03/08/2025
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El entierro de los olvidados
Por Héctor Navia
En el Panteón Municipal II, ubicado en Avenida Filipinas y calle 14, muy pero muy al sur de la mancha urbana de San Luis Río Colorado, ha comenzado el entierro de cerca de 80 cuerpos de personas que nadie reclamó, que nadie buscó, o que nadie se preguntó qué fue de ellos.
Entre los cadáveres, que están siendo enterrados de 2 en 2, hay de todo, hay hombres, mujeres, jóvenes, grandes, adultos mayores y hasta menores de edad.
Algunos, por las condiciones de su cuerpo, es obvio que murieron a manos del crimen organizado, por ejemplo con el tiro de gracia, decapitados o cercenados.
Otros, simplemente murieron en la vía pública, quizás indigentes, otros en algún hospital de gobierno por enfermedad, también por golpe de calor y hasta por Covid, ya que hay cuerpos que tienen hasta 4 años esperando que alguien los reclame.
La mayoría eran cuerpos olvidados en las funerarias en turno, ya que la Fiscalía en San Luis Río Colorado tiene poca capacidad para ello.
El punto al que quiero llegar es, ¿Quiénes son o quiénes fueron ellos?, ¿De dónde vienen?, ¿Cómo es que nadie reclama un cuerpo?
Y no crean que simplemente se cumple una fecha límite y los no reclamados van a la fosa común, no funciona así. Aunque sí se cumple un término, la Fiscalía hace llegar fotografías y datos a todos los colectivos de madres buscadoras y anexos, por si alguien logra identificar alguno.
Es decir, cuando ya se procede a enterrar a un cuerpo no reclamado, es porque realmente nadie los buscó.
Si bien es cierto que la mayoría son casos de cadáveres no identificados, también sale a relucir es que hay un número, pequeño pero considerable, de personas que sí se conoce el nombre completo, porque cuando murieron o fueron asesinados se supo su identidad, ya sea por una identificación o algún testimonio, pero aún así nadie los reclamó.
En estos casos, la autoridad tiene la obligación de buscar a algún familiar para notificarles y que recojan el cuerpo, pero simplemente no acuden o muestran desinterés.
Conversamos con un servidor público estatal, del cual nos reservamos el nombre, y nos comentaba que cuando notificas a una familia que muestra desinterés por el cuerpo de familiar, es por diversas razones.
Razones que van desde lo económico, que es cuando provienen de familias de bajos recursos que en muchos casos mueren lejos de sus lugares de origen, lo cual complica mucho los traslados, porque los familiares deben viajar primero a reconocer el cuerpo, y posteriormente pagar el envio del cuerpo.
Otra razón es que solo quedan familiares no muy allegados, por ejemplo, si el difunto ya no cuenta con papá o mamá, o tampoco con hermanos, difícilmente querrán hacerse cargo de un cuerpo que como mínimo requiere gastos funerarios.
Otro motivo, que me pareció el más sorprendente de acuerdo al testimonio del servidor público, es que la familia se encontraba distante del difunto, y no quieren saber nada de él.
“En una ocasión que llamamos a una familia nos pidieron no insistir más con el cuerpo, porque no querían saber nada de nada. Y pues les dijimos que entonces terminaría en una fosa común, y respondieron que no les importaba, que desde el momento en que supieron que su hijo andaba en el crimen, él ya estaba mu**to para ellos. ¿Qué se hace en esos casos? pues nada, no puedes obligar a nadie a que reclame un cuerpo”, citó el servidor público.
Esta situación me hizo reflexionar respecto al fenómeno de las personas desaparecidas, que desde hace muchos años es un serio problema en México.
A ese triste fenómeno, que se cuenta por decenas de miles, no es igual al que estamos citando en este escrito, porque una cosa es una persona desaparecida y otra muy diferente son los encontrados no identificados o no reclamados.
Nada más en la región que compete a Mexicali, San Luis Río Colorado, Caborca, Sonoyta y Peñasco, se calcula que hay alrededor de 600 cuerpos que todavía no han sido identificados.
Y aunque seguramente en esos 600 hay algunos que están siendo buscados por sus familias (quizás al otro lado del país), lo cierto es que hay un número bastante considerable de cuerpos que no están perdidos, sino que tristemente nadie los está buscando.
De continuar así, no sólo será un entierro de olvidados, sino todo un Cementerio de los olvidados.