de media hora y los jóvenes, que a todas luces no eran mayores de edad, seguían aferrados al árbol y los socorristas observando arriba de la ambulancia.
Ya tenía fotos suficientes y me disponía a gritar que uno de ellos se arrojase en mi dirección y yo lo sacaba; cuando escuché a mis espaldas el ruido de motor de un auto que se aproximaba. Ni siquiera me importó voltear a ver lo que pasaba pues mi atención seguía fija en los jóvenes.
Los tripulantes del auto que era un jeep pasaron velozmente a un lado mío, eran cinco, uno de ellos se quedó en la orilla y simplemente alzó el brazo sin decir palabra alguna, el resto formó una fila mientras sostenían una soga gruesa en las manos, eran militares que acudían al rescate, uno de ellos empezó a avanzar en el río seguido por sus compañeros formando una fila hacia el árbol mientras el sargento esperaba afianzando la soga.
Llegaron hasta el árbol y le dijeron a uno de los jóvenes que se arrojara y luego uno a uno se lo fueron pasando hasta llevarlo a la orilla casi cargando, luego el otro. Nadie me dijo nada por tomar las fotografías del rescate, luego se retiraron llevando al joven en el jeep para trasladarlo a su casa.
MI compañero que estaba arriba de la ambulancia, al ver esto bajó como pudo de la unidad y entre el lodo empezó a avanzar hasta donde yo me encontraba, pero cuando llegó ya habían rescatado a los jóvenes que se alejaban a bordo del jeep militar sin que él hubiese tomado una fotografía de lo ocurrido.
Yo guardé silencio, tuvo que regresar con el lodo hasta los tobillos para abordar la ambulancia, hasta el pantalón blanco que llevaba puesto estaba manchado de lodo. Y no había logrado hacer ni siquiera una foto.
Me dirigí lentamente entre el lodo hasta la patrulla para sacudirme el exceso de suciedad y enjuagar mis botas al menos hasta los tobillos y subí a la patrulla, los policías solo dijeron, “¿Te llevamos a tu casa o quieres ir al cuartel? yo pregunté entonces, ¿hay alguna noticia importante en el cuartel? como me dijeron que no, se ofrecieron a llevarme a la casa para que continuara mi cena y pudiera descansar un poco.
Cuando mi esposa los vio llegar, les ofreció unas tazas de café que le agradecieron con una sonrisa. Luego se retiraron. Yo de nuevo procedí a sentarme frente al televisor en la paz de mi casa, pero con la tranquilidad de haber obtenido buenas fotografías del rescate, ¡que indudablemente era la noticia más importante que adornaría la primera página del periódico al amanecer y además las imágenes eran exclusivas! ¡Ningún otro medio las tenía!
Al otro día a la llegada a la redacción yo no comenté nada. Mi compañero tampoco, sobre lo sucedido en el arroyo y el lugar donde nos vimos.
Pero las fotos que yo había captado, se publicaron en primera plana.
https://visionmty.tv/el-caso-del-reportero-que-no-se-quiso-ensuciar/