30/06/2025
Nahle pierde el habla, se queda helada: “los niños en Mundo Nuevo sufren hemorragias nasales, mientras hay una fuga de gas industrial”
Distrito Rojo.
Coatzacoalcos, Ver.- A Nahle la dejó sin habla lo que acababa de oír. Niños con derrames en los ojos, hemorragia nasal, erupciones en la piel. Y todo desde que el gas comenzó a inundar las calles y las casas de Mundo Nuevo, la congregación cercana a la zona industrial.
Hilaba sus frases sin parar. Sentía el calor de la gente, la cercanía de los que fueron a invocar su atención, a exigir que los votos de las campañas se traduzcan en actos de autoridad.
Hablaba la gobernadora con el desparpajo de siempre, explicando que no es gas del complejo petroquímico Cangrejera, de Braskem tampoco es. No es etano –decía con aire de maestra frente al alumnado–. El gas es inoloro -¿o inodoro? –. Se le pone una sustancia para que huela y se le pueda detectar. Pero ahí, en Mundo Nuevo, se percibe algo diferente.
Y entonces una voz la sacude. La gente presenta problemas de salud. Los niños ya tienen problemas en la piel y sangrado nasal, de sus ojos también sangran.
El rostro se le congeló. La gobernadora de Veracruz, que ya aprendió a evadir reclamos y a eludir disparos verbales, quedó petrificada.
–¿Ah, sí? –preguntó.
–Sí. muchos de ellos se han estado atendiendo particularmenrte porque dicen que llega la brigada, pero no tienen…
El rictus se mantuvo así. Permaneció seria, muy seria. No se le vio la mirada pues la expresión de sus ojos quedó oculta tras los lentes negros que trajo para la ocasión. Pero el rostro denotaba sorpresa y preocupación.
Hemorragia en niños advierte algo más. Y si de la protesta se pasa a miedo y los enfermos agravan y hay un brote de pánico, y si hay mu***os, el escándalo la va a alcanzar.
Día tras día, los habitantes denuncian que el gas les daña la salud. Las madres advierten que sus hijos presentan erupciones en la piel. Se rascan pero la comezón no cede. Se rascan con tal desesperación que llegan a sangrarse la piel.
Pero la revelación de que los niños padecen hemorragias nasales petrificó el rostro de la gobernadora Rocío Nahle. La dejó sin habla. Escuchó en silencio. Y reparó.
“Háblale a Carrizales. Y una vez en la línea de una vez me lo pasas”, urge Rocío Nahle. David Carrizales es el procurador de Medio Ambiente de Veracruz, un protegido de la gobernadora desde que era secretaria de Energía, un tipo procaz que se luce en las redes con gestos obscenos.
Carrizales tendrá que permanecer en Coatzacoalcos con un objetivo: atender la crisis de Mundo Nuevo. Habrá de identificar el origen del gas que ya enfermó a Mundo Nuevo, a sus niños, a sus mujeres, a sus ancianos.
“Y que Carrizales le hable a los de Braskem o a no sé quién y que de una vez les cierre la llave porque yo así no”, dice Nahle García.
Y si se las tiene que cerrar, se las va a cerrar.
La salud se resquebraja, el Estado nomás toma nota
Con voz que contiene el desvelo de noches en vela, la agente municipal de Mundo Nuevo, Karina Cobos, alzó el testimonio de su comunidad ante la inclemencia invisible que se ha instalado en el aire, trayendo consigo no sólo pestilencia, sino enfermedad. Enfermedad que avanza, que transforma, que desespera.
Ella, mujer de tierra y de deber cívico, hizo saber —con el rigor de quien ha presenciado el deterioro de su gente— que los síntomas, al inicio difusos, como náuseas, vértigo y sangrado nasal, se han tornado más severos y visibles: ronchas en la piel, comezón incesante, ojos inflamados, pequeños cuerpos infantiles aquejados sin respuesta médica que los alivie del todo.
Narró que los modestos módulos sanitarios instalados por Petróleos Mexicanos, si bien intentan contener la ola de padecimientos, han sido desbordados. El dolor ya no cabe en las camillas ni en las listas de atención.
“Cada dos días tenemos reuniones”, confesó. Pero los encuentros, más que tregua, alimentan la angustia. “La gente ya está un poco desesperada”, admitió Cobos con la sinceridad de quien enfrenta rostros dolientes y preguntas que no sabe responder.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, PROFEPA, —brazo del Estado mexicano para la tutela de lo ecológico— ha realizado, sí, inspecciones a los colosos industriales Braskem y Cangrejera. Pero, hasta el momento, ni un solo dictamen ha sido devuelto al pueblo que espera. Ni una sola palabra, tan siquiera, sobre lo que allí se halló o dejó de hallarse.
Karina Cobos, mujer sin dobleces, puntualizó: más allá de nombres de empresas, más allá de las posibles sanciones, lo que urge —lo que clama el pueblo con voz ya rasposa— es que el gas, el olor, el veneno que flota, cese. Cese ya.
“No se trata sólo de multar. Se trata de detener el daño, de parar la fuente del mal”, insistió, convocando con firmeza a una reunión vecinal a celebrarse en punto de las seis de la tarde. Ahí, se anticipa, podrían tomar la decisión de volver a cerrar la carretera Costera del Golfo, no por capricho, sino por necesidad. Como único modo de recordarle al poder que el pueblo también respira, también duele, también exige.
El aire, que para muchos es invisible, inodoro, inofensivo, en Mundo Nuevo es otra cosa. Es amenaza. Y sus habitantes, organizados, decididos, esperan que esta vez no sea el olvido lo que les llegue primero.