30/09/2025
Día 2: Cristo, nuestra Vida y Energía
En medio de la fatiga del ministerio, muchas veces intentamos seguir adelante por fuerza propia. Nos empujamos con la voluntad, con disciplina, con responsabilidad. Pero, eventualmente, todo recurso humano se agota. El alma no se sostiene por calendario ni por estructura. Necesita una fuente constante de vida. Y esa fuente no es una técnica, ni una idea, ni una meta: es Cristo mismo.
Colosenses 3:4 declara: Cristo, que es nuestra vida. No solo Él nos da vida; Él es nuestra vida. Esta verdad no es sólo teológica, es profundamente práctica. Nuestra energía espiritual no se recarga con estrategias, sino con intimidad. No se trata de trabajar más, sino de permanecer en Él.
Cuando tratamos de vivir y servir sin nutrirnos de la presencia de Cristo, entramos en una zona peligrosa. Nos volvemos funcionales pero secos, activos pero desconectados. Y con el tiempo, esa desconexión empieza a filtrarse en nuestra prédica, en nuestro carácter, en nuestra fe.
Jesús mismo lo dejó claro en Juan 15: Separados de mí, nada pueden hacer. No dijo “harán poco”, sino “nada”. Esa es la raíz del agotamiento pastoral: intentar sostener el llamado sin conexión con la fuente. Necesitamos más que nunca volver al centro: Cristo en nosotros, esperanza de gloria (Colosenses 1:27).
El descanso no solo es físico; es también espiritual. Es recordar que no estamos solos, que no somos indispensables, que no somos salvadores. Solo Él lo es. Cuando abrazamos esta verdad, algo se libera: la carga se aligera, la respiración se vuelve más profunda, el corazón se llena otra vez de fe.
Cristo no solo es el origen de nuestro llamado, es también su combustible. Solo en Él encontramos la gracia para seguir. Su energía es la que nos sustenta. Y cuando estamos desgastados, no necesitamos más actividades, sino más de Él.
Aplicación práctica: Hoy, haz un alto en tu rutina. Toma un momento para orar y declarar en voz alta: “Cristo, Tú eres mi vida. Tú eres mi energía. Sin ti, no puedo”.
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