24/09/2025
Cuando la Constitución estorba y quieren pagar la misa con el erario…
Mientras el Órgano Interno de Control tuvo que leerles la cartilla y recordarles a regidores y funcionarios que la laicidad del Estado no es opcional sino un mandato constitucional, algunos parecen haber confundido el Palacio Municipal con templo parroquial.
La circular emitida el 18 de septiembre es clara: queda estrictamente prohibido promover, organizar o participar en actividades de culto religioso en calidad de servidores públicos y dentro de las instalaciones municipales. En otras palabras, la función pública debe ejercerse con neutralidad institucional, no como extensión de la sacristía. Sí, en pleno 2025, hay que enviar circulares para prohibir a regidores y directores andar promoviendo o participando en actividades religiosas con cargo al erario, como lo marca la ley, el sentido común y la Constitución mexicana.
Y sin embargo, en Puerto Vallarta se ha visto exactamente lo contrario. A raíz de reuniones con asociaciones religiosas —en las que participaron los regidores Marcia Bañuelos, Magda Urbina, Arnulfo Ortega “Don Chonito” y Erika García, además de Alfonso San Juan Mora, jefe de Vinculación con Asociaciones Civiles y Religiosas— se anunció con bombo y platillo la promoción de “los valores” a través de un “Mes de la Familia”. Traducción: actos públicos con tinte religioso organizados desde el mismo gobierno municipal.
Lo más grave es que, mientras Benito Juárez se revuelca en su tumb@, estas prácticas no ocurren en espacios privados, sino en horarios de trabajo, escuelas y, en ocasiones, dentro de las mismas instalaciones municipales, en abierta contradicción con el artículo 130 de la Constitución y la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, que prohíben a las autoridades usar recursos, tiempos y cargos para fines de promoción religiosa.
La circular advierte que mezclar convicciones personales con el ejercicio del cargo puede constituir falta administrativa, pero ciertos funcionarios parecen más preocupados por ganarse el cielo a billetazos. El resultado: regidores y funcionarios que predican “valores familiares”, pero disfrazan con ello discr1min@ción, h0mofobi@ y v1olenci@ contra las mujeres, mientras descuidan la obligación legal de garantizar servicios públicos y gobernar para todos, no solo para los seguidores de su credo.
Puerto Vallarta merece autoridades que administren la ciudad, no pastores improvisados en nómina. Si algunos regidores quieren predicar, que lo hagan en su culto el domingo; de lunes a viernes, en horario laboral, su deber es otro: trabajar por la ciudadanía, no reclutarla para su iglesia.