30/04/2025
🇻🇦EL CÓNCLAVE: Ritual, Secreto y Tradición en la Elección de un Papa
La elección de un nuevo Papa es uno de los momentos más solemnes y enigmáticos de la Iglesia Católica. El cónclave, que etimológicamente significa “con llave”, se celebra en la Capilla Sixtina del Vaticano, un lugar que no solo alberga las obras maestras de Miguel Ángel, sino también los votos y silencios de los cardenales que eligen al nuevo Pontífice. Este proceso, cargado de simbolismo, se inicia con una antigua frase: "Extra omnes", y culmina con el humo que asciende por la chimenea: blanco o negro, portador de esperanza o espera.
El Juramento: Silencio sagrado
Antes de que comience cualquier votación, los cardenales electores hacen un juramento solemne de secrecía absoluta. Cada uno coloca su mano sobre los Evangelios y promete “guardar secreto sobre todo lo que en cualquier forma tenga que ver con la elección del Sumo Pontífice”. Este acto no es ceremonial: es una obligación espiritual y moral. Romper ese silencio puede significar la excomunión inmediata.
La atmósfera en ese momento es de recogimiento profundo. No hay cámaras, ni testigos externos. Solo los cardenales, el eco de los frescos renacentistas y la conciencia de estar participando en una de las decisiones más trascendentales para mil millones de fieles en todo el mundo.
"Extra Omnes": el cierre del mundo exterior
Cuando llega el momento de sellar el cónclave, el Maestro de Ceremonias Papales —este año el encargado será Monseñor Diego Ravelli, actual maestro de las celebraciones litúrgicas del Sumo Pontífice— pronuncia con voz firme y clara las palabras "Extra omnes" ("¡Fuera todos!"). Esta fórmula indica que todos los no electores deben abandonar la Capilla Sixtina. Tras esto, se cierran las puertas, y el mundo exterior queda oficialmente excluido. Comienza el encierro sagrado.
La dinámica de las votaciones: entre lo humano y lo divino
El proceso de elección se desarrolla en varias rondas de votación (llamadas "scrutini"), dos por la mañana y dos por la tarde. Cada cardenal escribe el nombre de su elegido en una papeleta que dobla cuidadosamente. Luego, uno a uno, se acercan al altar bajo el Juicio Final de Miguel Ángel, juran que votan por quien creen que debe ser Papa, y depositan su papeleta en un cáliz de plata.
Tras cada votación, se realiza un escrutinio detallado: tres cardenales escrutadores cuentan los votos, anotan los nombres, y todo se revisa meticulosamente. Si nadie alcanza los dos tercios necesarios, se queman las papeletas con una mezcla especial que genera el humo negro, indicando al mundo que aún no hay acuerdo: "fumata nera".
Cuando finalmente un candidato obtiene los votos necesarios y acepta el cargo, los votos de esa ronda también se queman, pero esta vez con una sustancia que produce humo blanco: "fumata bianca". En ese instante, las campanas de San Pedro suenan jubilosas y el pueblo reunido en la plaza sabe que habemus Papam.
En el cónclave de 2025, que comenzará el 7 de mayo en la Capilla Sixtina, participarán 133 cardenales electores menores de 80 años. Este número se redujo de los 135 inicialmente previstos debido a que dos cardenales anunciaron su ausencia por motivos de salud .
Para que un candidato sea elegido Papa, debe obtener una mayoría de dos tercios de los votos emitidos. Con 133 electores, esto significa que se requieren 89 votos para alcanzar la elección válida. Este requisito está establecido en la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996 y reafirmada por Benedicto XVI en 2007, que estipula que siempre se necesita una mayoría de dos tercios, sin excepciones, incluso después de múltiples votaciones sin resultado .
El proceso de votación se repetirá hasta que un candidato alcance la mayoría requerida. Una vez elegido, el nuevo Papa será anunciado al mundo con la tradicional fumata blanca y el anuncio "Habemus Papam" desde el balcón de la Basílica de San Pedro.
El cónclave es una ceremonia que conjuga lo divino y lo humano, lo secreto y lo público, lo antiguo y lo actual. Aunque el mundo moderno exige transparencia y rapidez, este proceso milenario se sostiene por su propio peso espiritual. Y mientras el humo se eleva sobre Roma, el mundo espera, con ojos fijos en una pequeña chimenea, la señal de que un nuevo Pastor ha sido elegido para guiar a la Iglesia.