03/11/2025
7 Efectos secundarios de tomar la sagrada medicina de la selva.
1. Claridad en la mirada del alma
Quien bebe la medicina muchas veces siente que los velos caen. Lo que antes estaba cubierto por la prisa, el miedo o la costumbre, se revela.
No es que la vida cambie afuera; es que adentro se enciende una vela donde antes había sombras.
Entonces comprendes que las respuestas siempre estuvieron ahí, esperando que tú aprendieras a escuchar.
2. Una purificación que libera
A veces el cuerpo llora lo que la mente nunca supo soltar.
Lágrimas que limpian, sudores que liberan, vómitos que desatan nudos viejos…
Y de pronto, ligero y transparente, uno recuerda lo que significa estar vivo.
Purificar no es soltar basura: es liberar peso del espíritu para volver a volar.
3. Reconciliación con la historia personal
La medicina abre puertas antiguas. Te sienta frente a tu pasado sin juicio, para mirarlo con ojos nuevos.
Heridas infantiles, viejos enojos, culpas, duelos no vividos…
Todo encuentra un lugar para transformarse.
Allí descubres que perdonar no es olvidar: es recordar sin que duela.
4. Conexión profunda con la vida
El viento deja de ser aire y se vuelve mensaje.
La tierra deja de ser suelo y se vuelve madre.
El corazón late y ya no late solo: late con el universo.
Entiendes que nunca caminaste solo. Que siempre fuiste parte del tejido sagrado de la existencia.
5. Aumento de sensibilidad y creatividad
Muchos sienten que algo despierta: la música se vuelve puente, la voz se vuelve oración, los colores dialogan con el alma.
La medicina no te da talento; te quita los temores que impedían que fluyera.
Crear ya no es esfuerzo: es recordar que eres un canal.
6. Renovación del propósito y dirección
Después de la experiencia, el corazón sabe hacia dónde mirar.
Prioridades cambian. La vida ya no se mide en logros, sino en autenticidad, servicio y verdad.
Comprendes que viniste no a acumular, sino a ofrecer algo que sólo tú puedes dar.
7. Ampliación del amor
No un amor romántico, sino el amor que reconoce al otro como reflejo.
El amor que abraza lo herido, lo imperfecto, lo humano.
El amor que se vuelve acción, respeto y gratitud.
Porque al beber la medicina, muchos descubren que la verdadera misión del alma es amar más y mejor.
La enseñanza final
La medicina no te cambia:
te recuerda —suave o intensamente— quién eres en realidad.
Es un espejo.
Es una puerta.
Un maestro hecho planta.
Y quienes la reciben con humildad, intención clara y respeto profundo, salen de ella no con superpoderes, sino con algo más valioso:
Una conciencia despierta y un corazón dispuesto a caminar con luz.