28/09/2025
La promesa presidencial de un sistema de salud como el de Dinamarca se vuelve burla !!!
Así nuestros hospitales del IMSS desabasto total.
El personal de confianza prefiere ganar un bono de ahorro al presupuesto a estar pagando guardas a personal suplente.
Los medicamentos por ningún lado. Ni paracetamol hay en ocasiones, mucho menos material para quirófano.
Este debería ser calificado como un crimen de lesa humanidad.
Los crímenes se dirigen contra la población civil, siendo actos que atentan gravemente contra su dignidad y salud.
Esto es con fines políticos.
Dicen que los pobres primero, pero realmente son los primeros que sufren de la falta de insumos y personal en las instituciones gubernamentales de SALUD.
Clínica 50 del IMSS: la sala de urgencias convertida en sala de tortura
San Luis Potosí arde en silencio en el corazón de la Clínica 50 del IMSS. Su sala de urgencias ya no es un espacio médico: es un campo de hacinamiento y abandono. Pasillos atestados, pacientes fracturados tirados en el suelo, otros aferrados a una banca como último refugio. Ahí está Alma Delia, con costillas y brazo rotos tras ser atropellada en su moto. Juan Carlos llegó con una vena reventada, Don Javier con un golpe en el cabeza cubierto apenas con una venda, y Agustín, con un tobillo hecho trizas, lleva dos días atrapado en una andadera, esperando –con suerte– que alguien lo mire. Ana Mayra, una joven con un severo problema respiratorio, fue “atendida” con suero y una silla. No es un hospital: es un campo de sufrimiento donde se juega a sobrevivir.
El personal médico, desbordado y exhausto, apenas alcanza a contener el desastre. No hay camas, ni camillas, ni medicamentos. No hay insumos. Apenas hay voluntad. Enfermeros y doctores hacen lo que pueden con las manos vacías. La espera se convierte en castigo: pacientes que deberían estar en quirófano llevan días arrumbados en pasillos. La urgencia ha dejado de ser emergencia médica: ahora es rutina burocrática y negligente.
Y los casos siguen. Isla, una joven de 23 años, brutalmente golpeada por su pareja, espera atención con la cara desfigurada y la dignidad destrozada. Luis, un joven con fallas renales, reposa con la cabeza sobre las piernas de su madre, en un rincón oscuro del pasillo. La lista es interminable, como interminable es el sufrimiento.
Esto ya no es un hospital público: es un almacén de vidas al borde del colapso.
Las instalaciones se desmoronan. El aire es denso, el dolor se respira y la indignación se palpa. La promesa presidencial de un sistema de salud como el de Dinamarca quedó como una burla cruel. Hoy, el gobierno prefiere malgastar en caprichos faraónicos, mientras los mexicanos agonizan entre paredes húmedas y camas que no existen.
La Clínica 50 no es una excepción: es el retrato de un sistema de salud destruido por la indiferencia. Y sí, el mismo dinero que el gobierno reparte cada dos meses a millones, es el que falta en estos pasillos de muerte lenta. Porque aquí, la pobreza no es lo que enferma: es el Estado quien abandona y deja morir. Tampoco se nos debe olvidar que Angélica Cristina Rodríguez Nester es la titular del Órgano de Operación Administrativa Desconcentrada (OOAD) del IMSS en San Luis Potosí y tiene mucha resposablidad.