31/07/2025
"No esperes que el mundo te dé lo que solo Dios puede darte"
Vivimos en un mundo quebrantado. Un mundo que llama bueno a lo malo, y malo a lo bueno. Un sistema que aplaude el egoísmo, la mentira, la traición, y desprecia la verdad, la humildad y el amor genuino. Por más que nos esforcemos por hacer el bien, muchas veces recibiremos ingratitud, desprecio o soledad. Y es entonces cuando el alma se cansa, se entristece y se pregunta: ¿vale la pena?
Sí, vale la pena. Pero no porque el mundo cambie o te recompense, sino porque Dios ve cada lágrima, cada esfuerzo, cada paso fiel en medio de un entorno hostil. No debemos esperar justicia de un sistema injusto, ni amor verdadero de un mundo que no conoce a Dios. Esperar cosas buenas de un mundo malo solo nos lleva a la frustración. Pero esperar en el Señor —ese sí es un refugio seguro.
Jesús mismo nos advirtió: "En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). Él no nos prometió comodidad, sino compañía. No nos ofreció un camino fácil, sino uno verdadero. No nos dijo que el mundo nos aplaudiría, sino que nos dio su paz en medio del rechazo.
Así que, cuando sientas que das amor y recibes odio, que haces el bien y te devuelven mal, recuerda: tú no perteneces a este mundo. Tu recompensa no viene de los hombres, sino de Dios. No pongas tu esperanza en lo que se corrompe, sino en lo eterno. No busques aprobación donde solo hay apariencia. No te desgastes esperando flores de un desierto.
Dios sigue siendo bueno, aunque el mundo no lo sea. Y si Él habita en ti, lo bueno aún puede brotar… aunque sea en forma de una lágrima que sana, una palabra que consuela o una fe que resiste.