17/07/2025
ASESINAN A DEFENSOR DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LA CIUDAD DE REYNOSA.
La muerte del empresario Gabriel Hernández -empresario y defensor de los derechos humanos- es una bofetada brutal a la poca protección y autoridad que supuestamente deberían garantizar la seguridad de todos los ciudadanos en Tamaulipas. Este hombre, que se atrevió a denunciar públicamente a los delincuentes que azotan Reynosa y que advirtió sobre la complicidad de las autoridades en su propio secuestro y en otros delitos, fue brutalmente asesinado, demostrando una vez más que en esta región la justicia y la protección son solo palabras vacías.
EL MECANISMO DE PROTECCIÓN SE HA CONVERTIDO EN UN MERO ESPECTADOR.
Gabriel Hernández no solo fue secuestrado en tres ocasiones por el cártel del Golfo, sino que además enfrentó el peligro de ser silenciado por denunciar, incluso apelando a mecanismos de protección ordenados por un juez federal que, irónicamente, fueron acallados y desoídos por las autoridades. ¿Qué significa esto? Significa que las instituciones que deberían velar por la seguridad y los derechos humanos se han convertido en meros espectadores o, peor aún, cómplices silenciosos del imperio del crimen organizado.
GABRIEL SEÑALÓ Y DENUNCIÓ A LOS RESPONSABLES DE SU SECUESTRO
El propio Hernández denunció con valentía a uno de los líderes del cártel del Golfo, apodado La Chispa, quien sigue caminando libre, mientras a él lo mataron por confiar en un sistema que claramente está infiltrado y corrompido. La cobardía de las autoridades, su incapacidad para proteger a quienes enfrentan el crimen de frente, ha quedado evidenciada con su as*****to. La orden judicial para protegerlo se ignoró, y ese desprecio por la vida y la justicia ha tenido un saldo catastrófico: la pérdida irremediable de un hombre que luchó por la verdad y los derechos de su comunidad.
LA INACCIÓN DE LAS AUTORIDADES los convierto automáticamente en cómplices.
Es indignante que las autoridades de Tamaulipas y el gobierno federal sean responsables de esta tragedia, ya que su inacción, su negligencia y su complicidad han permitido que las mafias operen con impunidad y que líderes como La Chispa sigan libres. La muerte de Gabriel Hernández no es solo una pérdida personal, sino un llamado de atención urgente para que se dé un vuelco en la protección de los derechos humanos y en la lucha contra el crimen organizado. ¡Basta ya de indiferencia y de palabras vacías! Exigimos justicia y acciones concretas ahora.