14/05/2025
De enero hasta hoy, cada sendero ha sido medicina para el alma.
Entre montañas, árboles, viento y silencio, he ido soltando lo que ya no era, sanando heridas, reconectando conmigo y con lo verdaderamente importante. No todo ha sido fácil, algunas situaciones dolieron, pero el alma también se llena con nuevos momentos y vivencias, con la dicha de lo simple, con la alegría de estar viva.
Cada domingo, al guiar a un grupo en la naturaleza, mi corazón se expande. Compartir este camino con personas que también buscan conectar, sanar y disfrutar, me recuerda que los sueños de la infancia pueden comenzar a tomar forma… que la felicidad no está en el futuro, sino en cada paso consciente que doy hoy.
Hoy más que nunca puedo decir que empiezo a vivir mi aquí y mi ahora.
Y eso lo cambia todo. Me permito ser, sentir, soltar el control y confiar.
Gracias vida, gracias universo, gracias por cada enseñanza, por cada giro inesperado que me hizo ver con claridad.
Lo material se va, pero las experiencias, los momentos, las personas que resuenan con el alma… esas se quedan para siempre.
Gracias, gracias, gracias vida por tanto