16/11/2025
Si Ayotzinapa Ocurriera Hoy: Claudia Sheinbaum Llamaría Carroñeros a los Estudiantes
Si Claudia Sheinbaum hubiese estado en el poder durante el caso Ayotzinapa, la historia no sólo habría sido distinta: habría sido más oscura, más represiva y más marcada por el sello autoritario que hoy caracteriza a su gobierno.
Porque basta mirar cómo reacciona hoy ante cualquier expresión de inconformidad para entender qué habría ocurrido en 2014:
los jóvenes indignados que marcharon por los 43 habrían sido convertidos en enemigos del Estado, no en víctimas de un crimen de Estado.
En vez de decir —como escribió en 2015— “México necesita educación y justicia, no toletes ni gases lacrimógenos”, habría dicho exactamente lo contrario.
Los habría acusado de ser:
carroñeros que lucran con el dolor,
derecha infiltrada,
grupos violentos,
manipulados por intereses oscuros,
provocadores que buscan desestabilizar,
delincuentes disfrazados de estudiantes,
enemigos de la democracia.
Ese es el patrón: cuando el poder se siente incómodo, no escucha, acusa.
No dialoga, reprime.
No investiga, persigue.
La Sheinbaum de hoy desmiente a la Sheinbaum de 2015.
La mujer que en ese tuit condenaba la represión ahora la ejecuta.
La que pedía justicia ahora justifica golpes.
La que exigía educación ahora envía granaderos disfrazados de “policías tácticos”.
La que criticaba los gases lacrimógenos ahora los usa contra estudiantes, mujeres, jóvenes y cualquiera que se atreva a cuestionar al régimen.
Si Ayotzinapa hubiese ocurrido bajo su administración, los padres de los 43 no habrían sido recibidos con empatía, sino con discursos llenos de desprecio y acusaciones veladas.
Los normalistas habrían sido convertidos en la “amenaza interna” perfecta para consolidar el relato de un gobierno que presume humanismo mientras actúa con mano dura.
Las marchas multitudinarias habrían sido tratadas como “provocaciones” y respondidas con cercos metálicos, encapsulamientos y detenciones.
Ese es su estilo:
la autoridad siempre tiene la razón, y quien protesta siempre es sospechoso.
Ayotzinapa, bajo su poder, habría sido no sólo un crimen no resuelto, sino un crimen silenciado.
Un caso enterrado bajo discursos oficiales, culpas inventadas y un aparato mediático dedicado a deshumanizar a los jóvenes, tal como hoy intenta hacerlo con cada protesta que se sale del guion oficialista.
El tuit de 2015 es la prueba más clara de la metamorfosis:
una dirigente que pasó de condenar la represión a justificarla;
de apoyar a estudiantes golpeados a mandar a golpearlos;
de exigir justicia a encubrir el uso de la fuerza contra quienes piden justicia.
Porque si Ayotzinapa ocurriera hoy, Sheinbaum no marcharía con los indignados.
Les mandaría gas.
Les mandaría toletes.
Y encima los llamaría carroñeros.