
07/07/2025
En el México del absurdo, una imagen muestra 120 pares de zapatos de una niña de 2 años, acomodados como trofeos del privilegio en el clóset de la hija del gobernador de Nuevo León. La otra imagen, muestra más de 100 pares de zapatos encontrados en una fosa clandestina: calcinados, sucios, deformados. Restos de los desaparecidos que nadie busca, salvo sus madres.
Es el contraste entre el lujo impune y el horror silenciado. Entre la ostentación de quienes gobiernan como influencers y el dolor de quienes cavan con las uñas para recuperar a sus mu***os. Uno se presume en redes; el otro se ignora en los despachos. Uno es símbolo de cinismo; el otro, testimonio de exterminio. Y lo más brutal: ya nos acostumbramos.
En México, los zapatos se exhiben en vitrinas o se encuentran en fosas. Y nada pasa. Ni por los vivos que presumen, ni por los mu***os que claman justicia. Esta no es una anécdota viral. Es un parteaguas moral. Porque si este contraste no nos indigna, si esta dualidad no nos rompe, entonces ya no hay país: solo un espectáculo donde el horror se volvió paisaje.
Texto: X/