10/08/2025
—Mami, ya no quiero que trabajes —dijo el niño mientras le acariciaba la mano—. Casi no te veo.💔💔❤️🔥❤️🔥
Cuando tú vas al trabajo yo estoy dormido… y cuando vuelves, a veces también.
Y en tus días libres… estás tan cansada que ni fuerzas tienes para jugar conmigo.😓
Ella se quedó en silencio. Quiso responder con una sonrisa, con una excusa, con una mentira piadosa.
Pero no pudo.
Porque cuando te habla tu hijo con el alma, no hay argumento que te salve.
—Es que si no trabajo, no tenemos para comer —le dijo con la voz entrecortada—.
—No importa —respondió él, con esos ojitos brillando de amor puro—.
Yo sería feliz con lo que sea… si tú estás conmigo.
Y se hizo el silencio.
Ese que se siente cuando algo se rompe por dentro.
Cuando una verdad te atraviesa el corazón como espada.
Cuando un niño te enseña que a veces lo más valioso no es lo que das, sino cuánto estás.
Esa noche, esa mujer no durmió.
Pensó, lloró, y decidió cambiar.
No porque el trabajo no sea importante.
Sino porque ella es importante.
Porque su presencia vale más que cualquier juguete de moda.
Porque su abrazo es medicina, su risa es hogar, y su mirada… es el lugar donde su hijo se siente seguro.
No fue fácil.
No había un plan perfecto.
Pero donde hay amor, siempre hay alternativas.
Y así, con miedo y todo, se reinventó.
Cambió de trabajo. Ajustó horarios. Renunció a cosas…
para no renunciar a él.
Porque ser madre y padre al mismo tiempo es una carga que pesa.
Pero cuando la fuerza viene del amor, una mujer puede con todo.
Mi respeto profundo para esas mujeres que, aunque estén al borde, siguen eligiendo estar.
Con hambre, con cansancio, con deudas o con miedo…
pero estando.
Porque a veces, solo estar…
lo es todo.
Derechos de Autor Santi Y Kenji