Ámbar en busca del fenómeno paranormal

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22/06/2025

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LA NOCHE DE LA MUJER LOBO.En los umbríos bosques polacos del pantanoso lago emergía, durante las noches de luna llena, a...
13/06/2025

LA NOCHE DE LA MUJER LOBO.
En los umbríos bosques polacos del pantanoso lago emergía, durante las noches de luna llena, aquella monstruosa criatura. Los pocos que sin convertirse en sus víctimas la vieron contaron que, aunque tenía forma humana, era un engendro del averno. Su cuerpo era femenino y sensual, pero tenía una cabeza lobuna de orejas puntiagudas, larga y desgreñada cabellera rubia, y fauces sedientas de sangre.
El rasgo que los testigos temblaban de terror al recordar consistía en esos ojos malvados, de mirada gélida, que parecían focos amarillentos en la penumbra. Aquella mirada diabólica paralizaba a sus presas, les impedía la huida y las dejaba inermes ante sus feroces ataques. Una vez consumados sus as*****tos la mujer lobo volvía al pantano, y se escondía entre la arboleda que rodeaba a la laguna.
Ningún explorador, ninguno de sus perseguidores, osaba adentrarse más allá de las orillas del pantanal. Aunque iban armados y portaban hachas y antorchas para darle caza, no se atrevían a traspasar ese mágico límite invisible.
Cuando emergía desde el bosque ya nadie la asediaba, y entonces regresaba a su vida humana normal. Al amanecer siguiente vestía con sus elegantes ropas, y retornaba a asumir sus quehaceres habituales. Nadie, ni sus sirvientes, ni sus vecinos sospechaban de aquella dama que, en las noches de plenilunio, invocaba al Maligno y bebía la pócima maldita que la transformaba en la mujer lobo del pantano. Nunca se supo quien la delató, ni como logró su denunciante convencer a los jueces que ordenaron su arresto. En aquellos tiempos las garantías en los juicios contra humanos convertidos en licántropos o brujas dejaban mucho que desear.
Sin embargo luego de su detención ya no ocurrieron otras muertes violentas en esas tierras. Así se llegó al 23 de febrero de 1609 cuando el público congregado en la ciudad polaca de Silesia festejó aquella ejecución espeluznante.
La condenada era Irenka Kowalski, una próspera hacendada de cuarenta años a la cual se acusaba de haber tomado, mediante un pacto con el diablo, la apariencia de una bestia, y despedazado a varios niños y jóvenes embarazadas.
Durante el juicio que se le instruyó confesó que practicaba la magia negra desde su adolescencia, y que debido a ello se había vuelto tan rica. Reconoció que el diablo en persona, con quien había hecho un pacto, le había regalado un cinturón mágico. Gracias a esto se transformaba en una loba fuerte y poderosa, con perversos ojos que brillaban como fuego en la oscuridad, y manos de dedos afilados como garras.
No obstante, el resto de su cuerpo era el de una fémina atractiva y voluptuosa.
Admitió que acudía a las orillas del lago durante las noches de luna llena y, después de encomendarse a Satán, salía rumbo al pueblo convertida en la fiera que perpetró los espantosos homicidios que se le atribuían (los de una docena de infantes y de tres chicas embarazadas, a quienes devoró los fetos y el corazón).
En su proceso penal se dictó sentencia declarando a Irenka culpable de todos los crímenes imp**ados, y murió ahorcada en la plaza principal de Silesia.
* Texto de Gabriel Antonio Pombo.

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LOS VAMPIROS DE SATÁN.Daniel y Manuela acostumbraban vagar de noche por los cementerios en ruinas y por los bosques. Dor...
13/06/2025

LOS VAMPIROS DE SATÁN.
Daniel y Manuela acostumbraban vagar de noche por los cementerios en ruinas y por los bosques. Dormían dentro de ataúdes, y disfrutaban con esa sensación.
En ese entonces ella era delgada y se teñía de rubio los cabellos, en tanto Daniel lucía bigote y barba recortada. Durante el día trabajaban fingiendo perfecta normalidad. La noche los enloquecía y, vestidos enteramente con ropa de color negro y sus respectivos sombreros, los jóvenes góticos encendían velas sobre las tumbas e imploraban a Satanás para que los convirtiese en vampiros humanos.
Al principio sólo se trataba de fantasías pero, con el tiempo, se convencieron de estar poseídos. Creyeron que Satán finalmente les hablaba entre las lápidas, mientras bandadas de murciélagos rondaban sobre ellos. Sólo matando para las fuerzas del mal lograrían transformarse del todo en vampiros reales.
Así fue como en el año 2001, en la pequeña localidad alemana de Bochum, tuvo efecto un extraño y horroroso crimen. A lo largo de su sensacional proceso penal, ventilado al siguiente año, los acusados -el joven matrimonio formado por Daniel y Manuela Ruda- trataron de justificar su delito invocando haber recibido órdenes superiores provenientes del propio Demonio.
También mencionaron frases de famosos ocultistas como Anton Lavey y Alesteir Crowley, buscando de tal suerte ofrecer una perturbada explicación a su brutal homicidio. Y es que el salvaje as*****to perpetrado por los cónyuges Ruda fue uno de los más repugnantes y vesánicos que la mente humana soporta imaginar.
La presa humana del desalmado dúo devino ultimada en el mes de julio de 2001. Se trató de Frank Haagen, de treinta y tres años, compañero de trabajo y amigo de Daniel Ruda. Los agresores lo habían invitado a su casa a pasar una velada nocturna, pero en cierto momento Daniel lo atacó de improviso con un ma****lo, aporreándolo repetidamente en la cabeza. Manuela colaboró impidiendo la huida del atontado y desesperado Haagen asestándole frenéticas cuchilladas en el corazón antes de que éste pudiera trasponer la puerta en entrada.
Mientras su amigo agonizaba caído sobre el piso de la sala de estar, tras la tormenta de golpes y tajos padecida, los sá**cos procedieron a quemarle la espalda con ci*******os y, como vampiros que creían ser, bebieron la sangre que manaba copiosamente desde las numerosas heridas abiertas. Se ocuparon de dejar impresas en la piel de la fallecida víctima las marcas de la estrella de cinco puntas o pentagrama. En unas notas halladas entre sus pertenencias cuando se los capturó, la policía encontró párrafos que explicaban el motivo de esos sangrientos grabados.
Allí se describía el valor místico del pentagrama como símbolo de dominación del espíritu sobre los elementos de la naturaleza. El matrimonio Ruda compartía la creencia de que cuando se imprimía, sobre la piel de una víctima, ese símbolo mágico dibujado con la punta hacia abajo, se invocaba y obtenía la protección de los tenebrosos. De acuerdo refirieron los pretendidos vampiros a sus aprehensores, el pentagrama: "Es la Estrella Flamígera, es el verbo hecho carne, y cuando su rayo apunta hacia abajo representa al Macho Cabrío".
En su consiguiente juicio criminal estos enajenados insistieron en que actuaron dirigidos por las palabras de sus guías espirituales en materia demoníaca y vampírica, inspirándose en las ideas de los profetas esotéricos Anton Lavey y Alesteir Crowley.
No dieron muestra alguna de arrepentimiento porque estaban persuadidos de haber obrado a modo de vehículo de irresistibles fuerzas que los trascendían. La mujer, con la testa rapada y una cruz invertida tatuada encima de su calva, proclamó: "¡No fue un as*****to! ¡Fue la ejecución de una orden! ¡Satán nos lo ordenó! Simplemente tenía que ser hecho. Nosotros queríamos que la víctima sufriera bastante antes de morir".
Ambos desquiciados aseguraron saber que una vez fallezcan se trasmutarán en vampiros, alcanzando así la vida eterna. En una de las sesiones de su causa judicial, Manuela rogó que cerrasen las ventanas del tribunal porque no podía tolerar la claridad de la luz solar, puesto que ella era una criatura de la noche. También relataron haber vivido en Escocia e Inglaterra, y detallaron cómo conocieron a vampiros reales en Londres.
La asesina, en especial, refirió que dos años antes de cometer el crimen había pactado con el Diablo, a quien entregó su alma en estricto acatamiento de los compromisos asumidos. El demencial as*****to por el cual fueron condenados era parte ineludible del convenio satánico arribado con el Príncipe de las Tinieblas.
El tribunal provincial de Bochum no tardó en pronunciar sentencia. Se sancionó a la perturbada pareja a purgar un total de quince años de cárcel, así como a recibir tratamiento psiquiátrico hospitalario hasta que mostrasen síntomas de recuperación de sus severos trastornos mentales, lo cual por cierto no sucedió.
Pese a la aparente demencia que embargaba a los asesinos, algunas de sus respuestas al contestar preguntas del fiscal no parecieron sugeridas tanto por la locura cuanto por el cinismo.
Por ejemplo, Daniel Ruda se declaró inocente y requirió que lo dejaran en libertad en forma inmediata alegando constituir una mera herramienta del Maligno.
En apoyo de su petición el imp**ado ofreció a jueces y jurados el pérfido razonamiento de que: "Cuando un borracho provoca un accidente de tránsito, a nadie se le ocurriría acusar al automóvil".
* Texto de autoría de Gabriel Antonio Pombo.



LA NOCHE MÁS OSCURA.Luciendo un vestido de satén rojo, que dejaba al desnudo su espalda, la hermosa joven deambulaba por...
13/06/2025

LA NOCHE MÁS OSCURA.
Luciendo un vestido de satén rojo, que dejaba al desnudo su espalda, la hermosa joven deambulaba por las calles de ese miserable barrio. Estaba desesperada por obtener dinero. Adeudaba dos meses de renta y la amenaza del desahucio pendía sobre ella. Debía superar su miedo a resultar la siguiente victima del loco asesino que mataba pr******tas. El hambre era el más poderoso motivo para volver a ejercer su labor habitual a pesar de tan grave peligro.
Así fue como aquella madrugada del 9 de noviembre de 1888 varias vecinas y colegas de oficio vieron a Mary Jane Kelly, apodada "Jeanette", entrar y salir incansablemente de su pieza, llevando allí a candidatos muy diversos.
La señora Mary Ann Cox, una viuda de treinta y un años, también pr******ta, la vio asida del brazo de un sujeto desarreglado, bajo, gordo, de mejillas sonrosadas por el exceso de alcohol y bigote rubio. Para tornarlo más ridículo aún, el cliente aferraba una jarra de cerveza. Jeanette abrió la puerta del número 13 y lo hizo pasar, pero antes de entrar ella misma vio a Cox que se retiraba de su habitación –que quedaba próxima a la ocupada por la pelirroja– y le anunció:
–Amiga, te voy a dedicar una canción – tras lo cual se puso a entonar una balada titulada «Una violeta que arranqué de la tumba de mi madre». Aparte de que la melodía era triste, la intérprete desafinaba. Al rato la viuda volvió a verla salir en busca de otro cliente. El último testigo que la habría avistado en esa velada fue un obrero amigo suyo: George Hutchinson, quien más tarde describiría al presunto último acompañante que esa noche ella tuviera como un individuo muy elegantemente vestido y «con pinta de extranjero, tal vez un judío».
El viernes 9 de noviembre de 1888 era un día festivo para los londinenses en el cual se celebraba la fiesta del Lord Mayor, distinción que recibe el alcalde de Londres, York y otras ciudades importantes del Reino Unido. Pero no todos se sentían de espíritu alegre esa mañana. Mientras oía el paso de la carroza que transportaba al Lord Mayor y los vítores de la muchedumbre, John McCarthy – locador de aquella joven meretriz y dueño de un bazar con frente a las covachas del edificio designado «La Corte del Molino»– refunfuñaba al revisar sus cuadernos de cuentas. Ocurría que, desde semanas atrás, los números no le cerraban y únicamente se venía sosteniendo gracias a las ventas de su negocio. En una situación normal sus ingresos primordiales derivaban de las habitaciones que alquilaba a las pr******tas en el edificio del número 26 de la calle Dorset, en Whitechapel (distrito del este de Londres) y ahora la mayoría de ellas le estaban adeudando. Al reflexionar acerca de la razón que provocaba esos atrasos masculló para sí:
«¡Es por culpa de ese ma***to de Jack el Destripador! Las mujerzuelas tienen miedo de salir a las calles a trabajar, y cada vez consiguen menos plata. Por eso les cuesta tanto pagar ahora.»
El arrendador se consideraba un hombre razonable. Entendía que había surgido una causa que justificaba que sus inquilinas ganaran menos y por el momento haría la vista gorda y no las acosaría. Sin embargo, al puntear con su lápiz repasó la deuda que mantenía la pensionada del número 13. El valor ascendía a una libra y nueve chelines. Eso era mucho dinero. Por poco que estuviera trabajando le parecía claro que la irlandesa se estaba pasando de lista.
–¡Indian Harry! – voceó, identificando por el sobrenombre a Thomas Bowyer, su empleado de cobranzas, que había salido del bazar para contemplar el desfile.
–Ven aquí de una vez hombre, que te necesito.
–Sí señor, a la orden– contestó aquel, entrando con paso desganado y encaminándose hacia el escritorio donde su empleador hacía las cuentas.
–No te voy a mandar lejos. Quiero que cruces la calle y vayas hasta lo de la Kelly para que, de una vez por todas, me pague el alquiler que me debe– levantó el cuaderno, y apuntando con su dedo índice señaló el importe que la muchacha adeudaba.
–Si no puedes obtener el total cuando menos no regreses con las manos vacías.
El otro asintió y fue hasta el perchero en procura de su abrigo. No es que hiciera mucho frío esa mañana, pero el gabán oscuro que ahora se ceñía completaba su apariencia de hombre serio y él se figuraba que lo volvía más digno de respeto ante los morosos. A las 10.45 el cobrador aporreó a la puerta número 13. Tres, cuatro veces. No hubo respuesta. ¿Estaría la mujer adentro y fingiría no escuchar? A efectos de salir de dudas, Indian Harry se dirigió hacia la parte lateral de la vivienda para husmear por la ventana. El vidrio tenía una rotura que permitía introducir la mano y descorrer la cortina. Cuidando no lastimarse apartó la sucia tela y aplicó un ojo a la abertura con el fin de escrutar hacia el interior. Lo que vio le hizo proferir un grito de terror y retiró tan rápido su mano que se raspó el dorso, el cual empezó a sangrar levemente. Su miedo estaba justificado. El macabro hallazgo, que tuvo la desgracia de hacer, resultó uno de los más espantosos y depravados que consignan los anales de la criminología mundial. Encima de la cama bañada en sangre reposaban maltrechos despojos de aquella joven que en vida fuera una sensual cortesana. Únicamente llevaba puesto un menguado camisón, que dejaba ver el atroz estropicio infligido a su organismo. Su estómago lucía abierto en canal, y habían seccionado su nariz, sus senos y sus orejas. Trozos de su muslo y fragmentos de piel de su cara yacían junto al cuerpo descarnado. Los riñones, el hígado y otros órganos se esparcían en torno al cadáver y sobre la mesa de luz. El dantesco cuadro llenó de horror al cobrador, quién fue corriendo hasta el bazar de su patrón y le comunicó el espantoso descubrimiento. Ambos hombres se dirigieron a la pensión y, escudriñando desde la ventana, volvieron a comprobar el hecho. El dueño envió a su empleado a buscar ayuda a la comisaría de la calle Comercial, mientras él se quedaba montando guardia. Al rato, arribaron los inspectores Beck y Abberline y el superintendente Arnold. También convocaron a los forenses Phillips y Bond. Entre otros agentes sin rango, se hizo presente Barrett de la división H de Whitechapel. Ninguno de los detectives se decidía a impartir la orden de forzar la puerta para acceder al teatro del crimen, pues aguardaban instrucciones de sir Charles. Pasaban las horas sin tenerse noticias de este, hasta que se supo la sorprendente novedad de que el jefe supremo había presentado su dimisión esa misma mañana. A las 13.30 por fin el superintendente asumió la responsabilidad de mandar quitar la ventana para fotografiar el interior. Una vez hecho ello se requirió al propietario que rompiera la puerta a fin de hacer posible el ingreso; labor que este efectuó valiéndose de una piqueta.
«¡Parecía más la obra de un demonio que de un hombre!» exclamó John McCarthy al testimoniar en la instrucción subsiguiente.
Con esas palabras dejó constancia de la tremenda impresión que le produjo el monstruoso hallazgo, que estremeció incluso a los más endurecidos policías que concurrieron a la tétrica morada.
*Texto de Gabriel Antonio Pombo.


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Bedecido día para todos. Veo que ya han quitado 800 seguimientos en la página mismos que si sigo y tengo registro no hay...
13/06/2025

Bedecido día para todos. Veo que ya han quitado 800 seguimientos en la página mismos que si sigo y tengo registro no hay que ser vividores de los demás que creamos contenido no porque diga que no se lo boy a quitar se van air con los apoyos por el cual tome la desicion de quitar seguimientos de mis perfiles que son diez así agradezco mucho su apoyo n
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Saludos familia ya estamos listos para regresar a nuestros lives paranormales   sigamos trabajando para utds para traerl...
29/05/2025

Saludos familia ya estamos listos para regresar a nuestros lives paranormales sigamos trabajando para utds para traerles exlentes trasmisiones con mejor audio y transparencia aún más en nuestros canales no olviden seguir la página darle me gusta
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Evidencias de de trabajos energéticos y espirituales ámbar en busca del fenómeno paranormal    #
27/04/2025

Evidencias de de trabajos energéticos y espirituales ámbar en busca del fenómeno paranormal
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LAS NAUFRAGAS DEL TITANIC.De repente las brumas marinas se despejaron y una extraña luz se reflejó en las inquietas olas...
19/04/2025

LAS NAUFRAGAS DEL TITANIC.
De repente las brumas marinas se despejaron y una extraña luz se reflejó en las inquietas olas, en torno al bote salvavidas.
¿Acudirían los socorristas en su rescate? ¿La pesadilla terminaría al fin?
- ¡Barco a la vista!. Vienen por nosotras. ¡Loado sea Dios!- gritó desbordante de entusiasmo una de ellas, la más joven, la que veía mejor. Y las otras se irguieron para mirar hacía dónde su amiga les señalaba; ansiosas, esperando el milagro.
El grupo de mujeres, que se agarraban con desespero dentro de la barcaza, otearon el horizonte. Pero no, no acudía en su dirección un buque salvador.
Esas pobres de tercera clase que se habían colado en el último de los salvavidas disponibles del RMS Titanic no podían dar crédito a lo que veían.
Divisaron a una vieja embarcación, más exactamente un galeote a vela hubiesen reconocido, de haber poseído conocimientos náuticos. Surcaba en medio del gélido y encrespado oleaje con un bamboleo parsimonioso. Su mohoso velamen lucía hecho jirones, y su casco plagado de moluscos. No era posible que aquel esperpento fuese capaz de navegar a través de esas procelosas corrientes sin irse a pique. Sin embargo allí estaba, pese a que cuando menos tenía unos quinientos años, y era la madrugada del 15 de abril de 1912.
Entonces se formó un banco de espesa niebla y perdieron de vista al desvencijado navío. Cuando minutos después la cerrazón se disipó, lo que observaron las hizo chillar de terror. El vetusto barco yacía fijo en pleno mar y desde su cubierta descendían unas pequeñas barcazas, apenas unos tablones putrefactos que sostenían a flote a sus ma***tos tripulantes.
Mientras contemplaban atónitas la escena, a sólo un palmo de distancia, surgió una figura horrible: un imponente corsario vestido con su negro uniforme de asalto y una capucha bajo la cual escapaba su larga cabellera. Cuando lo tuvieron más próximo aún, advirtieron que su rostro era una calavera. Varios cráneos se mecían arriba de ese batel y reptando detrás de éste, encaramados sobre otros tablones de abordaje estaban sus secuaces; esas siluetas cadavéricas avanzaban hacía ellas...
Desesperadas, remaron y lograron hacer girar el bote para escapar. Luchando contra las encrespadas olas regresaron rumbo a donde iniciaran su travesía. A la distancia divisaron el casco del Titanic hundiéndose. Miraron de reojo hacia atrás, y ya no se veía más a los macabros tripulantes que las perseguían. Su alivio sería efímero, sin embargo. Ante su mirada estupefacta multitud de cadáveres emergían ahora del agua, cual mu***os vivientes. Las almas de los pasajeros ahogados flotaban en el aire en torno al gran barco, que de a poco se fue yendo a pique hasta desaparecer en el océano. Los zombis agitaban sus brazos y gemían, mostrando horribles muecas en sus desfigurados rostros. En un avance implacable, aquel grupo de fantasmas se aproximaba hasta rodear el bote de las supervivientes.
A punto estuvieron éstas de arrojarse al helado océano y dejarse ahogar; preferían morir así a caer en las garras de los espectros. Pero entonces oyeron unos gritos, y el pitido agudo del silbato de auxilio. El foco de una linterna se abrió paso entre las sombras alumbrando. Los seres fantasmales se habían esfumado. El milagro se producía; los socorristas llegaban al fin. Las subieron a bordo de la lancha de salvataje, las arroparon y trataron en vano de calmarlas; esos jóvenes marineros nunca había visto a unas mujeres tan aterrorizadas.
Aquellas naufragas tuvieron la inmensa suerte de escapar con vida, pese a pertenecer a la tercera clase del lujoso trasatlántico, pues apenas 174 de los 709 pasajeros de esa baja categoría pervivieron al desastre naval. Aunque durante su convalecencia en el hospital todas repitieron la misma versión, nadie le hizo caso. Fue una alucinación colectiva fruto del nerviosismo y la angustia, les aseguraron sus médicos. Optaron por callar, por guardarse para sí su convicción, su certidumbre. Únicamente se lo contaron a sus amigos más confiables.
Años más tarde, luego de que fueron madres, se lo trasmitieron a sus hijos y éstos, a su vez, a los nietos de aquellas supervivientes. De este modo llegó hasta nuestros días la leyenda del barco pirata y su tripulación fantasmal al acecho de víctimas, tras el naufragio del Titanic.
*Texto de Gabriel Antonio Pombo.


EL MONSTRUO DEL BOSQUE.Los pocos testigos que sin convertirse en sus víctimas lo vieron contaron que, aunque al principi...
19/04/2025

EL MONSTRUO DEL BOSQUE.
Los pocos testigos que sin convertirse en sus víctimas lo vieron contaron que, aunque al principio tenía forma humana, sufría un proceso diabólico y se transformaba en una fiera semejante a un gorila humanoide de gruesa piel velluda, manos con dedos afilados como garras, y boca sedienta de sangre, poblada por filosos dientes. Ocurrida la transmutación, extraía de su bolsa el ropaje de guerra con el cual se cubría: el taparrabos, los brazaletes y las hombreras de cuero negro. Fijadas sobre cada una de estas prendas lucían tétricas calaveras. Finalmente, aquella bestia del averno empuñaba el terrible hacha que usaría para matar y mutilar a sus víctimas.
Entre el enredado ramaje se divisaba su musculosa mole, vestida con ese macabro atuendo. Pero el rasgo que los lugareños no podían olvidar, y que temblaban de pavor al recordar, consistía en esos ojos malvados de expresión gélida que parecían focos amarillentos destellando en medio de la oscuridad nocturna.
Esa mirada salvaje causaba horror, paralizaba a sus presas humanas, vencía su resistencia y les impedía la huida, dejándolas inermes frente a sus ataques.
De las sombrías arboledas germanas del pantanoso bosque emergía, durante las noches de luna llena, aquel simio monstruoso que se dirigía al pueblo en pos de asesinar. Cadáveres de hombres, mujeres y niños despedazados, esparcidos por los caminos, daban cuenta de sus letales incursiones. Una vez consumadas las matanzas retornaba a su guarida en el bosque y se sumergía en las turbias aguas del pantano, ocultándose entre las ramas y las hojas de los árboles que rodeaban al lago. Ningún explorador, ninguno de sus perseguidores, osaba adentrarse más allá de las orillas del pantanal. Aunque iban armados con fusiles, y portaban antorchas para darle caza y acabar con su reinado de terror, no se atrevían a traspasar aquel límite invisible.
Cuando salía del bosque ya nadie lo asediaba, y entonces regresaba a su existencia humana normal. Al amanecer siguiente vestía con sus sobrias y elegantes ropas, y volvía a asumir sus quehaceres habituales. Nadie, ni sus sirvientes, ni sus vecinos, sospechaban de ese hombre respetable que, durante los plenilunios, se transformaba en el simio humanoide al cual se apodó "El monstruo del bosque".
Nunca se supo quien lo delató, ni como logró su denunciante convencer a los jueces para que ordenaran su aprehensión. En aquellos tiempos las garantías en los juicios contra humanos devenidos en monstruos, licántropos o brujos dejaban que desear. Tomando esto en cuenta, se especuló que la real identidad del monstruo de bosque pudo haber sido la de un asesino en serie; un maníaco sanguinario al cual la fantasía popular confundió con un hombre lobo o un gorila caníbal, de tan feroces y aberrantes que resultaron esos crueles homicidios con mutilación.
Sin embargo lo cierto fue que producido su arresto, tras su proceso y ejecución, ya no acaecieron más muertes violentas, y la calma volvió a reinar en aquellas tierras.
*Texto de Gabriel Antonio Pombo.


IVANA Y EL MONSTRUO.Ivana corría entre el ramaje del ventoso bosque en esa noche de luna llena. Sus descalzos pies lasti...
19/04/2025

IVANA Y EL MONSTRUO.
Ivana corría entre el ramaje del ventoso bosque en esa noche de luna llena. Sus descalzos pies lastimados por las zarzas esparcidas en el húmedo pasto, su joven cuerpo mojado por la llovizna helada, con sus ropas desgarradas y manchadas de sangre. Si alguien entonces la hubiese visto habría descubierto, en aquel rostro aterrado, las facciones delatoras de su condición de persona subnormal.
Huía desesperada tras escapar de la sucia cabaña donde se la mantuvo retenida. Aprovechando un descuido de su captor saltó desde el resquicio de una ventana, cayendo encima de las ramas de un frondoso árbol que le amortiguó el golpe. Se fugó con su piel magullada, llena de moratones por la golpiza sufrida a manos del sá**co secuestrador. Tenía que llegar la antes posible hasta la choza de su madrastra. Por mucho maltrato que esa vieja mujer le infería, prefería la amargura de volver a soportar su desprecio a la horrible y segura muerte, de la cual milagrosamente se había librado. Pero estaba exhausta y se desmayó arrimada a un árbol. Minutos después se despertó alarmada al sentir los gritos.
- ¡Qué te sucede, niña! ¿Necesitas ayuda? exclamó una voz detrás suyo. Ivana reconoció al hombre demacrado y vestido con andrajos que, agitando sus brazos, se acercaba para auxiliarla. Ella lo miró implorante y, al ver sus heridas, él le preguntó:
-¿Qué te ocurrió Ivana? ¿Quién te hizo ese daño?
La joven le contó su drama; debía llegar a la cabaña de su madrastra pero se había perdido; el sujeto monstruoso podía estar en su busca para asesinarla.
El ermitaño del bosque sabía dónde vivía aquella mala bruja que castigaba a la chica, y era culpable de sus adicciones y su hambre. La tomó de la mano y la condujo hacia allí; estaba dispuesto a enfrentarse con el agresor y dar su vida con tal de salvarla. Cuando arribaron a la casucha se encargó de llamar a la puerta. Al rato la vieja mujer salió y se encontró con su hijastra dolorida, temblando de frío y de miedo. El anciano se había ido.
La madrastra estuvo compasiva esta vez. Le curó las heridas, la alimentó y le dio cobijo. Pero solamente eso hizo. Aunque escuchó la historia de su hijastra sobre el hombre terrible que la había atraído mediante engaños a su "dacha" (nombre con que en la antigua Unión Soviética se designaba a una precaria casa de campo) no formuló la denuncia ante las autoridades.
Resultó una pena esa omisión porque fácilmente se hubiera podido dar caza al dueño de esa casilla maloliente en el bosque de Rostov, a las afueras de la estación de trenes donde éste captaba a sus presas humanas: drogadictas y chicas con atraso mental, como Ivana, y también niños mendigos, y jóvenes vagabundos.
El criminal no descartaba a ninguna clase de víctimas: mujeres, infantes, hombres, le daba igual, con tal que les llevara ventaja, de que estuvieran inermes frente a sus bárbaros ataques. Sí, fue una verdadera lástima que nadie le creyera a la minusválida Ivana, y que su madrastra fuese tan negligente de no denunciar. Las vidas de muchos inocentes se habrían salvado de un destino atroz, y el monstruo hubiese sido apresado ya mismo, y no recién una década después de cometido su rapto y violación contra Ivana.
Aunque en realidad no ocurrió la violación sexual, por mucho que él intentase penetrarla. Una tentativa tras otra fracasó, pese a que ella no tuvo problemas en desvestirse y dejarlo hacer, a cambio de la comida y la droga prometidas. Pero el tipo, por más que trataba, perdía la erección una y otra vez. Al tercer intento su pene seguía tan flácido como estaba antes de bajarse el pantalón. Lleno de frustración y rabia echó la culpa de su impotencia a la muchacha, por mostrarse apática y no estimularlo lo suficiente.
- ¡Maldita p**a!-, ¡Maldita p**a! - empezó a gritarle.
-Ya verás lo que yo le hago a las zorras como tú- , le amenazó, mientras la expresión de su cara, antes normal y amable, se desencajaba y enrojecía a causa del odio.
Ivana, que yacía pasiva y aburrida de piernas abiertas sobre el camastro, sintió miedo de él por primera vez.
- ¿Qué diablos le estaba pasando a ese individuo?- se preguntó, asustada de pronto. Entonces su mente de pocas luces comprendió el garrafal error incurrido al aceptar la oferta de acudir a esa covacha, a cambio de alimento y narcóticos.
El torturador de Ivana se llamaba Andrei Chikatilo, de cincuenta años. Su trabajo le permitía recorrer el inmenso país, y durante sus paradas laborales se dedicaba a seducir con dinero, o prometiendo regalarles comida o dr**as, a pr******tas, vagabundos y niños, a los cuales ultimaba con inaudita saña.
Si se trataba de infantes los tentaba con chicles, dulces o hipotéticos regalos de sellos, videocasetes, o deliciosas comidas que les iría a preparar en su "dacha" situada en la otra punta del camino del bosque. Si, por el contrario, la víctima elegida era una mujer de baja moralidad o una meretriz, le ofrecía dinero o alcohol a cambio de que lo acompañase hasta algún sitio apartado.
Su lista mortuoria ascendió a cincuenta y tres homicidios. Encontrado culpable de tales salvajadas el monstruo devino condenado a la pena capital y ejecutado, mediante un disparo en la nuca infligido en su celda en el año 1994.
La historia del secuestro de Ivana perpetrado por Andrei Chikatilo recién trascendería una década más tarde.
*Texto de Gabriel Antonio Pombo.


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