28/11/2025
Cuando el robo exhibe al sistema
La Trinchera ND
Por Niger Delgadillo
Hay robos que duelen en la bolsa… y otros que exhiben al sistema completo.
Ayer en Bucerías pasó de los dos tipos. Un regidor del municipio lo hizo público en redes: mientras un equipo limpiaba y decoraba la plaza de la colonia Javier Ovando, le abrieron la camioneta y le vaciaron la vida que traía en una bolsa negra: tarjetas, identificaciones, documentos. Horas después ya habían hecho compras con sus plásticos en tiendas del pueblo.
El ladrón caminó tranquilo a la caja, pasó la tarjeta, firmó “como si nada”… y nadie se tomó dos segundos para sospechar. Esa es la parte que nos debería encender todas las alarmas. Este caso no es para señalar a la persona. A cualquiera le puede pasar dejar una bolsa en el vehículo mientras trabaja.
Lo preocupante es lo otro: que en cuestión de horas alguien pueda ir de compras usando datos ajenos, sin que el comercio pregunte quién es, sin que exista una cultura mínima de verificación, sin que el sistema financiero y de seguridad del municipio vaya un paso adelante.
Si así están las cosas con un representante popular, imagina a la señora que vende en el tianguis, al maestro, al albañil, a la madre que trae su quincena en una tarjeta de nómina. Ellos no tienen reflectores ni “post de aviso” que se compartan cientos de veces. Cuando les roban, lo pierden todo en silencio.
Nos estamos acostumbrando a ver publicaciones que dicen: “Si alguien encuentra mis identificaciones, sólo me interesa recuperarlas”. Detrás de esa frase hay resignación: la gente ya sabe que el dinero voló, que con suerte hallarán las credenciales tiradas en una banqueta o un baldío.
El robo ya no es sólo el cristalazo o la puerta forzada; es el uso de tu nombre, de tu plástico y de tu saldo, como si fueras tú. Ahí es donde la historia del regidor deja de ser anécdota personal y se vuelve espejo colectivo.
También hay una lección para quienes ocupan cargos públicos. La investidura no es un blindaje frente a la delincuencia, pero sí obliga a convertir la experiencia en aprendizaje para todos. Lo que le pase a un servidor público manda mensaje al resto del pueblo.
Si a un regidor le vacían las tarjetas en unas horas y todo queda en un “aviso” en redes, el mensaje que recibe la ciudadanía es que estamos solos frente al problema. Un gobierno que toma nota de verdad no se queda en el “lo lamento mucho, amigo, ojalá aparezcan tus documentos”.
Se mueve. Lanza campañas claras de prevención, crea un punto de atención para víctimas de robo de identidad, acuerda con comercios filtros básicos para cobrar con tarjeta, capacita al personal para detectar movimientos extraños, acompaña a la gente en el proceso con bancos y fiscalía.
No se puede evitar cada robo, pero sí se puede evitar que el ladrón tenga alfombra roja para ir de compras con lo que no es suyo. Bucerías, Bahía de Banderas, no pueden normalizar que la delincuencia tenga más facilidades que el ciudadano que madruga a trabajar.
Hoy fue un regidor el que levantó la voz porque le robaron; mañana puede ser cualquiera de nosotros sin la misma plataforma para pedir ayuda. Desde esta trinchera la reflexión es sencilla: cuando el delito camina con la cartera llena y la gente camina con la confianza vacía, el problema ya no es sólo el ladrón, es el sistema que le abre la puerta.
La seguridad no se mide nada más en patrullas y rondines; también se mide en qué tan fácil es usar tu identidad sin que nadie pregunte nada. Si este caso sirve para que se muevan fichas, habrá dejado algo más que un mal rato.
Si se queda en chisme de Facebook, sólo confirmará lo que muchos ya sienten: que en Bahía, perder una bolsa puede significar perder también la tranquilidad.
La pregunta es directa para quien lea esto:
¿Vamos a seguir resignados a “si alguien encuentra mis identificaciones, avísenme”…
o vamos a empezar a exigir que el sistema también cuide la cartera y el nombre de la gente?