06/07/2025
Hoy no es un concierto. Hoy es un funeral glorioso.
Ozzy Osbourne, el príncipe de las tinieblas, se despide del escenario con Black Sabbath.
No habrá más giras. No habrá más gritos. Sólo queda el eco inmortal del metal que él ayudó a parir.
Esta imagen no es una metáfora: es el retrato de un fin de era.
Ozzy no está mu**to, pero algo más profundo sí:
la última llama de una generación que convirtió el in****no en arte,
el dolor en guitarra,
y la locura en himno.
En el altar, Black Sabbath. En la sombra, Metallica.
Y en el centro de todo, el hombre que lo entregó todo…
hasta quedarse sin cuerpo, sin voz, sin salud.
Pero con el alma intacta.
Hoy despedimos a un dios del ruido.
Un brujo.
Un sobreviviente.
Un símbolo que jamás buscó ser héroe,
sólo leyenda.
Que esta imagen duela. Que esta noche arda.
Porque cuando Ozzy cierre los ojos al final del show,
el rock pierde a su último profeta.
Y nosotros,
quedamos huérfanos.
Gracias por todo, viejo demonio.
Lo demás… es historia.