01/10/2025                                                                            
                                    
                                                                            
                                            Los del “Camino” Antes de llamarse cristianos.
Antes de que el mundo los conociera como “cristianos”, los discípulos de Jesús fueron conocidos como “los del Camino”. Este nombre no fue casual ni pasajero. Reflejaba profundamente el modo de vida, la fe, y la identidad de aquellos hombres y mujeres que, después de encontrarse con Jesús resucitado, decidieron seguirlo con todo su ser. Era un nuevo modo de vivir en el mundo. 
El origen del nombre
En el libro de los Hechos de los Apóstoles, que narra los primeros pasos de la Iglesia naciente, encontramos varias referencias a esta expresión:
“Saulo… pidió cartas para las sinagogas de Damasco, con el fin de que si hallaba algunos hombres o mujeres que pertenecieran al Camino, los pudiera llevar presos a Jerusalén.” (Hechos 9,1-2) Saulo, antes de su conversión, no perseguía una religión organizada, ni a una institución establecida: perseguía a un grupo de creyentes que vivían de forma distinta, que habían sido transformados por Jesús y que anunciaban un Reino que no era de este mundo. Ellos no solo creían en Jesús, vivían según su Camino.
¿Por qué “Camino”?
Jesús no se presentó simplemente como un maestro o como un fundador de una nueva religión. Él dijo de sí mismo:
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre si no es por mí.” (Juan 14,6)
Jesús no solo enseñó un camino; Él es el Camino. El seguimiento de Cristo no consiste solamente en aceptar unas ideas, sino en caminar con Él, vivir como Él vivió, amar como Él amó, sufrir como Él sufrió y, si es necesario, morir como Él murió.
Llamarse “los del Camino” significaba reconocerse en movimiento, en peregrinación, en seguimiento. No era una fe estática, ni ritualista, ni de apariencia. Era una vida en marcha hacia el Padre, guiada por la luz de Cristo.
Caminar como los primeros discípulos
Aquellos primeros discípulos no tenían templos majestuosos, ni instituciones organizadas, ni poder político. Tenían algo mucho más poderoso: una vida transformada por el encuentro con Cristo resucitado. Eso era lo que encendía el fuego de la fe, eso era lo que contagiaba a otros, eso era lo que convertía a los enemigos en hermanos.
Ser del Camino significaba:
1) Ser peregrino en un mundo que no entiende el amor de Dios.
2) Vivir con esperanza en medio de la persecución.
3) Testimoniar con la vida lo que los labios anuncian.
4) Tener el corazón puesto en lo eterno, pero los pies comprometidos con la historia.
¿Cuándo se les llamó “cristianos”?
Más adelante, en Antioquía, surgió el nombre que conocemos hoy: “Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos.” (Hechos 11,26)
La palabra “cristiano” proviene de “Cristos” (el Ungido), y significa literalmente “los que pertenecen a Cristo”. Este nombre, aunque al principio fue usado por otros (tal vez en forma de burla), terminó siendo adoptado con orgullo por la comunidad. Pero el espíritu del Camino jamás se perdió.
Hoy: ¿eres del Camino?
Ser cristiano hoy, más que un nombre, debe ser una forma de vida. Vivimos en un mundo que etiqueta, que clasifica, que reduce la fe a fórmulas o ideologías. Pero el llamado de Jesús sigue siendo el mismo: “Sígueme.” (Mateo 9,9)
Y seguirlo implica caminar, moverse, dejar atrás seguridades, romper con la comodidad, cargar la cruz y amar hasta el extremo.
No basta con llamarse cristiano. Hay que vivir como “los del Camino”. Personas que anuncian a Cristo no solo con palabras, sino con el testimonio de su vida; personas que no se conforman con lo superficial, sino que caminan hacia lo profundo, hacia la Verdad que es Cristo.