08/07/2025
📰 DE LAS PERSONAS ADULTAS MAYORES. Por Lucía Gómez Dimas.
El pasado 15 de junio fue el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, fecha proclamada por la ONU, mediante la resolución A/RES/66/127 en 2011, con el fin de visibilizar el abuso, maltrato y negligencia que sufren las personas adultas mayores en todo el mundo y promover acciones globales para su prevención y erradicación.
A pesar de avances legislativos y algunas políticas públicas focalizadas, este grupo continúa enfrentando múltiples formas de violencia que no solo provienen del ámbito doméstico, sino que están incrustadas en las estructuras sociales, económicas, culturales e institucionales.
La violencia que sufren no es un fenómeno aislado, sino el resultado de un entramado sistémico de edadismo, precarización socioeconómica, deficiencias en el acceso a la justicia y ausencia de voluntad política.
A pesar de contar con la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, hay una ausencia de reglamentos claros y de mecanismos efectivos de denuncia, atención y reparación, que profundizan la vulnerabilidad.
Sufren diversos tipos de violencia:
1. La física, psicológica y económica, que principalmente se registra en el ámbito doméstico, muchas veces perpetrada por familiares o cuidadores. Estos actos son invisibilizados por el mito de que los problemas familiares son de casa, lo que dificulta su denuncia y atención. La Encuesta Nacional sobre Discriminación 2022, reveló que el 21 % de los adultos mayores perciben haber sido discriminados por su edad, para el INEGI, la violencia familiar hacia este grupo está subregistrada;
2. Violencia institucional e invisibilidad legal, se manifiesta en el maltrato o negligencia dentro de hospitales, asilos y dependencias públicas, así como en la falta de acceso oportuno a servicios esenciales;
3. Violencia simbólica y cultural, al mismo tiempo que se exalta el respeto a los mayores, se reproducen discursos edadistas que los consideran inútiles, dependientes o improductivos. Esto se traduce en exclusión laboral, médica y social, negándoles su autonomía y capacidad de decisión.
Existen factores estructurales que perpetúan estas condiciones, al hablar de edadismo, es referirse a la discriminación por edad, socialmente aceptada, y naturalizada en medios de comunicación, políticas laborales y prácticas médicas.
Hay una desigualdad económica, al depender muchas personas mayores únicamente de la pensión laboral o de programa social, que resultan insuficientes para cubrir necesidades básicas, obligándolos a depender de familiares o trabajar en la informalidad.
Precariedad en los servicios de salud: El sistema de salud mexicano no está adaptado al envejecimiento poblacional, faltan geriatras, programas de prevención y atención diferenciada. Ausencia de redes de apoyo comunitario: La desintegración familiar, la migración y el debilitamiento del tejido social dejan a los adultos mayores en condiciones de aislamiento social.
La Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores dada en junio de 2015, fue ratificada 8 años después por México, lamentablemente falta la armonización legislativa que garantice su protección efectiva, como es el caso con otros grupos vulnerables.
En nuestro municipio, existe una población de este segmento de población, en el último censo, hay 13,055 personas de 65 años o más, un 10% de la población total; de ellos, 8,939 viven en cabecera municipal, y el 37% restante reside en las comunidades rurales, lo que plantea retos adicionales en términos de accesibilidad y provisión de atención médica, transporte y actividades de integración social.
Resulta muy valioso contar con un Centro Gerontológico y una casa de asistencia, esa es la historia bonita, la realidad son ese gran número de adultos mayores que en casa o en el entorno social, son víctimas de las violencias arriba descritas. El reto está en los hogares, en el trabajo de campo para identificar situaciones de riesgo
Para superar estas condiciones, implica no solo generar leyes, sino transformar paradigmas sociales y voluntad política, que es presupuesto.
Necesitamos construir un país más justo e incluyente, con un enfoque de derechos humanos que garantice una vejez libre de violencia. Recordemos que para allá vamos. Excelente domingo.