10/10/2025
🆘🛑👉👉 Bajo los pies de millones de personas… la Ciudad de México se está hundiendo. No es una metáfora. Es literal. Cada año, el suelo de esta ciudad baja entre 10 y 30 centímetros. Y en lugares como Iztapalapa o Tláhuac, el descenso llega a casi 40. Lo peor es que no hay manera de detenerlo.
Hace siglos, aquí no había avenidas ni edificios. Había agua. La gran Tenochtitlán flotaba sobre un sistema de lagos que reflejaba el cielo. Pero con el tiempo, los conquistadores drenaron ese espejo natural para construir sobre tierra húmeda, frágil, hecha de arcilla.
Y hoy, esa decisión antigua le está cobrando factura a toda una ciudad.
Cada vez que abrimos una llave, bebemos o nos bañamos, estamos extrayendo agua del mismo suelo que nos sostiene. Y mientras el acuífero se vacía, la tierra se colapsa. Se fracturan las calles, se hunden las casas, se inclinan las iglesias, se agrietan las estaciones del Metro. Según la UNAM, hay más de 590 puntos críticos donde el terreno ya se está partiendo.
En algunos barrios, las tuberías quedan por encima del nivel de las casas. Los drenajes colapsan, las lluvias ya no se van. Y cada tormenta es un recordatorio de que vivimos sobre lo que una vez fue un lago.
Pero no todo está perdido. Los científicos insisten en que aún podemos adaptarnos, dejar de sobreexplotar el subsuelo y aprender a convivir con la tierra… en lugar de pelear contra ella.
Cuando el ser humano olvida de dónde viene, la vida misma se encarga de recordárselo. Porque así como la ciudad se hunde por olvidar su lago, también nosotros nos hundimos cuando dejamos de cuidar lo que nos sostiene.
Haz que más personas se enteren de este importante dato.
Basado en estudios científicos realizados por la UNAM y el Instituto de Geografía de México. Esta historia ha sido adaptada con un estilo narrativo emocional para fines de divulgación y reflexión ambiental.
La imagen fue creada con fines ilustrativos y no corresponde a una fotografía real.