02/07/2025
“No retrasemos nuestra conversión”
XIII Miércoles del T.O., ciclo C
(Gén 21,5.8-20; Sal 33; Mt 8,28-34)
1. La escena que nos presenta la primera lectura era típica de aquellos tiempos y costumbres. Abraham había tenido un hijo con Agar, esclava de la casa, porque la esposa misma, Sara, le había dicho que obrando de esta manera podrían tener un hijo y así cumplir la promesa de la descendencia que Dios le ha dado a Abraham. Sin embargo, los planes de Dios eran más grandes que las pequeñas perspectivas de aquella pareja y, entonces, Sara concibe también por obra de Dios. La pregunta es lógica ¿qué sucederá con estos dos hijos?
- Podríamos pensar que esta situación es muy ajena a nuestros tiempos, y caer en el error de que no tiene nada que ver con nosotros. Sin embargo, la palabra de Dios siempre tiene mucho que enseñarnos. Tan solo para Pablo fue una lección magistral que podríamos resumir de esta manera: para el apóstol, Agar y Sara, las dos esposas, son símbolo que prefiguran el régimen de la ley y otra el régimen de la gracia. La ley, cuando es la única palabra para dirigir el comportamiento humano, en últimas termina generando esclavos; por el contrario, la gracia sana y revive de tal manera el fondo del alma que nos da corazón de hijos. Ismael, el hijo de Agar, viene a ser así una especie de imagen del estilo de la ley; Isaac, el hijo de Sara es en cambio la imagen viva de la gracia que nos ha venido por Cristo. Esta manera de hablar de la Escritura se llama un modo alegórico, es decir, una comparación o analogía que nos permite reconocer enseñanzas parecidas más allá de los factores o circunstancias superficiales. Y a modo de aplicación para nuestra vida en torno a este texto podríamos preguntarnos: ¿sigo en el régimen de la esclavitud del pecado o ya he dado paso al régimen de la gracia, traída por Cristo, a través de los sacramentos? No hagamos estéril el proyecto de Dios en nuestra vida, sino que démosle la importancia que merece.
2. El evangelio está tomado del capítulo octavo de san Mateo. Encontramos un poderoso exorcismo de Cristo. Dos endemoniados de la región de Gerasa entran en dialogo con Cristo. La pregunta que se convierte en discusión es: “¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?”, indicando que todavía no es el tiempo de que ellos se vayan, de que su derrota quede al descubierto, de que su poder sobre el hombre quede subyugado al señorío de Jesús.
- El demonio siempre quiere conquistar un poco de tiempo más. Eso significa retrasar la obra de la conversión, del arrepentimiento, de la oración, de la escucha de la palabra. Podemos decir que su estrategia es la del “retraso”: todavía estás muy joven, no te acerques a los sacramentos, al matrimonio, aún no te conviertas, quizá cuando seas anciano y, entonces, te volverás piadosos, para que te confiesas si seguirás pecando, dejarlo para más tarde es parte de la estrategia. Mientras vaya retrasando nuestra entrega a Dios se va a acercando el momento de nuestro encuentro con Dios, y, entonces, nos preguntamos: ¿le daremos partida al Demonio o a Dios?