08/07/2025
La vejez llega despacio,
como el atardecer que nadie nota hasta que el sol ya está bajo.
Un día despiertas y el silencio pesa distinto,
las manos tiemblan un poco más,
y los recuerdos empiezan a hablar más fuerte que las voces presentes.
Ya no se corre,
se camina despacio,
como si el tiempo quisiera al fin acompañarte sin apuro.
Los amigos… algunos ya no están,
y otros viven en fotos gastadas, en cartas olvidadas en un cajón.
Pero también hay calma,
una paz que antes no sabías nombrar.
La urgencia desaparece,
y solo queda lo esencial:
el calor de una mirada,
el eco de una risa que viviste hace años,
el orgullo de lo construido con amor y cansancio.
La vejez no es el final,
es una estación distinta.
Una donde se mira más al cielo,
se piensa más en abrazos,
y se valora el simple milagro de seguir aquí.