San Miguel Tenextatiloyan se localiza en el Municipio Zautla del Estado de Puebla México y se encuentra en las coordenadas GPS:
Longitud (dec): -97.594722
Latitud (dec): 19.711111
La localidad se encuentra a una mediana altura de 2420 metros sobre el nivel del mar. Ubicación
San Miguel Tenextatiloyan se encuentra en la Sierra Nororiental del Estado de Puebla, a 150km de la capital del estado. L
os principales ejes carreteros son la carretera federal Puebla–Teziutlán, misma que continúa hacia la costa; y la autopista Puebla–Teziutlán. Para llegar a la comunidad en autobús es necesario llegar a la Capital de Puebla, a la central CAPU, y tomar el autobús (AUTOTRASPORTES VIA) por federal, el viaje es de aproximadamente 2.5 horas, este mismo autotransporte tiene el servicio vía pista, pero el destino más cercano es Zaragoza Pué, el cual se encuentra a 10 minutos de taxi a la comunidad. La carretera a San Miguel Tenextatiloyan corre por la vieja ruta a Teziutlán desde la ciudad de Puebla. Es el pavimento que en 1938, en pleno dominio del dictador Maximino Ávila Camacho, le dio la vuelta al estado de Tlaxcala vía Amozoc, Acajete, Nopalucan, Lara Grajales, San José Chiapa, Cuatro Caminos, Oriental, Libres, Cuyoaco y Zaragoza, para adentrarse en la sierra, por Zacapoaxtla a Cuetzalan, y por Tlatlauquitepec y Teziutlán derivar a la costa veracruzana. También libraba el primer brote de sierra que marca la frontera norte de Tlaxcala con Puebla, un lengüetazo de monte desprendido del macizo sur de la Sierra de Puebla y que en una línea de veinte kilómetros y sobre los 2,600 metros sobre el nivel del mar es barrera natural entre los dos estados. Es una ruta verde y cultivada en primavera y verano; ocre y pedregosa en el otoño e invierno. Es el altiplano del oriente de México, con sus maizales y magueyeras, con sus cascos de hacienda acotados por el minifundio y sus sembradíos cebaderos que remiten a otros tiempos, con sus intervalos de paz y guerra; es la tierra antigua, la de Cantona, la de piedra volcánica arrebatada por los encinos, los juníperos, las nopaleras y las palmas espinosas; es la llanura que las lluvias inundan para reflejar los custodios eternos, la solitaria Malinche, el orgulloso Citlaltépetl y su entenado Sierra Negra --al que sobre sus 4 mil 400 metros le han plantado el Gran Telescopio Milimétrico--, y más hacia Teziutlán, el veracruzano Cofre de Perote. Es el territorio agreste y llano de los campesinos y sus pueblos originarios ocultos en el mestizaje. Ahora la autopista ha dejado de lado todos esos pueblos y cruza a cuchillo territorio tlaxcalteca, a un lado de Huamantla, y con un túnel de quinientos metros te arroja a la extensa planicie de San Juan de los Llanos, salpicada de brotes volcánicos y manchones de malpaís. Nada más salir del túnel y de observar a la izquierda la ciudad de Libres, la vista puede seguir la ladera de la montaña hacia el norte hasta encontrar los cerros que guardan a San Miguel Tenextatiloyan. Pero por un momento debe quedarse en el sur, en el arranque de la llanura, al borde de la sierra, en el histórico punto que fue Tlaxocoapan en el mundo prehispánico, bautizada como San Juan de los Llanos por los españoles, para finalmente en 1950 asumir su actual nominación de Libres, capital de los enormes llanos pedregosos que fueron escenario de las primeras batallas de la conquista española en el siglo XVI, el escenario en el que con el tiempo maduraría el sistema de las haciendas, pero que en esa ciudad plantaría la cabeza de playa para monjes y encomenderos que por las cañadas entrarían a los abismos de la montaña a perseguir y conquistar a los pueblos de la Sierra. San Miguel Tenextatiloyan aparece tras una serie de curvas en el extremo oriental de un vallecito de dos kilómetros de ancho dispuesto arriba de los 2,500 metros sobre el nivel del mar, y que abre llano cinco kilómetros hacia el norte, para terminar en las inmediaciones de Zaragoza. Es un caserío tendido en la ladera circular de un monte todavía bien cubierto de pinos, que se va descubriendo de a poco en cada curva, y cuyo enredo de cables y losas planas de cemento es prueba irrefutable de que ha perdido el encanto serrano de la TEJA y las dos aguas. Su arteria vital es la carretera, que corre al parejo de la ladera curva del monte, envolviendo el cuadro principal, con su iglesia y su plaza, y que por setenta años ha cobijado los puestos alfareros, una colorida exposición natural de ollas y cazuelas que le han dado al pueblo el coloquial sobrenombre de San Miguel de las Ollas.