17/04/2025
LA LLAMADA
Teníamos al rededor de unos 12 años cuando nos conocimos mi novio y yo, conforme íbamos creciendo nuestra relación de amistad se hizo muy fuerte hasta que llegamos a ser novios. Lo amaba, él fue mi primer y único amor durante muchos años hasta que la muerte me lo arrebató. A pesar de ello, durante los años que estuvimos juntos estuvimos bien. Sin embargo su destino estuvo marcado desde que cumplimos los 15. Él fue enganchado por los “mañosos” e ingresó a una facción del crimen organizado para hacer labores de halconeo y venta de droga. Su vida, nuestra vida cambió, de pronto de ser un humilde joven que muy apenas tenía para invitarme a cenar pasó a tener dinero, un carro nuevo, me llevaba a lugares caros a comer o llegaba con regalos caros. Eso en principio me pareció sospechoso y siempre que le preguntaba en que trabajaba para tener tanto dinero siempre me cambiaba la conversación o me callaba comprándome cosas para mirar a otro lado. Con el tiempo me acostumbré a su forma de ser, muy desprendido conmigo, ignorando sus actividades que, sospechaba fueran cosas “chuecas” .
Así pasaron los años; pero un fatídico día de junio del 2015 dejó de ir a la casa, era extraño porque siempre iba cada día por las tardes o me llamaba continuamente durante todo el día, en esa ocasión la última vez que hablé con él fue por la mañana. Pasaron varios días hasta que comencé a tener mucha angustia, nadie sabía de él y sus amigos no lo habían visto, sus familiares también preocupados lo comenzaron a buscar por todos lados sin éxito. Casi habíamos perdido la esperanza de encontrarlo cuando un día suena mi teléfono y era una persona que trabajaba en el penal de Topo Chico, al momento de preguntar por mí y confirmar, me dijo que mi novio estaba preso y enseguida me comunicaron con él.
Había ingresado al reclusorio por el delito de narcomenudeo, su caso era complicado y tenía pocas esperanzas de salir, con esa llamada todos sentimos un alivio pero también fue amargo al saber que quizá ya no lo veríamos libre y aunque intenté muchas veces el ir a verlo, el solo acercarme al penal me daba miedo, él lo entendía, pues tampoco deseaba que lo viera así, tras las rejas y desde ese momento empezó a llamarme todos los días de madrugada, la única hora en que podía hacerlo sin que los guardias se enteraran o sin que los contras lo agarraran. Todas las madrugadas entre 2 y 3 am sonaba mi celular y era el, hablamos de nosotros, lo confortaba diciéndole que lo esperaría, que arreglara su problema y esas cosas, éramos optimistas y al parecer su caso tenia solución y saldría pronto por buena conducta, teníamos planeado casarnos en cuanto saliera. Pero en Febrero del 2016 ocurrió una fatídica tragedia: el motín, donde perdieron la vida más de 50 reos y entre ellos, mi novio.
Esa pérdida fue bastante trágica para mí, ya que un día antes me había pedido perdón por todas las mentiras, la vida engañosa que llevó a mi lado y el hecho de no estar conmigo, peleamos y colgamos enojados. Luego de colgar esa madrugada, me quedé con mucha angustia y algo molesta, tenía un presentimiento extraño que me hizo estar intranquila hasta el momento que estalló el motín y deseaba con el alma que no le pasara nada; pero no fue así.
Fueron horas de zozobra de ver en los medios la tragedia minuto a minuto hasta que lograron contenerlo con saldo de muchos heridos y mu***os. Irónicamente por primera vez fui al penal después de la tragedia a reconocer el cadáver de mi novio. Fue el momento más horrible de mi vida, al momento de verlo con el cuello rebanado, la enorme herida era tan profunda que sentí su dolor y su miedo quizá antes de morir, sabía que había pensado en mí, en que no lo había perdonado, además de eso tenía en su cuerpo huellas de tortura y sus brazos estaban lacerados, indicándome que sufrió mucho antes de morir. Yo me derrumbe, no sé cuánto tiempo estuve histérica intentando asimilar su muerte. Cuando por fin pude superar la crisis nerviosa, estaba ida y sin ninguna clase de emociones cuando me entregaron sus pertenencias y posteriormente durante la noche, su cuerpo para ser velado, me junté con su familia en casa de su mamá para darle el último adiós. Fue un funeral con muchas ausencias, los amigos con los que nos juntábamos en las
fiestas y a los que les pagaba la borrachera incontables veces no lo fueron a ver, ni siquiera una llamada, nada. Con tristeza me di cuenta que no tenía amigos; pero estábamos los que de verdad lo amábamos mientras estuvo con vida. Su ultima misa y su entierro fueron los más tristes, yo estaba devastada y ni siquiera tenía fuerzas para llorar mientras lo estaban enterrando. Fui la última que se fue de su tumba y me quedé un buen rato despidiéndome de él. Cuando por fin me fui, el dolor y su ausencia me pegaron en el alma, colocándome en una etapa de duelo y depresión de la que logré salir con los años.
Fueron exactamente tres días después de enterrarlo cuando suena mi celular a las 3:45 am y el número era del penal, uno de los tantos que llegué contestar mientras mi novio me llamaba y los tenía registrados. No sé si fue el sueño o la costumbre que en segundos pensé que era él y respondí como siempre lo hacía; pero en vez de escuchar su voz solo había estática, voces entrecortadas y se cortaba la comunicación, así fueron un par de veces que el teléfono sonaba y contestaba.
La última llamada se escuchaba el eco de mi voz diciendo: -Bueno, bueno.
En eso, entre la estática pude escuchar un susurro de una voz lejana que decía mi nombre, entonces lo comprendí: era el, intentando comunicarse. Pasaron unos segundos antes de que comenzara a llorar y por inercia tan solo dije:
-Amor, vete tranquilo, te perdono; pero por favor ya descansa, tu siempre serás mi más grande amor y espero que me cuides desde donde estés. Te amo
Al decir esto último, se corta la llamada y me quedé llorando, sin poder dormir, recordándolo con cariño nuestros momentos felices. Nunca más volvieron a marcar del penal y supuse que él ya estaba descansando en paz.
Pasaron algunos meses y su mejor amigo con el que había crecido, también andaba por el mismo camino que él, era vendedor de droga y a pesar de las advertencias no hizo caso, despareciendo de pronto y sin dejar rastro, por lo que supusimos que había tenido el mismo destino que mi finado novio. Una noche mientras dormía lo soñé a los dos como siempre los había visto cuando vivían, alegres y unidos, yo quise acercarme en el sueño a donde estaban y mi novio salió al paso para decirme que ambos estaban juntos en el mismo camino que su amigo estaba ya con él y que me cuidarían los dos desde el más allá y eso fue todo, desperté angustiada y pensé en el amigo de mi novio. Días después lo encontraron mu**to metido en un tambo y su partida también me dejo dolida, a pesar de ello por alguna causa no me sentía sola, a veces lo podía sentir cerca de mí, su olor, el murmullo de su sonrisa y el que dijera mi nombre entre sueños me indicaba que mi novio estaba conmigo, cuidándome de alguna forma y eso me confortaba, dejo mi testimonio.