18/08/2025
NÚMEROS 7
“La bendición de Dios y la respuesta del pueblo”
“Aconteció que cuando Moisés hubo acabado de levantar el tabernáculo, y lo hubo ungido y santificado, con todos sus utensilios, y asimismo ungido y santificado el altar y todos sus utensilios, entonces los príncipes de Israel, los jefes de las casas de sus padres, los cuales eran los príncipes de las tribus, que estaban sobre los contados, ofrecieron; y trajeron sus ofrendas delante de Jehová, seis carros cubiertos y doce bueyes; por cada dos príncipes un carro, y cada uno un buey, y los ofrecieron delante del tabernáculo:” (Números 7:1-3).
Cuando el Tabernáculo fue construido, ungido y consagrado, los líderes de las doce tribus de Israel se unieron para ofrecer presentes y ofrendas para su mantenimiento y el sostenimiento de los levitas. Dos tipos de ofrendas fueron presentadas: una para el servicio del tabernáculo de reunión, entregada de una vez, y otra para el altar, presentada en una ceremonia especial que se extendió durante doce días. Cada tribu de Israel tuvo su día para presentar y dedicar sus ofrendas al altar, lo que destaca la unidad y la generosidad del pueblo. Aunque el capítulo es extenso y repite detalles similares, esto se debe a que cada tribu ofreció prácticamente la misma ofrenda, enfatizando la igualdad y la participación de todas en la dedicación del Tabernáculo.
La bendición de Dios sobre su pueblo es evidente en la comunión que establece con ellos. En el capítulo anterior, Dios había bendecido a su pueblo con una bendición especial: "Jehová te bendiga y te guarde", "Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti" y "Jehová ponga en ti paz" (Números 6:24-26). Esta bendición no solo es una promesa de protección y favor, sino que también invita a una relación íntima con Dios. El Tabernáculo, ungido y santificado, era el lugar donde Dios habitaba con su pueblo, y su presencia era una fuente de certeza y consuelo para ellos.
La bendición de Dios en la vida de su pueblo provocó un corazón agradecido, que se manifestó en traer ofrendas voluntarias y abundantes. Los líderes de Israel ofrecieron: "Seis carros, doce bueyes y utensilios de plata y oro, demostrando su generosidad y compromiso con el servicio de Dios”. Estas ofrendas tenían un propósito claro: servir a Dios en el ministerio del Tabernáculo. Como dice el pasaje: "Tómalos de ellos, y serán para el servicio del tabernáculo de reunión; y los darás a los levitas, a cada uno, conforme a su ministerio" (Números 7:4-6). La respuesta de Moisés fue inmediata, recibiendo los carros y bueyes y distribuyéndolos a los levitas según sus necesidades.
1. “Dos carros y cuatro bueyes dio a los hijos de Gersón, conforme a su ministerio,” (Números 7:7).
2. “Y a los hijos de Merari dio cuatro carros y ocho bueyes, conforme a su ministerio bajo la mano de Itamar hijo del sacerdote Aarón.” (Números 7:8).
3. “Pero a los hijos de Coat no les dio, porque llevaban sobre sí en los hombros el servicio del santuario.” (Números 7:9).
Recordemos que en el servicio del tabernáculo había una estricta división del trabajo, Dios mismo la había ordenado. A los hijos de Coat les tocaba cargar las cosas más santas. Para transportar el tabernáculo, los príncipes de las tribus dieron a Moisés seis carros y doce bueyes. Estos se repartieron entre los hijos de Gersón y Merari sin dar nada a los hijos de Coat. Esto no fue algo arbitrario. Los coatitas cargaban objetos que era prohibido llevar en carretas. Las cosas santas no se podían llevar en los carros, las cosas santas tenían que llevarse en los hombros. Las mejores cosas solo se las consigue metiéndoles el hombro.
“Y Jehová dijo a Moisés: Ofrecerán su ofrenda, un príncipe un día, y otro príncipe otro día, para la dedicación del altar.” (Números 7:11).
Es interesante notar que esta celebración que duró doce días, donde cada tribu trajo exactamente la misma ofrenda. Las tribus comenzaron en el orden que se había establecido para estar en cada sección del Tabernáculo.
1. Judá (líder), Isacar, Zabulon. (Oriente)
2. Rubén, Simeón y Gad. (Sur)
3. Dan, Nefthali y Aser. (Norte)
4. Efrain, Benjamin y Manases. (Poniente).
Algo extraordinario y lleno de significado especial para todo, creyente, era lo siguiente: “Y cuando entraba Moisés en el tabernáculo de reunión, para hablar con Dios, oía la voz que le hablaba de encima del propiciatorio que estaba sobre el arca del testimonio, de entre los dos querubines; y hablaba con él.” (Números 7:89).
¡Qué privilegio tan grande! Moisés tenía acceso directo a la presencia de Dios en el Tabernáculo, donde podía hablar con él y escuchar su voz. Esto es un ejemplo de la intimidad y la comunión que Dios desea tener con su pueblo. Como creyentes sinceros, podemos experimentar una relación similar con Dios a través de:
- La oración: podemos hablar con Dios y escuchar su voz a través de la oración.
- La lectura de la Biblia: podemos escuchar la voz de Dios a través de las Escrituras.
- La comunión con otros creyentes: podemos experimentar la presencia de Dios en la comunidad de fe.
Aunque no tenemos un tabernáculo físico, podemos acceder a la presencia de Dios a través de la fe y la oración. Como dice Hebreos 10:19-22, "Tenemos confianza para entrar en el Lugar Santísimo... acerquémonos con corazón sincero".
Elena White escribió lo siguiente: “No necesitamos esperar hasta que seamos trasladados para seguir a Cristo. El pueblo de Dios puede hacer eso aquí abajo. Seguirán al Cordero en las cortes celestiales sólo si lo siguen aquí... No debemos seguir a Cristo a intervalos o caprichosamente, solamente cuando ello sea para nuestra conveniencia. Debemos optar por seguirlo. En la vida diaria, debemos seguir su ejemplo, como el rebaño sigue confiadamente a su pastor. The Review and Herald, 12 de abril de 1898.
Dios te bendiga.
Ptr. Martin Olvera García.