
07/07/2025
Nunca imaginó mi suegra que aquel viaje de día se volvería una pesadilla viviente… 😈
Cuando ella era niña en un pueblito de Michoacán, su padre caminaba cada madrugada hacia Morelia para vender productos y mantener a la familia. Sin carro ni caballo, recorría senderos y la carretera a pie, regresando siempre de noche.
Una tarde, llegó a casa pálido y agitado. Su esposa le preguntó preocupada: “¿Qué te pasa? ¿Vienes borracho?” Él negó haber bebido y, con voz entrecortada, contó lo ocurrido.
En el camino encontró a una perra que acababa de parir, cuyos cachorros eran tan feos que no dudó en decirle: “¡Qué hijos tan feos tienes!” Le dio un taco que llevaba para el almuerzo y siguió su andar.
Cerca ya del pueblo, percibió unos cascos que resonaban sin ver jinete alguno. De pronto, un hombre vestido de negro de pies a cabeza apareció montado en un caballo igualmente oscuro, con ojos rojos que brillaban en la penumbra.
El padre se apartó del camino. El desconocido lo saludó con voz tenebrosa:
—Buenas noches.
—Buenas noches, señor —respondió él, temblando—.
Entonces el jinete preguntó:
—¿No vio usted a mi mujer y a mis hijos?
—No, señor. Sólo una perra recién parida a la que le dejé un taco —contestó el hombre, algo incrédulo—.
—¿Y por dónde andan?
—A medio camino —replicó—.
Sin más, el misterioso caballero exclamó:
—Gracias por darles de comer a mi esposa e hijos —y arrancó al galope, desapareciendo entre la oscuridad.
El susto fue tal que el padre corrió sin mirar atrás hasta llegar a casa. A la mañana siguiente, la familia decidió abandonar el pueblo para no volver jamás.
Hay encuentros que marcan el alma y revelan que, a veces, lo más cotidiano puede convertirse en un portal al in****no. 👁️🔥