07/10/2025
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Columna Política
A Fuego Lento
Por: Alberto Ramos García
“Vigilad de cerca todos los actos públicos de vuestros gobernantes; elogiadlos cuando hagan bien. Critícalos cuando obren mal”: Belisario Domínguez Palencia.
En memoria del Prócer de la Libertad de Expresión
Comitán es una ciudad con una rica herencia cultural e histórica, cuna de diversas personalidades destacadas en la política, la literatura, las artes y otras disciplinas; a lo largo de la historia, es un referente de gran importancia para Chiapas y para todo el país.
En la ciudad de flores han nacido figuras destacadas, reconocidas por su sabiduría y compromiso: una de ellas y el más ilustres de sus hijos es el Doctor Belisario Domínguez Palencia.
Belisario Domínguez fue un destacado médico y político mexicano, cuyos aportes a la educación y la defensa de la soberanía nacional son invaluables. Es ampliamente reconocido por sus valientes discursos en la Cámara de Senadores y por su abierta oposición al régimen de Victoriano Huerta, así como por su firme compromiso con la vida política tanto de Chiapas como del país.
Nació en la ciudad de Comitán, Chiapas, pero su vocación médica lo llevó a estudiar en París y a ejercer en la Ciudad de México. No obstante, su profundo deseo de servir a los demás lo impulsó a regresar a su tierra natal, donde ofrecía consultas y atención médica de manera altruista, ganándose el respeto y cariño de su comunidad.
Proveniente de una familia acomodada con tradición política, no fue sorpresa que en 1910 ocupara el cargo de presidente Municipal de Comitán, y en 1912 fuera electo Senador de la República. Desde el Senado, se convirtió en una voz firme y crítica ante la usurpación del poder por parte de Victoriano Huerta, quien había derrocado y asesinado al presidente Francisco I. Madero.
Uno de los actos más memorables de Belisario Domínguez fue el discurso que escribió, y que se atrevió a hacer circular entre sus colegas senadores, en el que denunciaba abiertamente los crímenes de Huerta y hacía un llamado al Congreso para recuperar la dignidad nacional. En él, exhortaba a los legisladores a cumplir con su deber patriótico y a no guardar silencio ante la tiranía. Este discurso se convirtió en un símbolo de valentía y compromiso democrático.
El precio de su valentía fue su vida.
El 7 de octubre de 1913, tras haber sido perseguido por el régimen huertista, Belisario Domínguez fue detenido y brutalmente asesinado en la Ciudad de México por órdenes directas del gobierno de Huerta.
Su cuerpo fue arrojado en una fosa clandestina, en un intento por silenciarlo para siempre.
Sin embargo, su muerte provocó una profunda indignación a nivel nacional e internacional, y marcó un punto de inflexión en la lucha contra la dictadura. Con el paso del tiempo, su memoria se ha convertido en un emblema de la libertad de expresión y del deber cívico.
En su honor, el Senado de la República entrega cada año la Medalla Belisario Domínguez, la más alta distinción que otorga el Estado mexicano a ciudadanos ejemplares que han contribuido al bienestar de la nación.
El legado de Belisario Domínguez trasciende su tiempo: representa la voz del pueblo frente a la opresión, el valor de la palabra como instrumento de justicia y el deber irrenunciable de defender la democracia, aun a costa de la vida misma.
El fantasma de Victoriano Huerta en el Senado y en la Cuarta Transformación
A 112 años del as*****to del Dr. Belisario Domínguez, su legado sigue siendo un llamado a la libertad de expresión y al valor cívico frente a los abusos del poder. Sin embargo, su espíritu parece ser traicionado cada vez que el silencio es impuesto por intereses políticos.
Hoy, el fantasma del dictador Victoriano Huerta parece revivir en la vida pública nacional, anidando en el actuar autoritario de quienes hoy ocupan el poder.
Se acusa que, al igual que Huerta mandó a callar las voces incómodas del Congreso, hoy se intenta acallar el debate y la disidencia desde Palacio Nacional, especialmente entre los legisladores de Morena, el Partido Verde, el PT y sus aliados, cuya disciplina partidaria raya, en ocasiones, en el sometimiento total.
En 1913, Huerta convirtió su gobierno en un régimen cada vez más militarizado, buscando legitimarse mediante la represión y el control absoluto. Intentó ganarse el favor popular, pero sin dejar de lado la mano dura que lo caracterizaba. Fue en ese contexto que el senador chiapaneco Belisario Domínguez denunció con valentía los crímenes del dictador y llamó a sus colegas a actuar. El costo de esa dignidad fue su vida.
Aunque Huerta logró físicamente silenciarlo, la figura de Belisario Domínguez trascendió como símbolo de resistencia. Por eso, hoy más que nunca, recordar su sacrificio es una obligación moral, sobre todo cuando se perciben señales de autoritarismo o de falta de pluralidad en el debate legislativo.
La historia no se repite tal cual, pero a veces rima. Y ante ello, el mejor homenaje que se puede rendir al Dr. Belisario Domínguez es no callar, y exigir que en México nunca más se castigue la verdad ni se premie la obediencia ciega.
Entre líneas…
Antes que héroe nacional, Belisario Domínguez fue un médico profundamente humanitario, desde pequeño recibió formación en escuelas de calidad, y más tarde cursó estudios superiores en el Instituto de Ciencias y Artes de San Cristóbal de Las Casas.
Posteriormente, se trasladó a Europa para estudiar medicina, culminando su formación como médico cirujano y partero en la prestigiosa Universidad de la Sorbona, en París.
Al regresar a México en 1904, Domínguez encontró un país marcado por la dictadura de Porfirio Díaz. En desacuerdo con el régimen, fundó el periódico El Vate, desde el cual comenzó a expresar abiertamente sus ideas políticas, ya alineadas con las de Francisco I. Madero. En sus páginas denunció las injusticias del porfiriato y defendió con firmeza la causa de la no reelección.
Como médico, encarnaba el ideal de la vocación humanista: empático, solidario y generoso. No solo ofrecía consultas sin cobrar, sino que también regalaba medicamentos y, cuando era necesario, ponía dinero de su propio bolsillo para que sus pacientes recibieran la atención que requerían.
Tal entrega no pasó desapercibida, pues fue electo presidente municipal de Comitán, y luego senador de la República en representación de Chiapas.
Ya inmerso en la política nacional, fue testigo de la Decena Trágica y del doloroso desenlace que tuvo con el as*****to del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez a manos de Victoriano Huerta.
Pero Belisario Domínguez no estaba dispuesto a callar. No podía ni quería solapar una injusticia. Tampoco permanecer en silencio frente a los agravios que habían hundido al país en años de represión.
Con valor inquebrantable, distribuyó copias del discurso entre sus colegas senadores. Fue su sentencia de muerte. Días después, el 7 de octubre de 1913, fue brutalmente asesinado por órdenes del régimen de Huerta, en un intento por sofocar su voz y su ejemplo.
No obstante, el intento fue en vano. El legado de Belisario Domínguez creció más allá de su tiempo. Su figura representa hoy la conciencia cívica, el valor de la verdad y el deber de hablar cuando muchos callan.
Finalmente..,
Hay un fracaso en la política no solamente de seguridad , sino de corrupción-
después del mayor fraude fiscal-el del huachicol -no sé si me provoca más coraje e impotencia a la vista de todos, pero también el problema es de impunidad, el cual sigue igual que en gobiernos anteriores y todo parece indicar que así continuará.
Nos leemos mañana, Dios mediante, y recuerden: “La política es el arte de administrar la presencia y de decidir quién merece la humillación de una ausencia.”
— Michel Foucault