Susana Rangel

Susana Rangel Holi..!! Bienvenido a mi pagina en donde comparto videos de reflexiones y lecciones de vida, desarrollo personal, motivación, moralejas, parábolas y más.

Ponte cómodo y disfruta tu estancia.

—Los viejos ya nomás estorban…—Son necios, no entienden que su tiempo ya pasó.—Ni deberían andar en la calle, solo están...
14/07/2025

—Los viejos ya nomás estorban…
—Son necios, no entienden que su tiempo ya pasó.
—Ni deberían andar en la calle, solo están robando oxígeno.
—Que se queden en su casa cuidando nietos o viendo novelas…

Eso decían dos jóvenes mientras hacían fila en el supermercado.

Hablaban en voz alta, como si nadie más importara. Pero justo delante de ellos, una mujer mayor los escuchaba en silencio. No volteó. No dijo nada. Solo apretó las manos sobre el carrito y se quedó mirando unas galletas que ni pensaba comprar.

Y no fue lo que dijeron lo que más le dolió… fue cómo lo dijeron.
Con esa seguridad cruel de quien cree que nunca va a llegar ahí.

La llamaron terca.
Y tal vez sí lo era.
Pero no por capricho.

Era terca porque la vida le enseñó a no rendirse fácil.
Porque aunque el cuerpo duela, aunque falten personas, aunque sobren recuerdos… todavía se levantaba y salía al mundo.
Porque aún le daba la gana vivir.

Dicen que ya no tiene nada que aportar. Que mejor se quede callada.
Pero si tan solo se detuvieran a escuchar…

Si supieran cuántas veces se tragó las lágrimas para no preocupar a nadie.
Cuántas veces cocinó con el alma rota.
Cuántas veces cuidó, enseñó, bendijo… aunque nadie lo notara.

Ella no respondió con palabras, pero por dentro pensó con fuerza:
“Como te ves, me vi… y como me ves, te verás.”

Porque el tiempo no perdona.
Y un día, serán ellos quienes caminen más lento.
Ellos quienes olviden algo.
Ellos quienes necesiten ayuda y no quieran pedirla.

Y ese día entenderán que no es terquedad.
Es orgullo.
Es dignidad.
Es el derecho de seguir aquí, con historia y con vida.

No, ella no está robando oxígeno.
Está respirando con gratitud.
Está envejeciendo con coraje, con la frente en alto y las botas bien puestas.

Y mientras pueda, seguirá empujando su carrito.
El del súper… y el de la vida.

Porque aún tiene mucho que contar.
Y aunque no la vean…
Ella vale.

—Susana Rangel 👵🏼☕️✍️💬

“Mamá, si me escuchas… yo creo que sí… reza para que yo pueda caminar y esta gente me ayude.”Eso dijo una niña de 13 año...
14/07/2025

“Mamá, si me escuchas… yo creo que sí… reza para que yo pueda caminar y esta gente me ayude.”

Eso dijo una niña de 13 años mientras el lodo le cubría el cuerpo… y el mundo entero miraba su agonía sin poder hacer nada.

Se llamaba Omayra Sánchez.

Vivía en Armero, un pueblo de Colombia que fue arrasado por una avalancha de lodo tras la erupción del volcán Nevado del Ruiz en 1985. Murieron más de 23 mil personas.

Pero fue ella, una niña de voz suave y mirada profunda, la que se convirtió en símbolo de todo lo que pasó.

Quedó atrapada entre los escombros de su casa, con el agua hasta el cuello, las piernas prensadas, el cuerpo entumido… y aún así, nunca se quejó. Habló con los periodistas. Sonrió. Pidió galletas. Y hasta les dijo que no se preocuparan por ella.

Durante tres días enteros resistió. No gritó. No lloró. Solo esperó.

Pero no llegó la maquinaria. No llegaron los médicos. Nadie pudo salvarla.

Y ahí, frente a las cámaras del mundo, murió como una he***na silenciosa. Su historia se volvió fotografía, titular, documental… pero para muchos, sigue siendo una herida abierta.

Porque Omayra no solo murió por el volcán. Murió por la falta de prevención, por la mala gestión, por no escuchar las alertas a tiempo.

Y sin embargo, lo más impresionante… fue su paz. Su dignidad. Su luz, incluso en medio del dolor.

A veces, los niños nos dan las lecciones más grandes.

Hoy, décadas después, su historia sigue viva.

Como un susurro que no se olvida.

Como un espejo de lo que nunca debió pasar.

Omayra no solo quedó atrapada en el lodo… quedó en la memoria del mundo.

Para que no volvamos a mirar hacia otro lado.

—Susana Rangel ❤️‍🔥☕️✍️💬

13/07/2025

Nunca le des todo a tus hijos

—Papá, ¿me prestas la camioneta?No era la primera vez que lo pedía. Ya era costumbre: salía, la devolvía con el tanque a...
13/07/2025

—Papá, ¿me prestas la camioneta?

No era la primera vez que lo pedía. Ya era costumbre: salía, la devolvía con el tanque a la mitad, llena de basura, sin una sola vez haberla limpiado.

Ese día lo miré serio, sin rodeos, y le dije:
—No.

Se quedó helado. Como si le hubiera dicho que ya no lo quería.
—¿Cómo que no? ¿Y cómo voy a ir a la escuela? ¿O a salir con mis amigos?

—No es un castigo —le respondí—. Es una consecuencia.
Te di algo que no era tuyo, y no lo cuidaste. No lo valoraste. Ahora, no lo usas más.

Se enojó. Se encerró en su cuarto. Pasaron varios días sin que me hablara.

Y sí… me dolió más de lo que creí.
Soy papá soltero. De los que hacen desayuno, esperan despiertos en la madrugada, y abrazan sin preguntar.
Pero también soy papá… y educar a veces duele.

Días después, sin decir nada, limpió la casa entera.
Cada rincón. Cada vidrio. Cada plato.

Luego se me acercó, bajó la mirada y me dijo:
—Perdón, papá. No estuve bien.

Me abrazó fuerte. Y después, otra vez me lo pidió:
—¿Puedo usar la camioneta?

Y aunque mi corazón me gritaba que sí… lo miré y le dije:
—No, hijo. Porque te amo demasiado como para rendirme.

Porque si cedo, te enseño que todo tiene precio.
Y yo no quiero que crezcas creyendo que todo se arregla con favores.

Quiero que entiendas que las acciones traen consecuencias,
y que hay cosas en la vida que no se negocian.

Educar no siempre es abrazar. A veces es sostener un “no” con el alma hecha pedazos.
Pero dormir sabiendo que hiciste lo correcto… también es amor.

Quizás hoy me vea como el malo…
Pero algún día, cuando tenga sus propios hijos, sabrá por qué lo hice. Y me dará las gracias.

—Susana Rangel 🛻☕️✍️💬

Un niño salía cada mañana rumbo a la escuela con unas cuantas monedas en el bolsillo.Sus papás no podían acompañarlo. Si...
12/07/2025

Un niño salía cada mañana rumbo a la escuela con unas cuantas monedas en el bolsillo.
Sus papás no podían acompañarlo. Siempre estaban corriendo, trabajando sin parar.
Le decían que todo era por su bien.
—Algún día vas a entender —le decía su mamá mientras se despedía desde la puerta.

Con esas monedas, el niño compraba galletas, papitas, refrescos…
Le encantaban.
Eran su momento favorito del día.
Aunque le duraba poco la alegría.
Mientras los demás sacaban sus loncheras con comida casera, él solo tenía envolturas y colores brillantes.

Pasó el tiempo.
Empezó a enfermarse seguido.
Fiebre, tos, cansancio.
Su mamá lo llevaba a la farmacia y le compraba algo para aliviarlo.
—Es el cambio de clima —decía.
—Ya se le pasará.

Pero no se le pasaba.

Hasta que un médico del hospital la sentó con seriedad y le dijo:
—Lo siento mucho… tiene leucemia. Y está muy avanzada.

El corazón se le hizo trizas.
—¿Cómo es posible? ¡Si yo hago todo esto por él! ¡Por su futuro!

El doctor la miró con paciencia y le respondió:
—Sí. Pero a veces, en el afán de darles todo… olvidamos darles lo más importante.
Presencia.
Alimento real.
Atención.
El cuerpo de su hijo pidió ayuda muchas veces… pero nadie alcanzó a escuchar.

Días después, el niño partió.
En una cama de hospital.
Sus últimas palabras fueron suaves:
—¿Te puedes quedar un ratito más conmigo?

Ella se quedó.
Esta vez sí.
Pero ya era tarde.

Hoy, en un parque cerca de una escuela, hay una banca con una pequeña placa que dice:
“No esperes a tener tiempo para estar con tu hijo. Hazlo ahora. El trabajo puede esperar. El amor, no.”

Moraleja:
El trabajo puede darte muchas cosas.
Pero nunca va a poder devolverte un momento perdido con tu hijo.
Ni un abrazo, ni una comida compartida, ni una conversación que no fue.

A veces los niños no necesitan más juguetes ni más cosas.
Necesitan algo que el dinero no puede comprar:
Tiempo. Atención. Y a sus papás, presentes.

-Susana Rangel 💔☕️✍️💬

Cuando una ballena muere… no desaparece. Comienza algo increíble.Su cuerpo, inmenso y majestuoso, no se queda flotando p...
12/07/2025

Cuando una ballena muere… no desaparece. Comienza algo increíble.

Su cuerpo, inmenso y majestuoso, no se queda flotando para siempre.
Se hunde… lento, en silencio, como si se despidiera del mundo.
A eso se le llama “caída de ballena”.

Y aunque parezca el final… es apenas el comienzo.

Allá abajo, en las profundidades donde casi no llega la luz, ese cuerpo se convierte en un refugio.
Durante décadas, alimenta a cientos de especies: tiburones, peces, gusanos, cangrejos…
Una sola ballena mu**ta se transforma en un ecosistema completo.
De su muerte, nace abundancia.
De su silencio, brota vida.

Y eso no es todo.

Durante toda su vida, una ballena atrapa carbono del aire.
Y cuando muere, ese carbono se va con ella al fondo del mar, donde puede quedarse por siglos.
Así que incluso después de morir… sigue protegiendo el planeta.

Y mientras vive… canta.
No con palabras, sino con sonidos que pueden viajar miles de kilómetros bajo el agua.
Las madres le cantan a sus crías.
Algunos grupos cantan en memoria de quienes ya no están.
Otros esperan el regreso de los que se quedaron atrás.
No solo se comunican… se conectan.

¿Sabías que el corazón de una ballena azul es del tamaño de un coche?
Y que cuando bucea a las zonas más profundas, solo late dos veces por minuto…
como si dijera:
“Ve despacio. Respira hondo. Sigue con calma.”

Antes, los marineros pensaban que eran monstruos.
Hoy sabemos la verdad:

Son guardianas del océano.
Maestras del silencio.
Gigantes que no hacen ruido… pero cambian el mundo.

Y así como ella, hay personas que, aunque ya no están,
dejaron tanto amor… que su presencia se sigue sintiendo.

Personas que con sus actos, con su entrega, con su forma de vivir…
siguen tocando corazones mucho tiempo después de haberse ido.

La ballena no desaparece.
Se transforma en legado.

Y eso también puedes ser tú.

—Susana Rangel 🐋✍️☕️💬

Las palabras tienen más poder del que imaginamos.Una sola palabra mal dicha, en el momento equivocado, puede encender un...
12/07/2025

Las palabras tienen más poder del que imaginamos.

Una sola palabra mal dicha, en el momento equivocado, puede encender un problema que luego no hay forma de apagar.

Una palabra cargada de enojo o resentimiento puede romper algo que tardó años en construirse.

Una palabra hiriente puede clavarse como puñal y dejar marcas profundas en el corazón de alguien.

Una palabra sin filtro puede aplastar la autoestima de una persona y hacerla sentir que no vale nada.

Pero también…

Una palabra amable puede cambiar el rumbo de una conversación difícil.

Una palabra alegre puede pintar de colores un día gris.

Una palabra justa en el momento justo puede aliviar una carga que el otro no sabía cómo soltar.

Una palabra con amor puede sanar heridas que no se ven.

Porque sí, las palabras tienen vida. Y con ellas podemos levantar o derribar… acercar o alejar… animar o hundir… dar esperanza o quitarla.

Por eso vale la pena preguntarnos:
¿Cómo estamos hablando a los demás?
¿Con qué palabras nos hablamos a nosotros mismos?

Tal vez no podamos controlar todo, pero sí podemos elegir qué decimos… y cómo lo decimos.

-Susana Rangel 🗣️☕️✍️💬

Un niño llegó corriendo a casa con una carta en la mano. Se la dio a su mamá y le dijo:—Mi maestro me pidió que te la en...
11/07/2025

Un niño llegó corriendo a casa con una carta en la mano. Se la dio a su mamá y le dijo:

—Mi maestro me pidió que te la entregara… solo a ti.

Ella la leyó en silencio. Tenía los ojos llenos de lágrimas, pero sonrió y le dijo:

—Tu maestro dice que eres un genio. Que en esa escuela no tienen los recursos ni los maestros adecuados para enseñarte. Que mejor te enseñe yo, en casa.

Y así lo hizo. Ella misma se encargó de educarlo con amor y paciencia.

Pasaron los años, su madre falleció, y ese niño —que muchos no entendían— se convirtió en uno de los inventores más grandes de la historia: Thomas Alva Edison.

Un día, ya adulto, mientras revisaba cosas viejas, encontró aquella carta. La abrió con curiosidad… y lo que leyó lo dejó en shock.

No decía nada sobre ser un genio. En realidad, decía:

—“Su hijo tiene problemas mentales. No puede seguir viniendo a la escuela.”

Edison lloró durante horas. Después escribió en su diario:

“Yo era un niño con dificultades… pero tuve una madre tan valiente que me hizo creer que era un genio. Y lo fui.”

Qué increíble, ¿no? Esa madre pudo decirle la verdad y romperlo… pero eligió otra cosa. Le regaló una frase tan poderosa, que lo acompañó toda la vida.

Eso es el poder de las palabras.

Y también es el poder de creer en alguien, cuando nadie más lo hace.

Recuerda: lo que le dices a un niño se queda en su corazón para siempre.

Así que cuida tus palabras. Porque pueden marcar a alguien… o salvarlo.

Y como esa madre… no dejes que lo que otros digan defina quién eres tú.

Tú escribe tu propia historia.

Y sobre todo… no te rindas.

-Susana Rangel ✉️☕️✍️💬

11/07/2025

Nadie te recordará. Una poderosa reflexión sobre la vida.

Desde niño lo miraban raro.No traía tenis de marca, no usaba celular moderno y su lonchera… muchas veces solo tenía pan ...
11/07/2025

Desde niño lo miraban raro.

No traía tenis de marca, no usaba celular moderno y su lonchera… muchas veces solo tenía pan con queso.
Vivía con su abuela en una casita humilde, y cada mañana, antes del amanecer, ya estaba de pie barriendo la calle con una escoba vieja, para luego caminar al colegio con su uniforme parchado.

No hablaba mucho. Pero cuando el maestro hacía una pregunta, era el primero en levantar la mano.
Sus cuadernos siempre estaban limpios, sus tareas completas… y sus notas eran las mejores.
Pero en vez de reconocimiento, solo recibió burlas:

—“¿Y tú para qué estudias tanto si igual vas a acabar vendiendo en la calle?”
—“¡Mira su mochila! Parece sacada del basurero.”
—“¡El nerd pobre!”

Se burlaban. Le escondían los lápices. Le rayaban los libros.
Y él, en silencio, aguantaba.

Pero cada noche, antes de dormir, se asomaba por la ventana rota de su cuarto, miraba al cielo… y se decía:
“Un día… esto va a valer la pena.”

Y lo valió.

Pasaron los años.
A punta de esfuerzo, consiguió una beca. Estudió. Se graduó.
Se convirtió en ingeniero. Y después… en el fundador de una empresa que hoy da empleo a decenas de personas.

Hace poco, regresó a su antiguo colegio. Esta vez no como alumno… sino como invitado.

Se paró frente a los nuevos estudiantes, respiró hondo, y con voz firme les dijo:

“Si alguna vez te hacen sentir menos por ser diferente, acuérdate de algo:
Las personas más luminosas son aquellas que aprendieron a brillar… en plena oscuridad.”

—Susana Rangel 📚☕️✍️💬

La primera vez que lo vieron en esa cama, nadie dijo nada. Solo se escuchaba el pitido de las máquinas y el sonido apaga...
10/07/2025

La primera vez que lo vieron en esa cama, nadie dijo nada. Solo se escuchaba el pitido de las máquinas y el sonido apagado del oxígeno. Estaba ent*bado, inmóvil, como si el tiempo se hubiera detenido.

Días antes, era el más fuerte del grupo. Siempre con bromas, con planes, con una sonrisa lista para aliviar tensiones. Pero un accidente, uno de esos que pasan en segundos y lo cambian todo, lo dejó al borde entre la vida y la m**te.

Sus amigos… desaparecieron.

Sus compañeros de fiesta… ni un mensaje.

Sus “hermanos” de calle… ni una visita.

Pero ella sí llegó. Sin maquillaje, sin flores, sin promesas. Solo con un café frío en una mano y su teléfono en la otra, lista para leerle los mensajes que él ya no podía contestar.

—Hoy amaneció nublado —le decía mientras le acomodaba la sábana—. Pero me acordé de que te gusta el frío.

Le hablaba, aunque él no respondiera. Le ponía música. Le limpiaba el sudor. Y lloraba bajito, para no incomodar.

A veces, los doctores le decían que no tenía caso seguir esperando. Que era mejor prepararse para lo pe*r.

Pero ella no se fue.

Y fue la única.

Pasaron semanas… hasta que una noche, mientras le hablaba de sus tonterías favoritas, él movió un dedo.

Después, abrió los ojos.

Después… volvió.

Hoy camina lento. A veces tartamudea. Pero vive. Y cada vez que alguien le pregunta cómo logró salir de eso, él no dice “los doctores”, ni “mi fuerza”.

Él solo la mira a ella y responde:

—Porque cuando todos se fueron, ella se quedó.

Moraleja:
A veces, en los peores momentos, no necesitas un ejército. Solo necesitas a alguien que no suelte tu mano… aunque todo parezca perdido.

¿A quién se lo dedicarías tú?

—Susana Rangel ❤️‍🔥☕️✍️💬

Cuentan que un señor tenía un toro semental. Fuerte, imponente, y tan cumplidor que los rancheros de los pueblos vecinos...
10/07/2025

Cuentan que un señor tenía un toro semental. Fuerte, imponente, y tan cumplidor que los rancheros de los pueblos vecinos hacían fila para cruzar sus vacas con él.

El animal no fallaba. Vaca que le ponían, vaca que dejaba preñada.

Así que el dueño, don José, vivía feliz. Porque gracias al torito, comía, vestía y hasta ahorraba.
—Qué bárbaro su toro, don José —le decían—. No se cansa nunca. ¡Toro fino, toro bravo!

La fama del animal llegó hasta el presidente municipal, que se le ocurrió una idea:
—Oiga, don José… ¿por qué no nos lo vende? Lo compramos y que sea del pueblo. Así todos se benefician sin andar pidiéndoselo a usted.

Don José se quedó pensando. En casa, su esposa se oponía:
—¡Ni se te ocurra! Si lo vendes, se nos acaba el ingreso. Te gastas el dinero y nos quedamos sin nada.

Pero su hijo, con más visión de negocio, lo animaba:
—Véndelo, papá. Pero pide mucho. Que se asusten con el precio. Y si sí lo pagan, con ese dinero ponemos algo.

Al final, el alcalde insistió tanto que don José soltó la cifra:
—Pues, si tanto lo quieren… denme cincuenta mil pesos y es suyo.

Y que se lo compran. El municipio celebró la compra como si fuera la gran inversión del siglo.
—¡Ahora el toro es del pueblo! —anunció el alcalde—. Los vecinos no pagarán nada. Solo cobraremos a los que vengan de otros lugares.

Le armaron un corral grandote en los terrenos del ayuntamiento. Todo estaba listo.
Llegó la primera vaquita… y el toro, ni se inmutó.

—Ha de ser que no reconoce el lugar —dijo uno.

Le trajeron otra, más bonita… y nada.
—A lo mejor no le gustó —dijo otro.

Y así pasaron varias. Y el toro, quieto.
El alcalde, desesperado, mandó llamar a don José:
—¡Venga a ver qué le pasa a su toro! ¡No hace nada!

Don José se acercó, le acarició la cabeza y le habló bajito:
—¿Qué pasa, mi torito? ¿Ya no vas a hacer tu trabajo? No me dejes mal…

El toro lo miró, suspiró, y casi como humano, respondió:
—¿Pues qué no ve que ahora soy funcionario público?

Moraleja:
Hay gente que en lo privado trabaja como toro… pero nomás les dan un cargo, y se les olvida cómo moverse.

—Susana Rangel 🐂☕️✍️💬

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