21/05/2025
La muñeca poseída por demonios, llega a New
Orleans y provoca un gran incendio 😱🔥
En el oscuro mundo de lo paranormal, pocos objetos han generado tanto temor y fascinación como la muñeca Annabelle. Esta figura, que trascendió de los casos investigados por los renombrados demonólogos Ed y Lorraine Warren a la gran pantalla, es considerada por muchos como una de las entidades más peligrosas jamás documentadas.
Aunque la aterradora muñeca lleva muchos años en el Museo del Ocultismo de los Warren, esta vez fue trasladada hasta Nueva Orleans como parte de una exhibición temporal llamada «Devils on the Road», organizada por la Sociedad de Investigación Psíquica de Nueva Inglaterra. La muestra, instalada en el histórico Barrio Francés, tiene un enfoque educativo sobre el ocultismo y los riesgos de los objetos supuestamente poseídos.
No obstante, desde su arribo a tierras de Louisiana, dos sucesos alarmantes han encendido las alertas; primero, una fuga masiva de reclusos que las autoridades califican como «la más grave en tiempos recientes». Luego, un incendio arrasó la histórica mansión Nottoway, sin que los equipos de emergencia lograran contenerlo, pues las causas del siniestro aún no han sido esclarecidas.
Si bien, los organizadores aseguran haber tomado todas las precauciones necesarias, tanto físicas como espirituales, la coincidencia de estos acontecimientos sembró dudas entre los habitantes y turistas de la ciudad. Muchas personas se preguntan si estos episodios no serán simples accidentes… o si, acaso, la oscura leyenda de Annabelle está empezando a cobrar vida en el corazón del sur estadounidense.
¿Qué demonio posee a la muñeca Annabelle?
La historia de Annabelle comienza en 1970, cuando una enfermera llamada Donna recibió como regalo una muñeca Raggedy Ann y pronto, extraños sucesos comenzaron a ocurrir en su apartamento: la muñeca se movía sola, dejaba mensajes escritos y en ocasiones, se encontraba en lugares diferentes de donde había sido dejada. Alarmada, Donna y su compañera de cuarto buscaron la ayuda de una médium, quien les reveló que la muñeca estaba poseída por el espíritu de una niña llamada Annabelle.
Sin embargo, los fenómenos no cesaron por lo que la médium les advirtió que la entidad no era el espíritu de una niña, sino un demonio que se había apoderado de la muñeca. Tras una serie de eventos aterradores los Warren fueron llamados para investigar y después de un exorcismo, la muñeca fue llevada a su museo en Monroe, Connecticut, donde permanece bajo estrictas medidas de seguridad.
Aunque han pasado muchos años desde que esta aterradora muñeca quedó a cargo de los controvertidos investigadores paranormales, ésta continúa siendo custodiada por las mismas medidas que cuando la adquirieron, pues el demonio que habita en ella podría aprovechar cualquier descuido para desatar su ira.
Si bien, dentro del universo cinematográfico de «El Conjuro» (películas inspiradas en las investigaciones de los Warren) se dice que el demonio que posee a la muñeca es un tal «Malthus«, en la vida la muñeca Annabelle no está poseída por un demonio con un nombre específico, pero el juguete es manipulado por una presencia inhumana cuyo objetivo era poseer a una persona viva. Esta entidad demoniaca se hacía pasar por el espíritu de la niña Annabelle para ganarse la confianza de las personas y así obtener permiso para poseerlas.
Así es mover a la aterradora Anabelle fuera del museo de los Warren
No obstante, a pesar del peligro que representa y el terror que ha sembrado, la muñeca Anabelle es protagonista de diversas giras que tienen como objetivo demostrar que las fuerzas malignas existen. Pero mover a Annabelle no es una tarea sencilla ni segura ya que según los Warren, cualquier alteración en su entorno podría liberar las fuerzas malignas que alberga y aunque ambos murieron hace un par de años, las instrucciones que dejaron para evitar que esto suceda deben seguirse al pie de la letra.
El protocolo para trasladar a la temible Anabelle comienza con la preparación del entorno: se recitan oraciones específicas, como lo es el «Padre Nuestro» y se colocan objetos sagrados alrededor del área para crear una barrera protectora.
Crédito: El Heraldo de México