13/09/2025
Nunca pensé que me tocaría criar solo a mis cuatro hijas. Su mamá se fue una mañana, con la excusa de que estaba cansada de la vida que llevábamos. Se fue con otro hombre, uno que tenía profesión, un auto y promesas de lujos. Yo me quedé con lo que más vale en la vida: mis niñas.
Al comienzo fue como si me arrancaran el suelo bajo los pies. ¿Cómo iba a cuidar de cuatro hijas yo solo, siendo albañil, sin estudios, sin nada más que mis manos cansadas? Pero cada vez que veía sus caritas tristes preguntando por su mamá, me juraba a mí mismo que no les iba a faltar nada.
Ahora todo lo que gano en la construcción es para ellas. No hay domingos de cerveza con los amigos ni noches de diversión. Prefiero volver corriendo a casa, sentarme en el piso a jugar muñecas o a ayudar con las tareas. Cada mañana las llevo al colegio, y cuando regreso preparo el almuerzo como puedo: arroz, menestras, un huevo frito… y siempre con la ilusión de que coman con alegría.
Cuando consigo trabajo en una obra, la vecina me da una mano. Ella es como un ángel en nuestras vidas. Fue ella quien ayudó a dos de mis hijas cuando tuvieron su primer periodo, porque yo, con toda mi voluntad de padre, no sabía cómo manejar ese momento tan delicado. Me dolió no saber, pero también me alegró ver que no estaban solas.
Antes de empezar cada jornada de trabajo, me saco el casco, cierro los ojos y rezo. Le pido a Dios que me cuide, porque sé que si algo me pasa, mis hijas se quedarían desamparadas. Y también le ruego todas las noches para que las proteja, para que ningún mal las alcance, para que crezcan fuertes y seguras.
He aprendido a vivir con cansancio, con callos en las manos y con deudas en el bolsillo. Pero también he aprendido lo que es el amor verdadero: ver a mis hijas dormir tranquilas, verlas reír, verlas crecer.
No descansaré hasta que las cuatro sean profesionales. Sueño con verlas en la universidad, con verlas levantar su propio camino. Y cuando llegue el momento de que se casen, solo le pido a Dios que encuentren hombres que las respeten, que las valoren y que nunca, nunca las hagan llorar.
Yo soy solo un albañil, un padre que se quedó solo. Pero sé que con fe, trabajo y amor, mis hijas tendrán el futuro que merecen.