08/01/2025
Historia de un seguidor
El Juego Prohibido 💀
Mi nombre es Adrián y soy de San Quintín, específicamente de la colonia Lázaro Cárdenas, un lugar tranquilo pero lleno de historias de espanto, decidí contar lo que me ocurrió hace algunos años, nunca lo he hablado en público porque, sinceramente, me aterra recordar lo que vivimos en casa de mi abuela.
Todo comenzó en una reunión familiar, mi nana siempre hablaba de su juventud, de cómo Lázaro Cárdenas era una colonia naciente en los años 70, cuando llegaron los primeros habitantes, contaba historias de los antiguos rancheros y pescadores que fundaron la comunidad, pero también de eventos oscuros, como los rumores de brujería y rituales realizados en las tierras cercanas antes de que fueran habitadas. Decía que el lugar tenía "un peso en el aire", y aunque nos reíamos de sus cuentos, esa noche entendimos a qué se refería.
Mi prima llegó con una tabla ouija, un que había encontrado en los globos de agua chiquita, yo no quería participar, pero mis primos la colocaron sobre la mesa del comedor, justo debajo de un crucifijo que colgaba torcido en la pared desde hace mucho, mi nana , al ver lo que hacíamos, nos reprendió:
—¡No saben lo que están haciendo! Esa casa ya tiene suficiente con lo que pasó aquí.
Le preguntamos a qué se refería, pero se negó a dar detalles y se encerró en su cuarto, murmurando oraciones, pensamos que exageraba y nos quería asustar de todos modos comenzamos a jugar.
Las primeras preguntas fueron inofensivas: "¿Hay alguien aquí?" El puntero se movió lentamente hacia "Sí", agarramos cura, creyendo que alguno de nosotros lo movía. Entonces mi prima preguntó:
—¿Quién eres?
El puntero deletreó "S-A-N-T-O-S". Será algún santo de la iglesia, y aunque nos pareció curioso, no le dimos importancia, luego preguntamos si quería decirnos algo, y la tabla respondió con "SAL DE AQUÍ".
Fue entonces cuando la temperatura del cuarto bajó drásticamente, las velas que habíamos encendido comenzaron a parpadear, y el crucifijo cayó de la pared con un golpe seco mi prima intentó salirse de lo que sea que habíamos contactado, pero el puntero no dejaba de moverse, escribiendo una y otra vez "N-O T-E P-U-E-D-E-S I-R".
Esa noche, no dormimos. Escuchamos pasos en el techo, susurros en las paredes, y la sombra de una figura alta se paseaba por el pasillo. La abuela nos obligó a rezar el rosario al amanecer, pero el mal ya estaba ahí.
Pasaron días, y siguieron asustandonos s nosotros y a mi nana: puertas que se abrían solas, risas infantiles en cuartos vacíos, y objetos que cambiaban de lugar. Finalmente, mi nana nos dijo la verdad lo que había intentado ocultar: en los años 80, antes de que ella comprara la casa, un hombre llamado Santos había vivido ahí, Era un brujo conocido o en San Quintín, pero también practicaba ritos que muchos consideraban oscuros, según los rumores, Santos había desaparecido sin dejar rastro, y la casa quedó vacía hasta que mi nana la compró.
Desesperados, buscamos ayuda. Un sacerdote de Ensenada vino a bendecir la casa, pero dijo que la energía que ahí habitaba era fuerte, como si algo oscuro estuviera anclado al lugar, nos recomendó deshacernos de la ouija, pero al intentar quemarla, la madera no se consumía, tuvimos que enterrarla lejos, para allá para valle tranquilo, a partir de entonces, los fenómenos disminuyeron, pero nunca desaparecieron por completo.
Hasta el día de hoy, nadie en mi familia se atreve a entrar solo a esa casa después del atardecer. La cardenas sigue siendo un lugar tranquilo, pero si prestas atención, algunas noches puedes escuchar susurros que te llaman por tu nombre.
¿Santos el Brujo?